El escritor y periodista Paco Cañamero saca a luz un nuevo libro, en esta ocasión el libro que nadie quiere escribir, pero el libro que más ha marcado su vida, como marcó aquella mañana del 21 de diciembre de 1978, cuando entraba la Navidad. 'Una mañana de diciembre...' es el título de la narración, como si fuera en primera persona a pesar de que por entonces tenía 11 años y era alumno del Colegio Público Comarcal Nuestra Señora de los Remedios de La Fuente de San Esteban. Es el vivo relato, a corazón abierto y emoción contenida, del tremendo drama del accidente de Muñoz.
El acto de la presentación, que corrió en un repleto Palacio de Figueroa de Salamanca -que es lo mismo que decir Casino de Salamanca-, contó con la presencia del propio autor, acompañado en la mesa por su inserapable compañero de profesión y, sobre todo, amigo, Carlos Mateos -siempre Mateos haciendo uso de su exquisita prosa- y el que, por aquellos años era el Gobernador Civil de Salamanca, Jaime Royo-Villanova y Payá -quien también, en su condición de primera autoridad de la provincia, vivió aquella desgracia en primera persona y que, a la postre, lo ha hecho el más reconocido defensor de La Sagrada y admirado por su vecinos-. Acompañaron diversas personalidades de la vida social salmantina, como el concejal de Cultura, Julio López; el maestro Santiago Martín 'El Viti', y otros varios que se sumaron a los familiares de los fallecidos, supervivientes y amigos.
La historia de aquel desgraciado accidente viene sobradamente explicado, narrado y, cómo no, vivido desde el mismo corazón del Campo Charro. Pero si algo resulta conmovedor es la solidaridad que recorrió la columna vertebral de la sociedad salmantina, y, sobre todo, la de las propias gentes de esa querida zona del Campo Charro: Carrascalejo de Huebra, La Sagrada, San Muñoz, Ardonsillero y Muñoz. Es la más sublime condición del ser humano, como muy bien destacó Jaime Royo-Villanova cuando a este periodista, a Mateos y a Carlos Velasco narró la triste llegada del juez de Ciudad Rodrigo, 4 horas después, a levantar unos cadáveres que ya habían sido levantados por sus familiares por orden del propio gobernador. Cuerpos que, en esa solidaridad, fueron en muchas ocasiones llevados por los vecinos, como el panadero que en su furgoneta transportó ocho cadáveres abriendo paso la Guardia Civil. Es la solidaridad de los miles de salmantinos que hicieron cola para donar sangre... colas que llegaban del Hospital Clínico hasta la Santísima Trinidad.
Todo esto y mucho más es lo que describe, en un texto emocionante, Paco Cañamero. "El 21 de diciembre de 1978, un autobús escolar fue arrollado por una locomotora en el paso a nivel de Muñoz -pedanía de La Fuente de San Esteban-. Fallecieron 30 niños y un adulto, dejando una estela de dolor en la provincia de Salamanca qeu el paso del tiempo no ha logrado borrar. Ese accidente provocó una ejemplar corriente de solidaridad entre las gentes de la comarca".
Y, como subraya el autor, "de ahí que 'Aquella mañana de diciembre' sea un particular homenaje a las víctimas mortales, a los supervivientes, a los profesores y a toda la gente que aportó su granito de arena para ayudar en el día más triste que ha vivido el Campo Charro".
El reloj de la Plaza Mayor de Salamanca da las once de la noche, una noche lluviosa de primavera que semeja el más entrado invierno. En el Café Novelty, con ese aroma a café que habla de nuestra historia, el Gobernador Civil de antaño aún narra, emocionado, como vivió aquella desgraciada jornada. Recordar es fácil, desprenderse del dolor es imposible, ay!