La desaparición de un hombre en Ciudad Rodrigo durante casi un día, que movilizó no sólo a Guardia Civil y Bomberos, sino también a vecinos de la zona incluso con drones, tuvo un final feliz gracias a su fiel acompañante, un perro.

Pablo había salido a pasear al mediodía del martes junto a su mascota y un carro de la compra. Su destino al parecer era una huerta en la cañada real, pero al padecer una enfermedad se desorientó y perdió la noción del espacio y el tiempo.

No regresó a casa a comer, lo que alertó a sus familiares, que dieron la voz de alarma. Al momento se inició un amplio dispositivo de búsqueda que condujo a la carretera hacia Conejera, donde había sido visto por última vez por algunos vecinos.

Las horas pasaban y no había rastro de Pablo. Se peinaron caminos, tierras y fincas sin resultado alguno. Atardecía y algunos vecinos se resistían a dejar de buscar, incluso al caer ya la noche. La búsqueda era infructuosa.

Con las primeras luces del alba se reanudó el dispositivo por parte de Guardia Civil y Bomberos de Ciudad Rodrigo. Según relatan, al llegar a una zona conocida como La Moretona, un sonido les sobresaltó. Prestaron atención entre el silencio y comprobaron que se trataba de un ladrido. Lo siguieron. Conducía hasta una finca privada. El ladrido se hacía cada vez más fuerte. Estaba cada vez más cerca. Y entonces, entre unos zarzales, en una zona repleta de maleza de difícil acceso junto al río Águeda, apareció Pablo.

Eran pasadas las diez de la mañana, veinte horas después de denunciarse la desaparición. Se encontraba aún deorientado y débil tras haber pasado probablemente toda la noche en el mismo lugar. Su mascota fue tan fiel que no se había separado de él. Y así le salvó la vida.