El drama del incendio de Encinedo contado en primera persona
Rodrigo García Herrero, ingeniero forestal y miembro de uno de los equipos de lucha integral contra incendios forestales --los conocidos como ELIF o brigadas helitransportadas--, narra la "impotencia" que experimentó en los días en que el fuego de la sierra leonesa de La Cabrera se encontraba activo y fuera de control.
"Apagabas por un lado y se reproducía por otro", ha señalado en una entrevista concedida a Europa Press en la que ha situado este incendio, originado en torno al municipio de Encinedo, como el "más complicado" de sofocar a los que se ha enfrentado, debido a que afectaba a brezos y otros matorrales, así como a pinares jóvenes, lo que supone "mucho material combustible" para las llamas y genera "mucho humo y calor que complica la actuación de los medios humanos".
A esto se sumaron fenómenos como el de la inversión térmica, fundamentalmente en las primeras horas del día, y que impedía actuar a los medios aéreos por la concentración de humo, acumulación que también resulta "muy peligrosa" para los efectivos que trabajan a ras de suelo, como ha defendido este ingeniero forestal integrante del ELIF de Coca (Segovia), el cual reforzó el operativo de Encinedo en las peores jornadas del incendio, cuando decenas de vecinos de localidades próximas hubieron de ser evacuados como medida preventiva.
Como ha destacado, en un incendio de estas dimensiones, con miles de hectáreas afectadas, y con tantos efectivos participantes dependientes de diferentes administraciones, la coordinación supone otro reto desde el punto de vista logístico. Entre las mayores complicaciones, García Herrero ha incluido el conocer desde el puesto de mando avanzado la ubicación exacta en la que están trabajando las brigadas, para lo que resulta "muy importante" la labor de medios como los aviones de coordinación, que aportan información relevante sobre la situación real del incendio y los equipos de extinción.
A la hora de intervenir en estos incendios, este ingeniero forestal reconoce que resulta "más complicado" y "se ha de primar mucho la seguridad" cuando se actúa lejos de la zona habitual, donde, a pesar de estar durante toda la campaña "en constante formación teórica-practica", y de que la brigada cuenta "con muy buenas condiciones físicas", el desconocimiento del terreno supone la mayor complejidad.
"El año pasado teníamos días de hasta dos o tres intervenciones a incendios pequeños que extinguíamos en poco tiempo", ha explicado, sobre lo cual ha sostenido que en estos casos "son incendios algo más previsibles y donde hay más capacidad de extinción". En el caso concreto de Encinedo, el ELIF de Coca se sumó al operativo de un gran incendio forestal, donde la brigada ha de cuidarse de dosificar fuerzas, así como adaptarse a este tipo de situaciones.
Papel de un ELIF
En el caso concreto de un ELIF-CAR (Cuadrilla de Acción Rápida) como ésta --formada por seis especialistas y un técnico--, Rodrigo García ha apuntado que su concepción está más pensada para intervenciones rápidas en fuegos de menor tamaño, mientras que incendios de estas dimensiones su tarea consiste, al margen de incorporar su helicóptero al dispositivo aéreo, en reforzar y colaborar con otros equipos de extinción como las cuadrillas de tierra, autobombas, o las brigadas de refuerzo contra incendios forestales (BRIF).
En cualquier caso, para este integrante de la brigada helitransportada, la maquinaria pesada es, junto con la "gran labor" de los medios aéreos, lo más efectivo a la hora de combatir esta clase de incendios forestales. "En llano lo mejor son los tractores por su labor para remover la tierra, lo que nos ayuda muchísimo a apagar las llamas. En montaña, como ha ocurrido en La Cabrera, nada funciona mejor que los bulldozer, para realizar cortafuegos que sirvan de anclaje para el uso de una de las técnicas de extinción más complicadas y eficaces, el contrafuego", ha insistido.
El instrumental con el que trabajan los miembros de un ELIF como el de Coca --que también ha participado este verano en incendios devastadores como el de Navalilla (Segovia), donde ardió cerca de medio millar de hectáreas, o el más reciente de Fermoselle (Zamora), con alrededor de 2.000 calcinadas-- consta de mochilas extintoras, batefuegos o herramientas manuales como azadas, cuyo uso alternan en función del tipo de fuego, o bien emplean ambas si así lo requiere la situación.
Ante el carácter intencionado de muchos de estos incendios, Rodrigo García Herrero ha abogado por emplear el término "incendiario" para el autor de los mismos, en lugar del clásico "pirómano", ya que este último se referiría más "a un enfermo" cuando "en la gran mayoría de los casos son causados por intereses económicos", a veces relacionados con prácticas tradicionales para el aprovechamiento del terreno que, en estos casos, "se les va de las manos".