Abril lluvioso, y bendita lluvia que diría el ganadero vallisoletano aunque para las cámaras resultó incómodo. Pero mereció la pena mojarnos y el esfuerzo porque en “El Refugio” de Jesús y Alicia, junto al joven Jesús, el trato a Natalia -la gráfica- y a un servidor fue de auténtico mimo.

Son ganaderos de nuevo cuño, pero sin fantasías ni ostentaciones. La definición exacta sería la de unos románticos del toro y el caballo. Se les notaba en las caras de satisfacción cuando, bajo la lluvia, nos mostraban al conjunto de animales en los distintos cercados. “Mira que utrero, Santos, mira que hechuras”, nos decía entusiasmado el ganadero.

Jesús Pérez se hizo ganadero hace unos seis años tras la compra de un lote de vacas y sementales de El Ventorrillo, posteriormente adquirió otro lote de La Palmosilla y el pasado noviembre incrementó la vacada con unas veinte madres y varios machos de Lola del Yerro; todo puro Juan Pedro.

El joven Jesús y Alicia iban delante con un todo terreno abriendo las porteras, y tras ellos nosotros con el ganadero que nos conducía hasta los mismos comederos para poder capturar imágenes en primer plano. 125 hectáreas bien diseñadas para la cría del bravo, con cercados flamantes que albergan a unos doscientos animales, partiendo de la base de unas setenta y cinco vacas madres con sus reatas.

Deliciosas tomas hizo Natalia a los becerritos recién paridos que buscaban con ahínco las ubres bien cargadas de sus madres. Preciosos y variados pelajes de las vacas viejas y jóvenes como ensabanadas, coloradas, alguna burraca y predominio del negro en todas sus variantes. La mayoría cornalonas, sobre todo las de El Ventorrillo. Y con lustre todas por la excelente alimentación.

En otros cerrados pastaban las becerras recién herradas y tentadas junto a las añojas y eralas, estas pronto serán echadas a los sementales. Más adelante se abría otra portera para ver a los becerros con hierro reciente junto a los erales.

Y cercano a la plaza de tientas habita una preciosa novillada de utreros, ya cuajada, que aún no tiene destino. Con las lluvias y los nuevos pastos terminarán de coger lustre, aunque ya con la primavera apenas se les nota el pelo de invierno. Algunos descarados de pitones.

Preciosos los bueyes berrendos en colorado de origen “martolengo” que han sido criados en la propia finca. Animales imprescindibles para el manejo del bravo, junto al caballo.

La familia nos mostró la otra joya de la ganadería como es la yeguada procedente de las sangres hispano y anglo-árabe. Caballos y yeguas de campo -cruzados- que tanta aceptación tienen entre los aficionados para los tradicionales encierros de esta zona.

Luego nos subimos a la meseta de la plaza de tientas, bien cuidada y con su albero, que parece planchado en el ruedo, desde donde oteamos los prados en una planicie inmensa viendo pastar a los animales.

No faltó un generoso aperitivo con soberbio chorizo y salchichón de la matanza que elaboran en la casa de Alcazarén. Alicia, sin duda, al margen de excelente amazona y amante de los caballos, es una gran chacinera. Todo ello acompañado de un delicioso “Mucy”; un rosado de Mucientes preferido por Jesús y Alicia que nos supo a gloria… en pequeñas dosis porque había que volver a Pucela.

Y tampoco faltó la consabida charla en torno a…toros, toros y más toros. Hablamos de encastes, de cómo está la Fiesta, de lo bien que salieron las eralas en los dos tentaderos que Jesús preparó para los chavales del Concurso de Clase Prácticas de Rioseco, etc. etc.

Nos despedimos de esta feliz familia ganadera, casi de anochecido, agradeciéndole el trato recibido. Pero sobre todo desearles suerte en ese camino tan difícil de conseguir que busca Jesús para sus toros: humillación, nobleza y duración.

Seguro que lo conseguirá porque, como en el toreo, para ser buen ganadero no hay que tener prisa. Y Jesús tiene mucha paciencia. Pero sobre todo en él y en su familia impera la nobleza, la generosidad y la amistad. Gracias, ganadero!!.

Ya lo dijo Don Quijote: “Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”.

GALERÍA DE FOTOGRAFÍAS: Natalia Calvo