Salamanclown, la sonrisa que anima a los niños en el hospital
Cuando se comunica a un niño que su tratamiento requiere ingreso hospitalario, comienza un proceso en el que se ven implicados también sus familiares o cuidadores primarios. En este proceso todos los implicados pueden experimentar diversas alteraciones emocionales cuya presión trabaja en dirección opuesta a la de la recuperación del paciente. Desde los años setenta del pasado siglo XX, con Patch Adams como precursor, la práctica terapéutica de la risa a través del clown ha ido teniendo cada vez más cabida y reconocimiento en hospitales de todo el mundo. En Salamanca se puso en marcha hace un año una iniciativa pionera en Castilla y León que está logrando importantes resultados.
Salamanclown Payasos de Hospital es una asociación sin ánimo de lucro, compuesta por profesionales de distintos campos (Raquel Urquía Revuelto, Beatriz Hernández Iglesias, Encarna Bernal Sánchez, Ana Fraile Martín, Aitor Jiménez Hernández y Pablo Labajos Martín): enfermería, pedagogía, educación, interpretación de lengua de signos, animación sociocultural, biología, psicología… Todos ellos, además, profesionales del teatro y el clown.
Juntos ayudan a pacientes y cuidadores que se ven en la circunstancia de pasar un tiempo en el hospital, a mejorar su bienestar en la experiencia hospitalaria y propiciar las mejores condiciones emocionales para la recuperación del paciente a través de la risa y la creación de un ambiente que se transforma al paso de los Payasos de Hospital. “Lo hacemos porque sabemos que el humor está asociado a las emociones positivas y éstas a una mejor capacidad para afrontar situaciones adversas. El resultado es que pacientes y cuidadores viven experiencias más positivas dentro del hospital propiciando las mejores circunstancias para la recuperación del paciente”, explican a NOTICIASCYL, testigo de una de sus terapéuticas actuaciones con los niños.
El objetivo es crear un ambiente distendido en el que el paciente disfrute de la actuación disminuyendo sentimientos de apatía y tristeza; aliviar la presión que se puede llegar a sentir al estar ingresado, tanto en el paciente como en los familiares; fomentar las risas en los niños para que sean aún más niños y menos enfermos; integrar el humor, la magia y la creatividad en la vida del hospital; favorecer la humanización de los procesos hospitalarios; promover el bienestar del paciente y sus allegados; y apoyar al niño a través del juego y el humor. Pero no sólo a los niños, “familiares y personal sanitario también participan, a unos les distrae y a otros les ayuda a desarrollar su labor con unos niños más tranquilos, les desestresa tras una jornada intensa de trabajo”, puntualiza Ana Fraile.
Porque los padres “ese ratito que ven a su hijo que no está pendiente del cable, sino que se está riendo, les cambia la cara, y para nosotros es un subidón de energía para seguir animándoles. Los niños quedan después relajados y olvidan un rato su enfermedad, incluso después en la calle te reconocen y saludan, es una satisfacción poder ayudarles. Haces que dejen de ser pacientes y vuelvan a ser niños”.
Así es el proceso terapéutico
Fue en mayo de 2015 cuando comenzaron las primeras intervenciones puntuales en la planta de Pediatría del hospital Clínico de Salamanca. “Habíamos coincidido en el mundo del teatro y nos conocíamos, así que decidimos crear la asociación”, explica Beatriz Hernández. El proyecto se retomó de forma habitual en diciembre de 2016 y desde entonces han ido incrementando su presencia, principalmente en horario de tarde, en momentos en los que no suelen estar programados tratamientos, pruebas u otras acciones médicas o de enfermería.
A estas sesiones, el tercer lunes de cada mes “depende de los niños y de la necesidad”, acuden tres personas, dos como Payasos de Hospital (en esta ocasión Beatriz y Aitor, interpretando a Rufita y Toloko) y una como ‘Civil’ (Ana Fraile), que ayuda a los payasos siendo el enlace con el personal sanitario, recabando la información que se necesita sobre los pacientes, sus nombres, su estado de salud y algunos posibles condicionantes como la posibilidad de que un paciente se encuentre en aislamiento aéreo, de contacto, etcétera. “Se va por orden de protocolo, según gravedad, y según el estado del menor y sus familiares. Los niños no pueden elegir hacer una prueba o no, pero sí la visita de un payaso. La guía y la pauta la dan los niños, tenemos una serie de recursos gracias a un trabajo previo, para estar entrenados y entendernos y entender a los niños con una mirada, es principalmente imaginación e improvisación”, explican Beatriz, Ana y Aitor.
Cada tarde es una historia diferente, una anécdota que sumar, a veces hasta consiguen hacer reír a los niños con solo asomarse por la puerta, o incluso únicamente mostrando un pie. Así lo pudo comprobar este diario. Al principio, los pequeños se mostraban expectantes, pero poco a poco comenzaron a hablar, a acercarse a los payasos, al contacto físico con ellos. Entonces llegaron los abrazos, los gritos, las risas, los bailes y hasta una jeringuilla gigante se convirtió en un micrófono, de manera que un utensilio médico que suele causar pavor a los niños se transformó en una herramienta de juego.
Acompañamiento hasta quirófano a partir de este mes
Tal es el éxito de Salamanclown Payasos de Hospital que a partir de este mes también van a empezar a acompañar a los niños hasta el quirófano, los viernes por la mañana para cirugía ambulatoria. El payaso creará un vínculo con el niño, jugando antes quince minutos con él. Antes de bajar al quirófano, previo consentimiento de los padres y el menor, le acompañará hasta la zona prequirúrgica para reducir su estrés y ansiedad, “de separarse de los padres, hay estudios científicos que demuestran esta reducción y los beneficios de la terapia que supone el humor”.
Pero esta iniciativa terapéutica no es posible sin la colaboración externa de socios para poder incrementar la labor de Salamanclown, de mecenas que continúen apoyando este proyecto, algo que se puede realizar a través de este enlace a su página web. Porque la sonrisa de un niño es el mejor regalo para la sociedad.