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Región

Salamanca criminal: el hachís de la paranoia

19 agosto, 2018 18:25

La crónica de sucesos está impregnada cada vez más con hechos delictivos hasta no hace mucho tiempo más propios de grandes urbes, de otras latitudes donde la delincuencia está a la orden del día. Pero la globalización también conlleva la expansión del delito y sus nuevas vertientes, que NOTICIASCYL les detalla cada domingo en una serie, acercándoles los detalles sobre prácticas cada vez más comunes en Salamanca.

Es el caso de la droga adulterada que cada semana se vende en la provincia charra. Como ya hemos visto en capítulos anteriores, sustancias estupefacientes en algunos casos tan perjudiciales como la cocaína devoradora de carne, pastillas de éxtasis ultrapotentes o marihuana adulterada. Este último caso ha sido noticia en Estados Unidos, al amanecer un parque de Connecticut con decenas de personas intoxicadas tras consumir marihuana sintética del mismo vendedor. También ocurre con el hachís, cuya adulteración está provocando paranoia.

La guerra por el tráfico de esta droga se libra cada día en el sur de España, sobre todo en Algeciras, donde los grandes narcotraficantes cuelan toneladas de hachís procedente de África. Pero, muy a menudo, cada vez con más frecuencia, esta droga contiene adulterantes, por ejemplo aceite de motor, pegamento o restos de neumáticos. ¿Por qué? Porque así pesa más el cargamento y se puede vender un kilo de hachís a un determinado precio cuando realmente el fardo contiene cincuenta gramos menos de droga, el resto es sustancia adulterante añadida.

Esta droga llega hasta Castilla y León a través de la autovía A-66 Ruta de la Plata. La provincia de Salamanca es el primer paso obligado y ciudad universitaria, de ahí que sea uno de los objetivos principales de los narcotraficantes. Aunque muchos optan por establecer bases entre el norte de Cáceres y sur charro, en la comarca de Béjar, y desde allí desplazan los cargamentos menores con destino específico hacia la capital del Tormes.

El consumo excesivo y prolongado de este hachís adulterado provoca diarrea, manchas en la piel y sarpullidos. Nada que a priori parezca grave. Pero también produce paranoia y ansiedad. Son dos síntomas cada vez más presentes en quienes se someten a tratamiento, pues los síntomas se vuelven crónicos y cada vez más problemáticos. Alteraciones diarias en la conducta y en los patrones de pensamiento, hasta a la disfunción sensorial y la pérdida de contacto con la realidad. Una paranoia cuyo siguiente paso es la esquizofrenia. Tal es el efecto destructor sobre la mente de este hachís adulterado.