Este Pucela sí que engancha
Como Doctor Jekyll y Mister Hyde, el Real Valladolid ha sufrido una metamorfosis supina del año pasado a este, ya no solo en lo que a fútbol y forma de jugar se refiere, sino en las ganas, la lucha y la entrega que los once jugadores que están en el terreno de juego demuestran en cada partido sea cual sea el resultado final.
El choque del domingo es una clara muestra de ello. El equipo se fue al descanso con un 0-2 en contra pero con la sensación en el ambiente de que ese resultado, ante un rival duro, rocoso y que se limitó en muchas fases del partido a perder tiempo, era remontable y que la victoria podía estar cerca, como finalmente ocurrió.
Luis César Sampedro ha conseguido cambiar la cara a un equipo que tras el nefasto final de la temporada pasada estaba totalmente hundido anímicamente y veía como el capitán del barco, un Paco Herrera decepcionante, se marchaba a uno de los eternos rivales para la afición blanquivioleta como es el Sporting de Gijón, con todo lo que ello conlleva.
El año pasado el equipo divagaba por el campo, muchos jugadores caminaban apáticos, sin ilusión, sin ganas, eso este no ocurre. Es cierto que el equipo sufre atrás, pero no es menos cierto que cuando estas carencias se solucionen, la tecla mágica estará muy cerca de apretarse porque arriba el Pucela tiene dinamita.
No en vano los vallisoletanos son el equipo que más goles acumula en estas primeras once jornadas con un total de 23 dianas por las 18, por ejemplo, del Granada, que es segundo en esta faceta con cinco tantos menos. De esto tiene mucha parte de culpa un Jaime Mata que jugando de nueve, otro acierto de Luis César, disfruta y esto se transforma en goles.
Los Iban Salvador, pese a ser en ocasiones un auténtico microondas, Toni, Óscar Plano, Gianniotas, Míchel y compañía conforman la línea de tres cuartos más peligrosa de la categoría, con calidad y muchos quilates, rapidez y una movilidad que se traduce en puntos.
El único punto negativo del choque del domingo fueron los pitos a Ángel. Un jugador que no estuvo acertado en la primera mitad ante el cuadro lucense pero que fue uno de los mejores, si no el mejor, de los segundos cuarenta y cinco minutos y que se vacía partido tras partido sobre el césped.
Los pitos no aportan nada y, a buen seguro, vienen de aquellos que pedían oportunidades para los canteranos y la gente del Promesas, esos a los que más que nadie les cuesta entrar en el equipo a base de lucha y esfuerzo como es el caso de Ángel.
El Pucela desprende un tufillo, un aroma a algo grande esta temporada. Es pronto aún y la campaña es muy larga en la categoría de plata del fútbol español pero navegando juntos y con trabajo seguro que el barco blanquivioleta consigue llegar al puerto de Primera.