Las Universidad a Distancia de Zamora iniciaba hoy su Congreso "Queda mucho por decir sobre la Guerra Civil", con las ponencias de los expertos Eduardo González, Universidad Carlos III de Madrid y Ricardo Robledo, Universidad de Salamanca. NOTICIASCYL Zamora ha hablado con ellos tras sus ponencias.

Para comenzar este Congreso, hay que hacerlo por el principio, por la II República. ¿Cómo pudo influir o no este gobierno en el estallido de la Guerra Civil Española?

Ricardo Robledo: Es un fenómeno muy complejo, por lo que no se puede atribuir a una sola causa y sobre todo en que durante los años o meses previos a la guerra hubiera ya una prima que propiciara el estallido.

Eduardo González: Había una tensión, pero no hubo una pre-guerra como tal.

La reforma agraria de aquella época ha sido uno de los puntos centrales de esta charla como parte "detonante" del conflicto. ¿Qué pasaba en la sociedad rural española?

Ricardo Robledo: Por primera vez, se intervino y reguló el mercado de trabajo, y al mismo tiempo, una de las promesas de la República fue la realización de una reforma agraria. Entonces van a ser los conflictos en el mercado de trabajo y la esperanza de la aplicación de esta reforma, lo que va a caldear la dinámica de los pueblos, en este caso más en la zona de Andalucía. Esto da a entender que en la Guerra Civil hay muchos conflictos, sobre todo de carácter local, con pequeños grupos sin organización concreta que se fueron caldeando.

¿Podríamos decir entonces que se produjo de forma improvisada?

Eduardo González: La violencia política fue fortuita, enfrentó a vecinos, compañeros de trabajo. No es una violencia de tipo fascista o nazi realizadas paramilitarmente. Son todo reyertas en torno a estatus y poder, por causas muy diversas.

En mi intervención he intentado exponer cómo era el orden público, y cómo la violencia, en cierto modo, pudo justificar el estallido de la Guerra Civil. Intento explicar que la movilización obrera no iba hacia una revolución, sino simplemente hacia una distribución del poder local sin tener ningún proyecto revolucionario organizado. No existe ningún plan de asalto revolucionario como se decía en su momento para el 1 de agosto, por ejemplo, como justificación al golpe que luego dieron como supuesta respuesta los militares. Quiero decir, que la izquierda en el sur no estaba en contra de la República, sino que quería defenderla de la amenaza fascista.

También he relatado que el gobierno de aquella época no fue débil, ni permisivo con la violencia política. Sino que implementó medidas contra el orden público, que lleva incluso al abuso de poder. Quien más mata durante esta época fueron los policías, más que cualquier grupo obrero o de derechas.

Por último, he destacado que el Golpe de Estado no se inventa en el 1936 como reacción ante una amenaza revolucionaria, sino que se está diseñando desde muchos años atrás. Prácticamente desde 1931 ya hay conatos de golpe de estado y posteriormente cuatro etapas golpistas. Se estaba preparando sucediese lo que sucediese en el Frente Popular.

Entonces, ¿se aprovecharon y organizaron los golpistas el golpe aprovechando estas pequeñas revueltas locales?

Eduardo González: Fue una coartada. Esa revolución se sustentaba en base a una serie de intereses sociales y económicos, que se veían amenazados por una política reformista.

Ricardo Robledo: Por eso no tiene mucho sentido la utilización que se hace de la República como un gobierno ineficaz. Se ha tratado injustamente de afirmar que habían falsificado las elecciones del Frente Popular, que se explicarán a lo largo del Congreso.

Con esto queda claro que la República y la Guerra sigue teniendo una utilización política, más con el resurgimiento de la extrema derecha en el país. Con lo cual, el Congreso lo que intenta es cribar los argumentos que hacen cada vez menos consistente esta visión instrumentalizada del golpe militar. Es algo menos que un despropósito.

¿Puede ser que a día de hoy se pueda aprovechar lo que pasó durante el Golpe de Estado y la Guerra Civil, responda al desconocimiento generalizado del conflicto en España?

Eduardo González: Nos comentaba Ángel Viñas que en las últimas encuestas demoscópicas, solo el 2% de la población le interesa el tema de que Guerra Civil. Por tanto, el desconocimiento hace que siga siendo un arma arrojadiza de tipo político.

¿Tiene algo que ver con la peculiar Transición que tuvimos, muy distinta a la de otros países europeos como Alemania o Italia?

Eduardo González: El fascismo murió en la cama, entonces... Es un elemento fundamental para entender las consecuencias memoriales que esto ha tenido.

Ricardo Robledo: La Ley de Amnistía de alguna manera consolidó mucho más esto. Hay algo muy importante a tener en cuenta y es que en España no se ha hecho duelo todavía y eso hay autores alemanes que dicen que si una sociedad no ha hecho el duelo no supera el trauma.

Eduardo González: Por lo tanto, no es un capricho de los políticos sino una urgencia social, el dar carpetazo final a la Guerra Civil mediante el tema historiográfico, mediante el proceso de memoria histórica. El Valle de los Caídos, por ejemplo, es una anomalía histórica en si misma, impensable en cualquier otro país.

Volviendo a las ponencias, antes comentaban que las revueltas agrarias se daban fundamentalmente en Andalucía. ¿Por qué en la zona de Castilla no?

Ricardo Robledo: Porque la sociedad rural tenia un componente distinto en nuestros pueblos. Más quien menos tenía acceso a medios de subsistencia, un huerto, el monte o la dehesa. En Andalucía no había tierras comunales desde hacía tiempo, es decir, no había el soporte de instituciones comunales, que no es que en Castilla hubiera muchas, pero los ayuntamientos tenían bienes comunales. A parte de eso, la estructura social es más bien de pequeño propietarios, aunque hubiera algún gran latifundio, no era lo habitual.

No es que en esta tierra fuésemos más conformistas.

Ricardo Robledo: No, pero la gente que posee algo, por poco que sea, es mejor que nada. Luego también la dinámica ideológica es distinta. Es decir, en Andalucía el anarquismo arraigó muy pronto y uno de sus elementos clave es el laicismo y su lucha contra la Iglesia. Por lo tanto, ya había un poso desde la I República, de campesinos que recibían este tipo de propaganda.

En cambio, en esta zona la Iglesia Católica tenía un poder muy importante. Las cámaras agrarias y los sindicatos católicos tenían la clave. Curiosamente, cuando el Andalucía había conflictos sociales, los propietarios lo que hacían era impostar el modelo castellano y apoyar la promoción y creación de sindicatos católicos, que una vez desaparecía el conflicto, desaparecían. Son como una "píldora" ante una fiebre social, pero que luego no arraigan.