¿Dónde está José Antonio Martínez Bolos? Pistas e hipótesis
El pasado 14 de noviembre, sobre las 19:00 horas, desaparecía José Antonio Martínez Bolos, de 72 años. Paseaba con su mujer por la calle Azafranal, ella se detuvo en un escaparate y al girarse ya no estaba su marido. Recorrió los alrededores pero nada. Ni rastro. Desde entonces no se ha vuelto a saber nada de él y tanto familiares, amigos y decenas de voluntarios, como Policía Nacional, Guardia Civil, Protección Civil y Bomberos realizan una búsqueda a ciegas, como si buscaran una aguja en un pajar.
En el momento de la desaparición José Antonio llevaba una cazadora verde, pantalones del mismo color y zapatos oscuros. Hay quienes aseguran haberle visto, o al menos alguien con esa descripción, al día siguiente en la carretera junto al Centro Comercial El Tormes y el domingo 18 en la estación de autobuses. Pero no son pruebas a tener en cuenta al cien por cien, sobre todo porque en el caso de la estación, si llevaba la misma ropa, ¿dónde había pasado las cuatro noches y tres días anteriores?
De momento la única pista fiable es un vídeo de seguridad de la calle Toro que registró a José Antonio andando, pero era minutos y cerca del lugar de su desaparición, por lo que no puede aportar un recorrido a seguir. Una hipótesis, la que se pone en lo peor, apunta a que pudo desorientarse, pues padece alzheimer, y siguiera andando hasta que le sorprendiera la noche o se quedara sin fuerzas. Pero las continuas batidas que se realizan todos los días han inspeccionado ríos, riberas, maleza, edificios, naves industriales, descampados, caminos... decenas de hectáreas han sido rastreadas sin éxito, hasta realizándose croquis sobre planos del extrarradio de la capital, municipios del alfoz, comarcas de Alba, Peñaranda y Las Villas, principalmente. También se ha avisado a ciclistas, senderistas, cazadores y pescadores, y nada de nada.
El Grupo Especial de Operaciones (GEO) de la Policía Nacional y guías caninos se han centrado en las riberas del río Tormes, atendiendo a la hipótesis de que José Antonio caminara hasta el río y entonces, lamentablemente, haya que buscar su cadáver. Por eso los agentes rastrean no sólo entre los juncos y la maleza, también con lanchas entre las zonas donde el agua está empantanada e incluso en las profundidades del río.
Más optimistas son familiares, amigos y decenas de voluntarios que desde hace casi dos semanas están pateando toda la ciudad y municipios del alfoz para colocar carteles en farolas, vallas, tiendas, portales, garajes... allá donde se puede y les dejen, pues también se han encontrado con imbéciles (por decir algo suave) que arrancan la foto de las farolas o personas con escasa conciencia que han impedido colocar el cartel en su establecimiento.
Una de las hipótesis que se baraja es que José Antonio, en una de las crisis provocadas por el alzheimer en las que su cerebro se marchaba a Teruel o Suiza, hubiera cogido un autobús o un tren. En contra de esta teoría, que no llevaba más de cinco euros en la cartera y apenas una fotocopia del DNI. A favor, que el no haberle encontrado dos semanas después ni tener pistas sobre su paradero puede responder a que está en otra ciudad acogido por alguien que desconoce su desaparición y el alzheimer ha hecho el resto. Por eso se ha distribuido la foto entre camioneros y otras estaciones. Mientras tanto, la búsqueda no cesa.
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