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Salamanca criminal: extorsiones cibernéticas

15 septiembre, 2018 16:59

La crónica de sucesos está impregnada cada vez más con hechos delictivos hasta no hace mucho tiempo más propios de grandes urbes, de otras latitudes donde la delincuencia está a la orden del día. Pero la globalización también conlleva la expansión del delito y sus nuevas vertientes, que NOTICIASCYL les detalla cada domingo en una serie, acercándoles los detalles sobre prácticas cada vez más comunes en Salamanca.

Es el caso de los nuevos delitos cibernéticos, principalmente extorsiones, que ponen el progreso de las nuevas tecnologías al servicio de la delincuencia, como ya vimos la semana pasada con ‘deep web’, el internet oscuro. Este tipo de delitos, el denominado ‘ransomware’, por ejemplo en Estado Unidos supone unas pérdidas anuales que superan los 1.000 millones de dólares. Y es que los criminales cibernéticos secuestran los archivos de una persona o empresa para solicitar un ‘rescate’ previo pago de una determinada cantidad de dinero, o roban la información para revenderla a terceros e incluso pueden llegar a suplantar la identidad para llevar a cabo una estafa. También ocurre con los perfiles de las redes sociales, solicitando dinero bajo amenazas de publicación de información obtenida de la víctima.

¿Cómo actúan estos delincuentes cibernéticos? La intervención de un ordenador personal o de los datos de una empresa se realiza a través de un simple virus, enviado previamente a un correo electrónico. Generalmente con un gancho en el mensaje avisando de que tiene una factura pendiente de pago, que le ha tocado un premio o que determinado trámite no se ha realizado de forma correcta, principalmente pedidos de Correos o la declaración de la renta suplantando los perfiles de la empresa postal y de la Agencia Tributaria.

Así, al pinchar en el enlace que se indica, realmente se está instalando un virus que permite al delincuente, incluso en un ordenador a miles de kilómetros de distancia, ver todo lo que alguien ha tecleado (así obtienen todas las claves personales) o vigilarle a través de la cámara que ahora todos los portátiles llevan incorporada (aunque no esté funcionando y el usuario nunca la haya utilizado, estos delincuentes la activan sin que la víctima pueda percatarse). Por eso, no respondas a mails donde el nombre de la empresa se encuentre del lado izquierdo seguido por gmail, hotmail, etc. El nombre de la compañía debe aparecer después de la @.

En ocasiones es el propio usuario quien facilita los datos sin necesidad de virus alguno. ¿Cómo? A través de su curriculum a ficticias ofertas de trabajo de quienes crean un correo para acumular datos personales que después revender a terceros o utilizar para una extorsión cibernética. Los extorsionadores laborales intervienen o compran bases de datos, crean empresas o publican ofertas fantasma, con sueldos muy altos, prestaciones inigualables y promesas de contratación inmediata, lo cual sirve para obtener información y elegir a sus víctimas.

Por eso, en primer lugar, es fundamental comprobar que la página web a la que se accede comienza por https (eso significa que su seguridad está verificada). Y, aun así, evitar poner datos innecesarios como estado civil, cuentas bancarias, tarjetas de crédito o cualquier otro dato que pueda ser usado en alguna estafa o fraude. Mucho menos acceder a enviar un examen médico. Y al referir la dirección, lo mejor es sólo detallar una localidad y provincia, y sólo el teléfono móvil, en ningún caso el particular de casa (así es fácilmente localizable la dirección del domicilio).

A través del teléfono también es posible extorsionar. Son los denominados secuestros personales, en los que una persona al azar recibe una llamada de alguien que asegura tener secuestrado a su hijo o hija, empleando a un gancho cuya voz se escucha de fondo sollozando. La víctima entra en un estado de alteración y nervios que le hacen ofrecer información al extorsionador sin que llegue a solicitarla, de manera que facilitan continuar con una llamada cada vez más veraz.

En este caso, lo recomendable es no descolgar llamadas con prefijo 0056, +56 o con número oculto. En primer lugar, desconfiar si le dicen que han secuestrado a un familiar, incluso si se pone otra persona o se escuchan voces de fondo. Sin llegar a enfrentarse a la persona al otro lado del teléfono ni colgar, se debe mantener la calma pese a que el falso secuestrador use violencia verbal de cualquier tipo. Así, sin ofrecer datos, se debe hacer alguna pregunta que ponga en un aprieto al secuestrador virtual, mientras se intenta contactar con la supuesta persona secuestrada a través de otra línea o por la aplicación de mensajes WhatsApp, y si es posible grabar la conversación. Una vez desenmascarada la extorsión, apuntar el número de teléfono y avisar a la Policía Nacional. Los agentes cada vez están más preparados y cuentan con una formación más sofisticada para poder ayudar a prevenir y solucionar estas nuevas extorsiones cibernéticas.