De imitar a Caravaggio a enamorar con unas ilustraciones de quilates
No hay nada como convertir tu virtud en trabajo. Dicen que si haces lo que realmente te gusta en la vida, ningún día trabajarás realmente y esta es una frase que puede adaptarse de principio a fin a la vida de David Álvarez Astruga, un joven vallisoletano de 29 años, amante del cine, de las series (sí también tiene Netflix) y los videojuegos, que alterna su faceta como ilustrador con la de docente, compartiendo sus conocimientos con otras personas que le toman como ejemplo.
“Me considero una persona creativa. Siempre lo he sido, desde pequeño. Me hubiera gustado ser director de cine pero lo veía inaccesible, por lo que opté por el cómic para contar estas historias porque dibujar siempre me ha encantado. Siempre me he esforzado y he sacrificado muchas cosas para entrar en el mundo del dibujo pero he tenido mucha suerte y ayudas para acabar lográndolo”, asegura David, que suma seis años como ilustrador profesional con trabajos que traspasan fronteras.
El niño que imitaba a Caravaggio con seis años
David nos habla de su paso por las aulas y nos confiesa que empezó realizando el bachillerato de sociales que acabaría sustituyendo por el de artes tras un empujón por parte de su hermano Raúl, en la que sería, a la postre, una de las decisiones más importantes de su vida para llegar adonde está en la actualidad.
Tras obtener el bachillerato comenzó en la Escuela de Artes un Grado Superior en Ilustración en una etapa “muy interesante en la que aprendió mucho, no de la escuela sino de los compañeros” a los que les gustaba dibujar y con “los que tenía una rivalidad sana a la hora de elaborar el mejor dibujo”.
Nuestro protagonista afirma que “tenía falta de técnica” hasta que en el segundo curso conoció a Eduardo Alonso a través de un compañero de clase que le “enseñó mucho sobre las bases de lo tradicional” con “explicaciones correctas” que le sirvieron para ilustrar un libro tras ser elegido, por capacidades, en el que se convirtió en su primer trabajo profesional. Antes de esto, conocería al hombre más importante de su vida en lo que al terreno laboral se refiere.
La importancia de Raúl Allén
“Raúl Allén lo ha supuesto todo en mi vida. Todos los trabajos importantes que he hecho a lo largo de mi vida laboral son gracias a él. Él me ha enseñado cosas muy importantes a la hora de formarme y también cuando he comenzado como profesional. Si tuviera que pensar en un profesor real, diría que ha sido él”, nos cuenta el joven ilustrador.
David conoció a Raúl cuando estaba elaborando su proyecto final. Un trabajo que consistía “en el diseño de la preproducción para un videojuego inventado con la elaboración de los personajes y de los escenarios” todo, como David nos confiesa, dentro de un terreno que está muy de moda en la actualidad como es el Concept Art.
Allén ejerció de manera altruista de tutor de un proyecto que obtuvo un 9, por aquel entonces la nota más alta de la Escuela de Arte vallisoletana, gracias a otro Raúl, el hermano de David, que le comentó la opción de ejercer de tutor para su familiar, aceptando el maestro con el propósito de “ver en David esfuerzo” para que las cosas saliesen lo mejor posible.
“Después de la buena experiencia con el proyecto, lo primero que surgió con Raúl fueron cosas sueltas como pequeños cómics de dos o tres páginas que se añadían a los libros de texto. Hacía colaboraciones y le ayudaba cuando tenía gran carga de trabajo. Fue la mejor escuela que pude tener porque aprendí a ver cómo era el mundo laboral en el ámbito profesional”, asegura el vallisoletano.
También nos cuenta que “realizó el arte de un juego de mesa”, tipo Magic, que se convirtió en “su primera experiencia trabajando en solitario” teniendo que hacer “el diseño de las cartas” y también “eligiendo las tipografías” y afirma que “cobró poco para el tiempo que estuvo trabajando” y que “fue un gustazo” cuando apreció el resultado hace apenas un año. Momento en el que este juego vio la luz.
