Silvia Clemente, la nueva generala de Ciudadanos en Castilla y León
Por la céntrica calle Santiago vallisoletana se deslizaba esta mañana un suave aroma a azahar. La grey periodística andaba expectante y azacaneada frente a la sede regional de Ciudadanos Castilla y León con motivo de la rueda de prensa anunciada para la puesta de largo de Silvia Clemente, a la cual asistiría José Manuel Villegas, secretario general de la formación, como emisario suave e implacable de Albert Rivera e Inés Arrimadas.
Y en eso, ambos aparecieron de pronto caminando como si tal cosa por la calle, con Silvia destilando cierto nerviosismo inicial. Al fin y al cabo, los hechos se han sucedido tan vertiginosamente que no ha tenido tiempo de acomodarse a las nuevas circunstancias y cambiar los esquemas mentales.
Todo, o casi todo, se había dicho ya la tarde antes. Así pues, de lo que se trataba con la rueda de prensa era de presentar a Silvia vestida con la camiseta naranja y escenificar al tiempo el total apoyo a la operación tanto de la dirección nacional como de las estructura regionales y provinciales de Ciudadanos en Castilla y León.
La fotografía de Silvia con la blusa naranja, flanqueada por Villegas, cuatro de los cincos procuradores regionales (Luis Fuentes, José Ignacio Delgado, David Castaño y Belén Rosado, en representación de Valladolid, Salamanca, Burgos y Ávila (Mitadiel, de León, no pudo estar presente por motivos personales), y la diputada provincial de Valladolid Pilar Vicente, no precisaba de texto alguno para entender lo que sucedía: toda la organización ha acatado con encomiable disciplina la controvertida decisión adoptada por el mismísimo Albert Rivera.
Conque las opciones de Francisco Igea en las primarias -ya lo dijimos ayer- nos parecen escasas. Cabe incluso la posibilidad de que acabe renunciando para no obstaculizar la estrategia de la dirección nacional.
En un primer momento, las estructuras provinciales de Ciudadanos encajaron mal la operación, pero parece que la mayoría, salvo algunas excepciones (se han producido o ha habido amenazas de dimisiones de un par de concejales en Salamanca y Zamora) ha aparcado finalmente sus convicciones personales y han acatado las directrices de su baranda nacional. O lo que es lo mismo, han cerrado filas en torno a la que se presume será la nueva líder de Ciudadanos en Castilla y León, la segoviana Silvia Clemente Municio.
En el PP de Alfonso Fernández Mañueco, según comprobamos poco después en el acto institucional en las Cortes de Castilla y León, que celebraban el 36 aniversario del Estatuto de Autonomía, tratan de restar importancia al portazo desairado de Silvia Clemente. Pero en el aire se respira un temor contenido a las consecuencias electorales imprevistas que pueda tener este fichaje estelar de Ciudadanos.
De la noche a la mañana todo ha cambiado. Y Ciudadanos amenaza con convertirse en el partido protagonista en las inminentes citas electorales. Quienes conocen a Silvia Clemente (y acaso mejor que nadie el propio Alfonso Fernández Mañueco) saben que será una adversaria política formidable: por su popularidad al cabo de 20 años ocupando cargos políticos de primer nivel, por su conocimiento del territorio y de las gentes de Castilla y León, por su capacidad de trabajo -es mujer incansable- y por su intuición política. Porque, no lo olvidemos, Silvia Clemente, además de mujer, lo cual será otra novedad en la campaña, probablemente igual que el propio Mañueco, es un auténtico ‘animal político’.
Al PSOE de Luis Tudanca le viene muy bien la entrada en la escena política de Silvia Clemente en la formación naranja. Porque la baza del PSOE de Castilla y León será la aritmética, que sus números y los de Ciudadanos den para formar el gobierno regional. Este es el gran temor del PP.
Conque, todo augura fuego cruzado contra Alfonso Fernández Mañueco, el cual no vive sus mejores momentos, con su partido sumido en fuertes controversias internas tras el último congreso regional, heridas que no ha sabido suturar, y los ojos de Génova, 13 observándole nerviosos ante la espantada abrupta de la Clemente y ante el riesgo inminente de que el famoso ‘granero de votos’ de Aznar, Lucas y Herrera pase a ser historia fagocitado por el fuego de las disputas internas.
Y en medio de esta vorágine, la incertidumbre de Vox. Conque, que Dios nos coja confesados.