La contracrónica del pleno de investidura: el Mundial de Sudáfrica
La toma de posesión de Carlos García Carbayo como alcalde de Salamanca fue sonada y sonora. Sonada por esperada desde hace meses, en que la renuncia de Alfonso Fernández Mañueco se fue retrasando por motivos ajenos a su voluntad (moción de censura al Gobierno, nuevo presidente del Partido Popular, elecciones en Andalucía…). Sonora porque durante todo el pleno extraordinario en el Ayuntamiento no se paró de escuchar los pitos, gritos, petardos y sirenas de agentes de la Policía Local protestando por la incumplida promesa de subirles el sueldo y mejorar su plantilla y medios (por cierto, pararon durante el minuto de silencio que se guardó por Laura Luelmo y las últimas víctimas de violencia de género).
Primera patata caliente para Carbayo, apaciguar estos ánimos. De hecho, mientras recibía la banda de alcalde y el bastón de mando, de fondo se escuchaba “Carbayo dimisión”, grito de policías locales a escasos metros. La sonrisa fue general en los presentes, porque estaba tomando posesión y ya le pedían que se fuera. No los cien días de gracia le han dado, ni un minuto ha tenido. Eso sí que es exigencia. Y tanto era el ruido que parecía el Mundial de Fútbol de Sudáfrica, con la hinchada animando con sus vuvuzelas. Pero no. ¿Quién marcará durante estos meses los goles, el nuevo alcalde o la oposición?
El primero lo ha marcado Carbayo, pues comienza con una lección de ética. Su mujer trabajaba en el departamento de comunicación del Ayuntamiento, trabajaba, porque ya no lo hará. No era incompatible, primero porque se trata de un cargo de confianza, y lógicamente el PP no va a poner a alguien de Podemos, y segundo porque ha demostrado ser una periodista merecedora del puesto y trabajadora incansable. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, por ejemplo, entre las primeras cosas que hizo fue enchufar a su mujer.
Pero vayamos al interior del salón de plenos del Ayuntamiento de Salamanca, abarrotado por el público presente para respaldar al nuevo alcalde. Entre las autoridades, el presidente de la Diputación de Salamanca, Javier Iglesias; su vicepresidente, Carlos García Sierra; y el delegado territorial en Salamanca de la Junta de Castilla y León, Bienvenido Mena. También familiares y amigos de los protagonistas, como no podía ser de otra forma.
La sesión comenzó con Carmen Sánchez Bellota presidiéndola, precisamente quien durante algún tiempo sonó también como posible alcaldesa sucesora de Mañueco. Ocupando un lugar destacado, María José Fresnadillo como teniente de alcalde. Emilio Arroita tomó posesión como concejal del Partido Popular, algo que no es nuevo para él, pero tanto ha pasado desde entonces que Sánchez Bellota tardó en poder ponerle la insignia, entre la sonrisa de los presentes, y después Arroita fue saludando uno a uno a todos sus compañeros.
Y llegó el momento cumbre, la votación para el nuevo alcalde. Secreta, por cierto, introduciendo cada concejal un sobre con el nombre de uno de los candidatos en una urna. Hubo algún rumor que otro en la sala. ¿Voto secreto? ¿Alguna sorpresa de última hora? No. Cada candidato de cada partido recibió el apoyo de sus concejales. Sólo a destacar que el PSOE tuvo seis porque Mar Fuentes no tomará posesión hasta el próximo pleno en sustitución de la recientemente fallecida Pepita Mena, y es que reside en Eslovaquia, donde es profesora de español, y no ha podido viajar para este jueves.
Las intervenciones de todos los portavoces y el nuevo alcalde vaticinan que habrá buenos debates hasta las elecciones, porque Carbayo no se muerde la lengua, le gusta el debate y ya en su primer discurso tuvo puyas para la oposición, las más duras contra Ganemos y su portavoz Virginia Carrera, recordando la condena por injurias a policías a su compañero Gabriel de la Mora. Al portavoz del PSOE, José Luis Mateos, le dijo que es amigo de Pedro Sánchez. Y eso que es amigo de Eduardo Madina, rival del presidente del Gobierno en las primarias socialistas, y después se postuló por Susana Díaz. Y para el portavoz de Ciudadanos, Alejandro González, a quien desde el público calificaron como previsible y plano, ni tuvo palabras expresas. ¿Estrategia preelectoral, ignorar en lugar de atacar, o no querer cabrear a quienes considera aliados? Por cierto, uno de los ediles naranjas, Fernando Castaño, casi se pierde la foto oficial de la nueva Corporación. Es peculiar hasta para eso.
Nada que ver Carbayo con Mañueco, siempre más políticamente correcto. "Ha vuelto Lanzarote", decían desde el PSOE al terminar el pleno conparando los excesos verbales del nuevo alcalde con quien tuviera el bastón de mando durante dieciséis años. ¿Será Carbayo también reivindicativo con las demás administraciones, aunque estén gobernadas por el Partido Popular? La respuesta a esta pregunta la iremos viendo hasta mayo. Luego, la contestarán los ciudadanos en las urnas, dirimiendo a quién envían al banquillo, quién quieren que sea su entrenador y a quienes le marcarán goles. El PP es ahora como un equipo de fútbol, un entrenador y once jugadores (doce ediles en total en un equipo de gobierno sin apoyos). ¿Ganará la liga en mayo? ¿O descenderá de categoría?