El Día de Todos los Santos genera un movimiento inusual en el cementerio de San Atilano de la capital, donde el gris predominante a lo largo del año se cambia por el colorido, por la emoción y sobre todo, por el recuerdo y la nostalgia.

Miles de zamoranos peregrinan desde primera hora de la mañana hasta el camposanto, en un día frío pero soleado. Pero el trasiego de personas se ha hecho patente durante los últimos días, pues muchos ya han ido acudiendo hasta el cementerio para limpiar sepulturas, colocar centros de flores y tener todo listo para homenajear a sus seres queridos.

En un mundo en el que no hay tiempo para pararse a pensar, muchos vuelven a echar la mirada atrás recordando quiénes son y de dónde vienen.

Un homenaje a todos los fallecidos que acabará, sin duda, con buñuelos, huesos de santo y chocolate con churros.