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Cuarenta años de la catástrofe de Muñoz. ¡Qué tragedia!

21 diciembre, 2018 15:08

"Que viene el tren, que viene el tren, no libramos", advirtieron los niños que viajaban en el autocar a su conductor cuando vieron que una máquina de tren se aproximaba al paso a nivel que el autobús se disponía a cruzar. "Pasamos, pasamos", dijo Sebastián Aire, de veinticuatro años, que no hizo caso a la advertencia de los pequeños. Y la máquina arrolló al autocar partiéndolo por la mitad. La parte delantera era arrastrada 150 metros, mientras el techo del autobús quedaba incrustrado en la máquina, que logró detenerse a unos doscientos metros del paso a nivel. Veintiséis cadáveres de niños entre ocho y doce años quedaron sobre las tierras heladas, mientras cerca de cincuenta permanecían gravemente heridos, dos de los cuales fallecieron posteriormente en el hospital. Algunos con pequeños rasguños no se atrevieron a moverse de los lugares en que habían quedado. En el autocar viajaban en el momento del accidente cerca de noventa muchachos, que acudían a la escuela. Eran las 9.10 de la mañana del 21 de diciembre de 1978. Así lo narraba en las páginas de El País María del Mar Rosell.

"Lo único que podía hacer era venir a verle", dijo la reina doña Sofía a algunos familiares de los niños heridos en el accidente del paso a nivel de Muñoz, que se encontraban en el salón de actos del Hospital Clínico de Salamanca. Las lágrimas y las escenas emotivas se repitieron durante la visita de la Reina, asimismo visiblemente emocionada, a los centro en que se encuentran hospitalizadas las víctimas del accidente. Mientras visitaba a los heridos y conversaba con los familiares de las víctimas, una mujer recordó a la Reina que su hijo, muerto en el accidente, había nacido el mismo día que el príncipe Felipe, a quien siempre escribía para felicitarle. La Reina, con signos de emoción, sólo pudo responderle mientras la besaba: "Qué tragedia".

En el autocar de la empresa Hermanos Martín, de La Fuente de San Esteban, viajaban niños de Carrascalejo, La Sagrada, San Muñoz, Ardonsillero y Muñoz. El vehículo acababa de recoger a unos veinte niños en este pueblo, y se dirigía hacia La Fuente de San Esteban, donde se encontraba el colegio nacional al que acudían habitualmente los niños de estas localidades. El paso a nivel se encontraba en el camino vecinal que une Muñoz con la N-620, en el kilómetro 53,100 de la línea férrea Medina del Campo-Fuentes de Oñoro, y a poco más de cincuenta kilómetros de Salamanca en dirección a la frontera portuguesa. Dicho paso a nivel, clausurado poco después del accidente, daba servicio al entonces único camino pavimentado de acceso a la localidad de Muñoz.

En el momento de producirse el accidente viajaban en el vehículo 97 personas, de los cuales 95 eran escolares con edades comprendidas entre los seis y los catorce años. Las únicas personas adultas que viajaban en el autobús eran el conductor, que en la fecha del accidente contaba 24 años de edad, y un hombre de 57 años, vecino del pueblo de La Sagrada, padre de uno de los menores que viajaban habitualmente en el autobús, que había pedido permiso al conductor para subir al vehículo a fin de acompañar a su hijo al centro de salud de La Fuente de San Esteban por hallarse este último enfermo.

De las treinta y dos víctimas mortales finales del accidente, dieciséis procedían de la localidad de La Sagrada, once de San Muñoz, tres de Ardonsillero y dos de Carrascalejo de Huebra, mientras entre los seis niños que subieron al autobús en Muñoz solamente se contó un fallecido.

Considerando los diversos factores, todo parece indicar que el accidente se debió a una distracción por parte del conductor del autobús. La causa penal por el accidente se celebró en la Audiencia Provincial de Salamanca entre abril y julio de 1981; de acuerdo con la información publicada en diversos medios de prensa de la época, en el juicio el conductor del autobús resultó condenado por el delito de imprudencia temeraria.

Un año después de la catástrofe, se construyó un nuevo acceso a la localidad de Muñoz desde la carretera nacional 620 que salvaba la línea férrea por medio de un paso superior, a fin de evitar que los autobuses escolares tuviesen que volver a cruzar el paso a nivel en el cual se produjo el accidente.

El recuerdo de los fallecidos

Monumento en recuerdo a los fallecidos en el accidente de Muñoz

El Gobierno Civil de Salamanca facilitó a las ocho de la tarde de aquel mismo día la relación de las veintinueve personas que perdieron la vida en el accidente de Muñoz. Junto a veintiocho niños figur-baa un señor de 57 años, Eutilio Benito González, que había montado en el autobús para dirigirse a una población vecina donde tenía intención de coger un autocar para transporte de viajeros. Gran parte de los niños fallecidos eran vecinos de La Sagrada: Francisco Martín Arriba, de doce años; Miguel Angel Martín de Arriba, de ocho; Manuel Javier Martín de Arriba, de seis; Fernando José Benito Sancho, de seis; Florencia Benito Sánchez, de siete; Rosa Pérez de Arriba, de ocho; María Belén Pérez de Arriba de diez; María José Pérez Sánchez, de once; José María Hernández Castaño, de once; Carlos Javier de Arriba Pérez, de doce; Vicente Castaño Castaño, de once; Vidal Castaño Castaño, de nueve; José Antonio de Arriba Martín, de seis; inmaculada Castaño González.

Nueve de las víctimas residían en San Muñoz: María del Pilar López Ramos, de once años; Arageme Montejo Martín, de trece; Juana Rodríguez López, de catorce; Antonio Sánchez Lorenzo, de trece; Genaro Tocino Calvo, de doce; Manuel Ramos Mateo, de doce; Ramiro Lorenzo Arrojo, de trece; Agustín Calvo Montejo, de doce; Vícenta García Vidal, de catorce.

Dos de los niños fallecidos, Mercedes Baras Roncero, de diez años, y María José Moro García, de once, eran naturales de Carrascalejo. Entre los fallecidos únicamente figuraba un residente en Muñoz: Pedro Velasco García, de siete años.

En la relación de víctimas figuran también las niñas Caridad Baguero Hernández, de doce años, y su hermana Julia, ambas vivían en la pequeña finca de Ardoncillero.