El comercio, un sector que se recupera y en constante reinvención
Acaba de comenzar 2018, el año de la consolidación definitiva de la recuperación económica, según apuntan diversos estudios de agencias de calificación, bancos, analistas financieros... pero, ¿qué opinan los propios protagonistas de que cada día la economía siga su curso? ¿Cuál es la situación actual de cada uno de los sectores que conforman el engranaje del tejido productivo? NOTICIASCYL inicia una serie dominical en la que analizará el estado actual de los sectores económicos de Salamanca.
Arranca con uno de los motores de la provincia, el comercio, con unos veinte mil trabajadores entre autónomos (nueve mil) y empleados por cuenta ajena (once mil). Tras ser duramente golpeado durante la crisis por el fuerte descenso del consumo, vuelve a beneficiarse de la creciente confianza de los compradores, pero lo hacen aquellos negocios que innovan, en un panorama donde las compras a través de internet tienen cada vez más peso en los hábitos familiares.
Ésa puede ser la radiografía general, pero vayamos por partes. Efectivamente, la crisis golpeó fuerte al comercio, que contaba con unos doce mil empleados por cuenta ajena antes de estallar la recesión y llegó a tener sólo la mitad en los peores años de la crisis. En la capital estas cifras mejoran, pero la distribución comercial de los pueblos está muy desequilibrada. Un estudio de la Junta de Castilla y León publicado recientemente detecta déficit comercial en las comarcas de Vitigudino y Lumbrales, además de Las Villas y zona de Guijuelo juntoa a la provincia de Ávila. También alerta del gran desesquilibrio entre el alfoz y las comarcas de Alba y Campo Charro. Por eso implica a la Diputación en la mejora del abastecimiento con un plan para crear actividad y fijar población.
Estamos hablando del sector que más aporta al Producto Interior Bruto (PIB) de Salamanca junto con la hostelería, que además proporciona empleo a dos de los grupos más castigados por el paro en la provincia charra, jóvenes y mujeres. Un sector que es incluso sensible al cambio climático, pues por ejemplo la prolongación del buen tiempo hasta noviembre aminora las ventas de temporada invernal en las tiendas.
Los cierres han sido constantes y es visible tanto en el centro de la ciudad como en los barrios más allá del primer cinturón. Por eso el comercio se encuentra en otro periodo de reinvención debido a los nuevo formatos en la forma de venta. Por ejemplo, antes había dos temporadas clásicas en el negocio textil, ahora hasta diez, y antes el consumidor acudía a lo que ofrecía el mercado, ahora él es el que hace que el mercado se adapte a sus requisitos, como ocurre con el autodiseño en los muebles. Y es que el comercio no es sólo la tienda clásica textil y de alimentación, también está el comercio industrial en los polígonos (negocios de cristalería, muebles, materiales de construcción, recambios de coches...).
Según explica Emilio Checa, secretario general de la Asociación de Empresarios Salmantinos del Comercio (Aesco) y secretario general de la Cámara de Comercio e Industria de Salamanca, el sector vuelve a reinventarse, como ha hecho a lo largo de su historia. Ahora el desafío es adaptarse a las nuevas tecnologías y el comercio electrónico. La venta de productos por internet, unida a la mayor confianza de los consumidores, es una oportunidad para las pequeñas tiendas, proporcionando incluso el incremento de la facturación más allá de la provincia de Salamanca, "pero una tienda virtual necesita tanta atención e inversión como una tienda física. Si se trabaja bien es una oportunidad, si no puede ser un fracaso tremendo".
En la misma línea se muestra Soledad Gómez, presidenta de la Asociación Salmantina de Empresarios de Comercio Vario (Asecov), para quien "es fundamental estar en las búsquedas on line, porque ya no se acude a las Páginas Amarillas a buscar una tienda, ahora el referente es Google en internet, y ya no sólo el hecho de vender productos por comercio electrónico, la mera presencia en internet es importante, hay que modernizarse".
Comercio local frente a grandes superficies
Para esta modernización son fundamentales las ayudas de las administraciones, tanto en forma de subvenciones como de facilidades fiscales y una normativa acorde a las necesidades del sector. Así, desde Aesco se considera que la legislación es mejorable, por ejemplo en las rebajas, cuya liberalización fue buena durante la crisis, "ahora hay que pensar en general y son vitales las campañas de promoción. No tiene sentido fomentar una competencia total durante todo el año que al final va quemando a muchos negocios y sobreviven las grandes empresas que a la larga marcan precios al alza, perjudicando a los consumidores", explica Emilio Checa.
También está el problema de la apertura los domingos y festivos, pues generalizar y liberalizar hace que muchos comercios no puedan competir con las grandes superficies. Y es que para poder hacerlo deben abrir todos los fines de semana, y eso supone no poder conciliar la vida laboral con la familiar, o hacerlo pero tener que contratar a un empleado que abra el negocio esos días, con lo que al final no cuadran las cuentas.
Y es que la libertad de apertura conlleva en sí un término ambiguo para el comercio, porque la libertad es una palabra positiva, que implica derechos y logros, pero que produce efectos negativos en un sector que durante décadas fue de tradición familiar. Por eso, desde Aesco se reclama la necesidad de replantear la situación actual "para la pervivencia de todos, grandes y pequeños, pero contra eso es muy difícil luchar".
"No cuidar el comercio local puede supones una pérdida cultural sobre todo en los pueblos", apunta Checa, aludiendo al informe sobre el comercio rural que ya se ha mencionado anteriormente en este artículo. Y es que mantener estos comercios también ayuda a luchar contra la despoblación, porque si hay tiendas en un municipio, la gente puede comprar y se queda, pero si no hay servicios para la población, entonces buscan otro lugar mejor para vivir. "Lo mismo pasa en los barrios con las pequeñas tiendas y en el centro con el comercio tradicional, ahora los turistas encuentran ciudades con centros calcados, las mismas tiendas de franquicias y multinacionales", añade.
Ayudas de las administraciones públicas
El comercio cuenta con el apoyo de la Junta de Castilla y León a través de diversas subvenciones, las más recientes para la modernización del sector, y de la Diputación de Salamanca y ayuntamientos con facilidades para la apertura de negocios. Ayudas para poder abrir, pero no condiciones favorables para la pervivencia por parte de las administraciones públicas. Así desde la Asociación Salmantina de Empresarios de Comercio Vario (Asecov), su presidenta, Soledad Gómez, reclama un descenso de tasas, fomentando el sector comercial como se hace con la hostelería.
Y es que cada día que un comerciante levanta la trapa de su negocio ya lo hace debiendo dinero a las arcas públicas, a tenor de los impuestos que se deben abonar cada mes. Mientras, hay en internet todo un mercado de venta de productos de segunda mano que escapa al control de la tributación de Hacienda, pese a que la normativa recoge que las compraventas en plataformas como eBay, Wallapop, Milanuncios o Amazon están gravadas con el 4% del ITP, y deben pagar IRPF si hay ganancias por la operación.
También se reclama más información, pues "muchos emprendedores se lanzan a la aventura sin asesorarse", y más campañas sobre el comercio de proximidad en los barrios, pues es el que genera riqueza en las diferentes zonas de la ciudad, también en los municipios rurales. De ahí que sea además necesaria una mayor formación de los comerciantes para poder adaptarse a los nuevos retos que plantea la sociedad.