Zurguén, de tierra de labranza a joven barrio obrero
En un mundo tan célere y alocado como el actual apenas sobreviven los recuerdos que van más allá de un lustro. Ésa es la barrera que marca la pervivencia de la información en Internet, pero hay otra mucho más valiosa que aún se atesora en álbumes de fotos escondidos en recónditos cajones, esos que ya apenas casi se ven en familia, y sobre todo, una información guardada a fuego en la memoria de quienes vivieron cada momento. NOTICIASCYL tiene en marcha una serie dominical que repasa la evolución de los barrios de Salamanca a través de los recuerdos de niñez de sus habitantes.
Aunque hoy es el turno de El Zurguén, un vecindario tan joven cuyas fuerzas vivas no pueden almacenar allí sus historias infantiles, tampoco de adolescencia. Son las últimas generaciones quienes han podido conformar su ideario desde el teso sobre el arroyo que lleva su nombre y quienes pueblan con brío una tierra que otrora fue de labranza. Zona de huertas. La Junta de Castilla y León alumbró el vecindario con la construcción de una promoción de 120 viviendas de protección oficial en el año 1997. A ella accedieron otras tantas familias a través de sorteo público y conformaron una población en torno al medio millar de personas.
El terreno, propiedad casi por completo del ente regional, estaba pensado para crear un barrio en el que convivieran personas de diferentes estratos sociales y constaría de cinco fases. La crisis económica frenó las obras y en la actualidad solo se ha completado la primera de ellas y apenas parte de la segunda. De hecho, el descubrimiento de la Vía de la Plata anuló el espacio que estaba destinado a construir la quinta fase del proyecto. Se trata de un joven vecindario, pero edificado sobre un territorio con largos siglos de historia que ha sido 'primera impresión' de la capital del Tormes para los viajantes que llegaban desde las poblaciones del sur.
Por la ribera de El Zurguén atraviesa el llamado 'Camino de Santiago de Fonseca' que viene desde Miranda de Azán y se dirige a la catedral para unir Salamanca con la capital gallega a través de la Vía de la Plata. Del mismo nombre es la Cañada Real que asimismo transcurre por esta zona del sur de Salamanca, un tramo reservado a la circulación de rebaños de ovejas que aún hoy pueden verse a menudo pastando en los terrenos del arroyo. Un camino, el de Fonseca, objeto de queja por parte de la renovada asociación vecinal, porque aseguran que adolece de señalización para la guía de los peregrinos. “Al llegar al puente se pierden”.
Así lo afirma Carmen Díez, presidenta de la asociación vecinal, que junto a su predecesor, Valentín García, y los vocales Manuela Gato, Carmen Castañeda y Luis Amador, atiende a este diario en su sede de la calle Rodasviejas y contribuye a dibujar la historia de la comunidad. “Ha evolucionado mucho, aunque no todo lo que debía porque la gente no ha puesto interés en empadronarse para que hubiera más fuerza en conseguir las cosas”, lamenta. En la actualidad, el padrón municipal marca poco más de 3.000 habitantes, aunque ellos afirman que el vecindario supera los 5.000. El culmen de sus reivindicaciones a lo largo de estos años, un centro de salud que no llega.
La perentoria necesidad de un espacio sanitario cercano que acucia a los vecinos de El Zurguén ha sido el caballo de batalla de la asociación desde que se fundara al poco tiempo de instalarse los primeros moradores. Entre ellos, Valentín García, que luchó por su construcción durante años, y la actual presidenta, Carmen Díez, consciente, con información de primera mano, de que queda mucho para verlo levantado. “La Junta tiene un montón de proyectos con más prioridad que éste y el problema es que el centro de salud de San José está saturado porque es muy pequeño y da servicio a muchos vecinos”, valora.
En torno a la hoguera de San Juan
El tejido social de El Zurguén está conformado por gente “humilde y trabajadora”. El paro representa uno de los grandes problemas de la zona porque raya el 50%. Quien tiene un empleo lo desarrolla en Salamanca, en el cercano polígono El Montalvo o en el cuartel de la Guardia Civil que se levanta a pies del teso. También hay una guardería municipal y un colegio que contribuyen a que el barrio tenga una pujante juventud que lo dota de un futuro prometedor. Al margen de eso, poco más. No hay vida comercial, ni mucha hostelería. Un barrio dormitorio que pone su nombre en el mapa cultural de la ciudad cada verano.
La de El Zurguén es la única hoguera de San Juan que pervive en la capital. Cada 23 de junio, los más jóvenes recorren los talleres reclamando palets de madera y los apilan en uno de los descampados del faldón del arroyo. Acuden cientos de personas de toda la ciudad para contemplar el fuego purificador que anuncia el solsticio de verano durante el día más largo del año. “Mi niño, con 8 años, iba pidiendo madera por las obras y la acarreaba en un carretillo”, recuerda Valentín García. “Los chavales siguen haciéndolo”. En breve, el fuego deberá cambiar de ubicación por la próxima construcción de un nuevo campo de fútbol municipal.
Sin embargo, no es San Juan su patrón. Lo es Santiago, por decirlo de algún modo. No por creencias religiosas, sino por casualidad. El 25 de julio es el día en que tuvo lugar la primera reunión de la asociación de vecinos de El Zurguén, su fecha de constitución. Durante años, celebraron la efeméride con divertidas y numerosas actividades, aunque actualmente la organización vecinal tiene otras prioridades. No obstante, ya es un barrio con fuerte sentimiento de pertenencia y, a buen seguro, no tardando volverán a celebrar con juegos infantiles, parrilladas y verbenas. Es comunidad.