El Juntacadáveres de Onetti se coló en Tordesillas
Mientras Luis Falcón, ese portugués errante, conducía el coche de Noticiascyl hacia Tordesillas, en pos del homenaje que iba a tributarse en el monasterio de las Claras a todos los procuradores de las Cortes de Castilla y León, nuestra mente, por esas asociaciones caprichosas que fascinaban a los surrealistas, se entretenía en el recuerdo de Juntacadáveres, la pintoresca novela de Juan Carlos Onetti sobre el prostíbulo de viejas meretrices.
El día clareó frío y abigarrado de nubes y no invitaba al viaje. Una jornada propicia para ‘tumbaos’, como el propio Onetti, que incluso escribía en la cama sin parar de fumar cigarrillos. Pero la curiosidad por ver congregada a la patulea de procuradores que han formado parte de las Cortes de Castilla y León desde sus inicios en 1983, más de 400, hizo que nos pusiéramos en carretera.
A muchos de ellos llevábamos sin verlos desde hace más de veinte años. Parecía como si el tiempo no hubieran pasado en algunos, acaso en los menos, pero otros, después de tan dilatado lapso, tornaban de repente como ancianos y aquejados de achaques, perceptibles mayormente en los remos. Visiones impactantes, sin duda. El monasterio de las Claras de Tordesillas, importante símbolo autonómico (en él se celebró en 1983 el primer pleno de las Cortes de Castilla y León de la etapa democrática) convertido de pronto en un Juntacadáveres de la política regional, ay.
Resultó un homenaje emotivo aprovechando el 35 aniversario del Estatuto de Autonomía de Castilla y León. Intervinieron los seis presidentes que ha tenido el parlamento regional, cuatro hombres y dos mujeres, la última y actual Silvia Clemente, segoviana lista y decidida sobre la que todos coinciden en que “los tiene bien puestos”, quien deslumbró a la parroquia con un vestido y un abrigo de alta costura de un rojo ardiente que dilataba las pupilas.
El acto sirvió no solo para el reencuentro de viejos amigos o conocidos. También para establecer paralelismos entre la vieja y la nueva política. Curiosamente, nos abocamos hacia una nueva legislatura que guarda muchas similitudes con la de 1987, cuando un joven Aznar se hizo con la presidencia de la Junta de Castilla y León gracias al apoyo que recibió de los 18 procuradores del Centro Democrático y Social (CDS).
Si en aquel momento el CDS no hubiera avalado a José María Aznar (un sostén que a la postre acabaría con los famélicos seguidores crepusculares de Adolfo Suárez, lo que en política se denomina ‘abrazo del oso’), el futuro del propio Aznar y la política reciente de Castilla y León y de España hubieran sido muy distintos.
En mayo de 2019 se celebrarán elecciones municipales y autonómicas en el grueso de las Españas. Las mayorías absolutas serán muy escasas y se impondrán los gobiernos de coalición en ayuntamientos, diputaciones y Junta de Castilla y León. Todo se antoja precario ante el panorama inestable que se dibuja a partir de mayo. La única certidumbre es que, suceda lo que suceda, Ciudadanos estará en cualquier combinación de gobierno, bien con PP, bien con PSOE.
Un antiguo militante del CDS, escarmentado por lo que sucedió a esta formación a partir de 1987, advertía al concluir el homenaje a los procuradores regionales del peligro que supondrá para Ciudadanos cualquier pacto de gobierno con el PP. A su juicio, su salvación estará en pactar con el PSOE, lo cual conllevará de paso inocular el cartucho de dinamita bajo las plantas del oso, o sea, el partido de Pablo Casado. El verdadero enemigo de Ciudadanos es el PP, y el del PSOE, los chicos de Pablo Iglesias.
Se comentaba en Tordesillas que Pedro Sánchez, por cuestión de estrategia, no convocará elecciones hasta después de que se celebren las municipales y autonómicas. El PSOE aguardará al desgaste de Podemos en esos comicios. La caída electoral de la formación de Iglesias permitirá al PSOE hacerse con el poder en instituciones locales y en autonomías donde Podemos manda hoy por un exiguo margen.
Será en ese momento cuando Sánchez se lance plenamente a la arena electoral, desde la posición ventajosa que le da el control del gobierno de las Españas y con el respaldo de una gran parte del poder municipal y autonómico. Sus expectativas, piensa, serán bastante mejores entonces.
Y el acuerdo PSOE-Ciudadanos si los números salen para formar gobierno nacional, es visto por algunos como algo inevitable. Ambas formaciones ganan, la una por su izquierda y la otra por la derecha. A mayores, la presión que por la derecha ejerce Vox sobre los populares, que preocupa y mucho porque sus votos no le darán escaños, pero sí le privarán de ellos al PP.
Entre tanto, al candidato popular en Castilla y León, Fernández Mañueco, se le ponen las cosas más cuesta arriba. El ciclo al alza del PP parece concluido. Y el nerviosismo cunde en sus filas ante la que se avecina. El PSOE, reforzado con la victoria de Pedro Sánchez, se muestra unido y afronta la cita electoral con ilusión y ganas. A mayores, dos partidos de nuevo cuño, Ciudadanos y Vox, que lo acosan por los flancos como a las huestes de Napoleón los guerrilleros del cura Merino o el Empecinado, Alfonso, ay.