‘Jerusalem, Jerusalem’ irrumpe en el silencio de Zamora
La Semana Santa más austera y penitencial recorre esta noche las calles de Zamora, con la Hermandad del Santístimo Cristo de la Buena Muerte, que con la luz de las teas se abre paso a medianoche en el silencio y la oscuridad en una atmósfera de riguroso recogimiento.
Al paso de la imagen del Cristo de la Buena Muerte, portado a hombros por ocho hermanos, la ciudad se sobrecoge, y la dramática estampa desciende desde la iglesia de San Vicente hasta la Plaza de Santa Lucía, donde el Coro de la Hermandad entona el ‘Jerusalem, Jerusalem’ en honor del Crucificado.
La obra, de Juan Ruiz de Zumeta, se hizo para el Convento de los Franciscanos Descalzos, aunque actualmente se le rinde culto en la parroquia de San Vicente Mártir. El recorrido depara momentos singulares irrepetibles cada año, desde el templo titular, la plaza del Fresco, Mariano Benlliure, Plaza Mayor, Balborraz, Zapatería, Plaza Santa Lucía, donde tiene lugar el acto central que congrega a miles de personas. La comitiva torna después sus pasos por la Cuesta de San Cipriano, Chimeneas, Doncellas, Moreno, Damas, Hospital, Plaza Santa María la Nueva, Motín de la Trucha, Ronda de Santa María la Nueva, Arco de Doña Urraca, Plaza de la Leña, Ramón Álvarez, Plaza Mayor por delante de los soportales del Excmo. Ayuntamiento, Mariano Benlliure, Plaza del Fresco, para retornar al Templo de salida.
El desfile de los hermanos recuerda a una escena inspirada en los cuadros de Zurbarán y los murales del Monasterio de la Rábida... los rostros ocultos bajo las túnicas de estameña blanca, y etéreo caminar de las austeras sandalias franciscanas. La procesión de hermanos se antoja una aparición al paso del Arco de Doña Urraca, emplazamiento mágico que nos transporta a siglos pasados.