Alternando con su faceta como docente
Raúl Allén también tuvo una gran importancia en lo que a la labor docente de David se refiere ya que “comenzó en su estudio dando clases de dibujo tradicional con pinturas de madera, lápiz o tinta” en una labor que “desde pequeño le había gustado ejercer” y que tuvo un atisbo de expresión también en la Escuela de Artes, con las correcciones que hacía a los compañeros, aunque cabe señalar que unos se lo tomaban mejor que otros.
Un curso basado en lo que supone el arte para videojuegos desde la creación de personajes hasta “la anatomía humana entendiendo como se mueve una persona o determinados tejidos” y que siguen con atención los once alumnos que se encuentran dentro del aula del centro que se ubica en la actualidad en la calle Unión 15.
“El videojuego factura en la actualidad más que la música y el cine juntos lo que pasa es que hacer uno en España es muy complicado porque las ayudas son escasas. Por esto, en iVisual no nos lanzamos a ello pero tenemos todos los ingredientes, en lo que a profesionales se refiere, para hacerlo”, asegura David que sin embargo no duda en afirmar que hay “buenos estudios en nuestro país” pero que falta ese empujón que sí se puede apreciar en Japón con Konami que decidió incluso “ceder el desarrollo de uno de sus juegos más importantes a Mercury Steam (empresa española)”, dejando patente que desde fuera se apuesta más por lo nuestro de lo que lo hacemos nosotros mismos.
La labor de docente la completa David ejerciendo como tutor de proyectos de la Escuela de Artes de diferentes alumnos. “Me siento muy orgulloso porque el primero de mis alumnos sacó un 9,5 y el otro un 10. Ellos quedaron muy contentos y satisfechos y para mí ha sido una experiencia inolvidable”, asevera.
Un golpe de suerte, siempre necesario
La suerte, y de nuevo Raúl Allén, volvieron a aparecer en la vida del artista pucelano con la serie de cómics que llevaba por nombre ‘Wrath of the Eternal Warrior’, en “el momento más importante de su carrera profesional”, por aquel entonces, y después de que Allén quedara “encantado” con la elaboración de una página por parte de David, y también con “su esfuerzo”.
“Raúl me dijo que le ayudara con todo el cómic porque parecía hecho para mí. Los personajes eran demonios que estaban en el infierno, lo que más me gusta crear, y Allén me invitó también a diseñar el malo final. Me lo pasé genial. Unos meses después nos llegó la noticia que nos habían nominado por ese primer número”, asegura.
Una nominación a los Premios Harvey, que pasan por ser los Globos de Oro del cómic, que incluso tienen más prestigio que los Eisner porque “los ganadores son elegidos por personas del mismo sector como dibujantes o guionistas”. “Fue un orgullo que nos nominaran. No lo ganamos porque estaban los mejores y había mucho nivel pero fue una experiencia inolvidable”.
Al mismo tiempo, David seguía colaborando con Raúl realizando alguna ilustración para publicaciones importantes como Playboy, cuando buscaba “ganar en seriedad con un lavado de cara severo” e incluso abordó algún trabajo publicitario que no es tan del gusto de nuestro entrevistado por la premura y el agobio que existe a la hora de entregar los trabajos.
Un presente y un futuro prometedores
Este ilustrador vallisoletano agradece la ayuda a Raúl Allén pero reconoce que quiere “volar solo”. Para ello está embarcado en la confección de un nuevo cómic en “un proyecto propio” en el que va a poder mostrar “su estilo” y en el que va a contar con la ayuda de su hermano como guionista.
También nos confiesa que puede vivir de su pasión siendo “autónomo, trabajando por Internet y enviando los dibujos por e-mail” a Norteamérica. “Tengo un sueldo de Estados Unidos viviendo en España y con el nivel de vida que aquí tenemos por lo que puedo vivir sin ningún problema”.
Además, añade que su intención pasa por “seguir dando clases para que sigan creciendo y dedicarse al mundo del cómic de continuo y en solitario” y se marca como objetivo “publicar el trabajo que está desarrollando” y como deseo que este tenga “éxito”.
Calidad, ganas, trabajo y esfuerzo le sobran a nuestro protagonista para que este deseo se haga realidad.