Ejemplos de superación: Gabriel Alonso, el reportero más dicharachero
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La vida siempre pone a prueba al ser humano. La caprichosa montaña rusa transcurre entre altibajos que obligan a adoptar una posición ante las adversidades. Y siempre se puede elegir entre dejarse llevar por la inercia o intentar marcar el rumbo hacia una meta más próspera. NOTICIASCYL inicia una serie dominical con los testimonios de salmantinos que no se resignaron ante su destino y decidieron luchar para sortear cada día los obstáculos. Así, se han convertido en ejemplos de superación cuya historia puede ser el espejo donde mirarse otros en su misma situación.
Gabriel Alonso es el primer protagonista. Tras una intensa y larga vida profesional, su pasión por la fotografía le llevó a iniciar el nuevo siglo como reportero gráfico. El reportero más dicharachero de Salamanca. Siempre con una sonrisa en la boca. Siempre bromeando. No había evento en el que no estuviera su objetivo para inmortalizar la vida social de la capital charra, sobre todo si se trataba de cofradías y hermandades de la Semana Santa. Y precisamente durante la Pasión de 2017 cambió su vida.
Gabi, como es conocido popularmente, sufrió una herida en un pie, pero no le dio importancia y continuó trabajando, haciendo fotos de las procesiones de Salamanca. Cuando se levantó días después, Viernes Santo, “el pie estaba negro”. Era septicemia y el ultimatum en el hospital fue demoledor tras complicarse la infección: o le amputaban la pierna o su siguiente reportaje era el cementerio.
Al despertar una pesada losa se colocó sobre su cabeza, pero rápidamente la esquivó. El apoyo de su familia también fue fundamental. “Enterrarse en vida no procede. He tenido esta desgracia, pero me fui autoanimando con vídeos y fotos. Veía el muñón y le echaba ganas. Me propuse volver a caminar y cada día que transcurría era un paso más”, recuerda. Y así fue.
Los primeros ejercicios llegaron con silla de ruedas. Después, con dos muletas. A continuación solo una. Y una nueva pierna metálica ocupó el vacío. “La primera vez parecía que me iba a caer y ahora puedo valerme por mí mismo porque no me rendí (con una pierna que pesa tres kilos y medio, con la que sigue realizando ejercicios cada día). Hay gente que desconocía lo que me ocurrió y al verme con la muleta me pregunta si tengo un esguince”. A él mismo también le sucede. “Es cierto lo del miembro fantasma, la sensación de picores, o pinchazos en un talón que no existe durante los primeros meses. Tengo en el muñón un nervio suelto que si toco ahí envía al cerebro la orden de un pinchazo en el talón. Es increíble”.
No ha sido fácil para Gabi en un día a día cargado de escalones. “Es cierto que mentalmente tienes momentos de bajón, y piensas por qué a mí, pero son segundos, si ha sido así por algo será”. El apoyo tantos amigos y conocidos era una inyección de moral, ya fuera en persona o a través de las redes sociales con mensajes y comentarios a las fotografías que Gabi iba difundiendo sobre su proceso de recuperación (como buen reportero gráfico, no dejó ni una semana de mostrar sus avances).
Los escalones más visibles son los físicos, “una vez me caí en la calle Toro, pero igual que uno se cae en la vida, se levanta y sigue adelante”. De hecho, no cogió miedo, al contrario, más valor. Y paso a paso, día a día, semana a semana, mes a mes, volvió a caminar. “Rendirse no es una opción”.
De aquella experiencia nació un espíritu reivindicativo que ha derivado en una batalla sin cuartel contra las barreras arquitectónicas. Correos en la Gran Vía le saca de quicio, porque lleva un año recibiendo largas para que se instale una rampa para personas con discapacidad. El edificio de Hacienda, por su parte, dispone de un acceso en otra calle que la mayoría de las personas desconoce, mientras que en la Subdelegación del Gobierno el acceso es parcial. Son sólo algunos ejemplos de los muchos edificios públicos con deficiencias en materia de accesibilidad. “Yo dentro de lo que cabe puedo subir y bajar, pero mucha gente no. Un día voy a pedir permiso y organizar una manifestación delante de Correos”, asegura. Esta vez no bromea, porque es su nueva misión, facilitar la vida a tantos que se encuentran barreras por doquier.
Pero los escalones más difíciles de subir son aquellos que no se ven y son un defecto de la sociedad. Gabi ya no puede seguir trabajando como fotógrafo de prensa “pero me dicen que sí puedo coger un teléfono y trabajar en otra cosa”. Tiene derecho a apenas 470,93 euros al mes por una incapacidad permanente, calculada a partir de sus últimos ocho años laborales, cuando llevaba trabajando más de 35. Por si fuera poco, la Seguridad Social no llegó ni a sufragar la mitad del coste de su pierna ortopédica, cuyas mejoras necesarias para ganar en movilidad también se las tiene que costear. Aún tiene 2.200 euros pendientes de pago por parte del Estado “y seguro que no me darán el cien por cien”.
Actualmente Gabi vive con su padre de 88 años en un piso sin ascensor, para más inri. Tras el fallecimiento de su madre, no le queda otra opción. Si trabaja, tiene que contratar a alguna persona para que acompañe a su padre, y económicamente no podrían permitírselo. “Así que hay que echarle un par a la vida. Las camas las hago yo, la comida... mi importancia vital es mi padre, ayudarle en lo que le quede”.
El resto del tiempo, la fotografía sigue siendo su pasión. Y un pasatiempo. “Hago otro enfoque diferente a lo que pasa en Salamanca y subo las fotos a mi perfil de Facebook, o hago montajes que regalo a mis amigos”. Tiene tantos, que las peticiones se le acumulan. Incluso de su época como fotógrafo de prensa. De hecho, dispone de discos duros con 595.000 fotografías de los últimos quince años. Las imágenes digitales, porque en todos los periódicos de la provincia charra hay negativos suyos, algunos de hace incluso treinta años.
Gabriel Alonso es un claro ejemplo de superación, de cómo buscar el lado bueno de las cosas, como rezaba la oscarizada película. Ahora suele ir al hospital para dar testimonio de su experiencia a otras personas amputadas. Las pulseras que luce en las muñecas lo reflejan bien claro: ‘Prohibido rendirse’, ‘Nunca te rindas’ y ‘Para atrás ni para coger impulso’.