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Salamanca criminal: la banda del 'simpa'

14 octubre, 2018 15:25

La crónica de sucesos está impregnada cada vez más con hechos delictivos hasta no hace mucho tiempo más propios de grandes urbes, de otras latitudes donde la delincuencia está a la orden del día. Pero la globalización también conlleva la expansión del delito y sus nuevas vertientes, que NOTICIASCYL les detalla cada domingo en una serie, acercándoles los detalles sobre prácticas cada vez más comunes en Salamanca.

Es el caso de los ‘simpa’. Quienes no estén familiarizados con el término, si acuden al diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, encontrarán esta definición: “Trenza hecha con cualquier material, y especialmente con el cabello”. Pero nada más lejos de la realidad. El ‘simpa’ proviene de ‘sin pagar’, es decir, abandonar un bar, restaurante u hotel sin abonar la cuenta. En la capital del Tormes, donde el turismo y la hostelería son uno de sus motores económicos, esta modalidad delictiva ha proliferado durante los últimos años al mismo ritmo que crecía el sector servicios.

Y es que Salamanca es una de las capitales de España con más bares y restaurantes por habitante. La densidad es mayor en el centro de la ciudad, donde las calles son peatonales y abundan las terrazas, sobre todo ahora que se pueden instalar hasta el 1 de noviembre, según establece la normativa municipal. Esta circunstancia, aprovechando el trasiego de clientes y la escasez de camareros en comparación con la demanda (cada vez hay más negocios que ajustan gastos con la plantilla para intentar ganar más con menos), es aprovechada por los asiduos del ‘simpa’. Durante los últimos meses hay una banda de jóvenes experta en ello en Salamanca.

Su modus operandi es precisamente aprovecharse de los recovecos al consumir en una terraza hostelera. Generalmente acuden en grupos de no más de cinco personas y piden una ronda de cervezas con sus correspondientes pinchos. Saben dónde acudir: terrazas con más de diez mesas que servir, de las que se encarga sólo un camarero, a lo sumo dos, donde algunas de las mesas estén apartadas de la puerta de un negocio sin cristales al exterior. El ‘simpa’ comienza con la mitad de los comensales levantándose como si fueran al baño, pues dejan sus móviles o alguna pertenencia sobre la terraza, pero en realidad se están marchando. El resto elige el momento adecuado para levantarse, coger las pertenencias de sus compañeros y huir del lugar. Cuando el camarero sale a la terraza, ya se la encuentra vacía.

Así han hecho ya durante varios fines de semana este verano y, por la forma y la descripción, todo apunta a que se trata de los mismos jóvenes. Y han podido seguir perpetrando sus fechorías porque al tratarse de consumiciones de veinte o treinta euros, no más dinero, la mayoría de los bares o restaurantes estafados declinan denunciar los hechos ante la Policía. Como se suele decir en el argot popular, “se la comen con patatas”.

Métodos para un ‘simpa’ hay muchos, desde los más burdos a los más sofisticados. Por ejemplo, el típico jeta que introduce pelos o moscas en la comida antes de los postres para montar en cólera y negarse a pagar la cuenta. Incluso quienes llevan un terrón de azúcar que tiene un insecto escondido en su interior y al disolverse aparece para justificar no pagar. También están quienes simulan tener una mascota atada en un árbol fuera y con la excusa de acudir a ver cómo está se marchan del bar o restaurante.

Y después están los profesionales del ‘simpa’, delincuentes habituales con métodos patentados. Por ejemplo quienes van a comer con bolsas de compra que se supone están llenas de ropa, principalmente de marcas caras, pero en realidad están repletas de papel de periódico para hacer bulto. Encima de la mesa dejan el teléfono móvil, pero con otro en el bolsillo se llaman cuando llega la hora de los postres o el café. El profesional del ‘simpa’ finge una conversación y asegurar no escuchar a su interlocutor porque no hay buena cobertura. Antes de salir le pide a otro comensal de una mesa cercana o incluso el camarero que le vigile las bolsas con ropa, que va a la puerta para tener mejor señal, pero ya no regresa.

No sólo bares y restaurantes son víctimas de los ‘simpa’, también los hoteles y pensiones. Están quienes se alojan en una habitación con un DNI falso y aprovechan aquellos que no cobran una fianza inicial, sino que esperan a pasar la cuenta al final de la estancia. En ese momento muestran una tarjeta que al facturar da error y, argumentando salir a un cajero, justificando que dejan como prueba de buena voluntad el DNI (falso) ya no regresan. Métodos que no siempre salen como el delincuente espera y al final el ‘simpa’ termina siendo un ‘sinsa’, sin salir del calabozo de la Policía.