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Salamanca criminal: camellos de alquiler con ‘teledroga’

25 junio, 2018 08:01

La crónica de sucesos está impregnada cada vez más con hechos delictivos hasta no hace mucho tiempo más propios de grandes urbes, de otras latitudes donde la delincuencia está a la orden del día. Pero la globalización también conlleva la expansión del delito y sus nuevas vertientes, que NOTICIASCYL les detalla cada domingo en una serie, acercándoles los detalles sobre prácticas cada vez más comunes en Salamanca.

La capital del Tormes, pese a que los datos demográficos muestran que envejece a marchas forzadas y la juventud emigra hacia otras provincias de España, está repleta de jóvenes. Miles de universitarios de todo el país y estudiantes extranjeros de español pululan durante todo el año. Muchos de ellos consumen drogas blandas como hachís y marihuana, los menos están enganchados a la cocaína y fumar heroína, esta última práctica de moda durante los últimos años.

Los grades narcotraficantes ven en ellos un jugoso cliente para mantener su ilícito y dañino negocio, pero con una Policía Nacional y una Guardia Civil rejuvenecidas, con agentes más eficientes en la lucha contra la venta de droga a gran escala, cada vez se arriesgan menos a exponerse a una detención. Ahí entran en juego los camellos de alquiler.

Se trata de jóvenes, incluso adolescentes menores de edad, a quienes implican en la venta de sustancias estupefacientes a través del menudeo. Gracias a ellos logran expandir la mercancía entre los pubs y discotecas de ocio nocturno de Salamanca. Gramo a gramo. Son camellos subcontratados a bajo coste, pues los grandes narcotraficantes se aprovechan de la dependencia que estos jóvenes tienen para utilizarlos como pantalla a cambio de una ración diaria o semanal de droga. Los hay, en cambio, que reciben una pequeña cantidad de dinero con la que sufragar otros vicios personales.

La actividad de estos camellos de alquiler no sólo se centra en el ocio nocturno, pasando desapercibidos como un joven más de juerga, también en la venta a domicilio. En los últimos tiempos se ha establecido el sistema de ‘teledroga’, es decir, es el camello quien se acerca hasta el cliente para entregarle la droga, ya sea en moto o incluso en transporte público para levantar menos sospechas. Cada uno de estos vendedores tiene una cartera de clientes que contactan con él a través de la aplicación telefónica WhatsApp para evitar pinchazos telefónicos y otros métodos de detección policial. Mientras, el verdadero narcotraficante, el que distribuye kilos cada mes, espera tranquilo en su casa a que sólo llegue puntualmente la recaudación.