La magia precisa de las botas de Hervías
No es fácil hacerle una foto durante el partido. Ágil, veloz, escurridizo. Cuando consigues enfocar, en un parpadeo ha desaparecido. Con esa habilidad, Pablo Hervías incapacitó a la defensa del Sporting de Gijón para frenar sus incursiones ofensivas. En los ocho minutos brillantes en los que el Real Valladolid dinamitó el partido de ida del playoff, el extremo fue determinante con tres zarpazos que pusieron magia y precisión para desatar la locura.
Primero en una jugada de estrategia, de esas que han escaseado tanto no sólo esta temporada, sino en los últimos años. Desde el flanco derecho, Plano cede el balón a Hervías para pegar el juego aún más a la banda; la atención de la defensa no es suficiente, el centro es certero, preciso al segundo palo donde Calero se abre paso imperial y con un golpeo seco con la derecha bate a Mariño.
Seis minutos después y con la memoria sensorial del partido ante Osasuna aún fresca, Hervías recupera las sensaciones del lanzamiento directo para afrontar de nuevo una falta desde una posición similar. Otra vez con la derecha, con precisión milimétrica, Pablo envía el balón con la altura necesaria para eludir la barrera y la potencia determinada para llegar con fuerza ajustado al palo derecho de Mariño.
Para cerrar el recital, dos minutos más tarde y sin tiempo para el resuello, uno de los numerosos pases de Plano a Mata no lo consigue controlar bien el delantero, lo que está cerca de convertirse en una pérdida se transforma rápidamente en una ventaja, gracias a la presión ejercida por la euforia del momento sobre el césped. El mismo Plano se cuela entre los jugadores del Sporting para retomar el control del esférico y volver a habilitar a Hervías, de nuevo esa derecha enfilando un centro al área.
Mata, como el depredador del área que ha demostrado ser, se aventura rápido a posicionarse y ahí lo encuentra Hervías, en el corazón del área. Un balón alto, difícil de controlar, que el delantero baja con el pecho, lo orienta y acompaña con su giro y después se escurre, se deja desvanecer para dar el toque de gracia a Mariño sentenciado ante la incomprensión de los tres defensas que rodean al ariete. Aunque el acta le apunta el gol en propia puerta a Jordi, ese tanto es el 34 de Mata esta temporada, tiene su ‘copyright’, su identidad.