Los análisis practicados a lo órganos genitales de Sara, la niña de 4 años fallecida el 3 de agosto tras ser, presuntamente, golpeada y violada por Roberto H.H, quien comparte banquillo con su novia y, a su vez, madre biológica de la pequeña, no dieron positivo en ADN ni semen del encausado.
La prueba pericial, practicada en el noveno día del juicio con jurado que se sigue en la Audiencia de Valladolid, no es concluyente respecto de la autoría de la violación sufrida por la niña, ya que, como así han expuesto los expertos del Instituto de Biología de Madrid, que han testificado por videoconferencia, los hisopos de saliva y los tomados a la pequeña en sus partes íntimas no contenían restos de ADN y semen, tan sólo la proteína P3, presente en la próstata de los barones pero que también aparece en personas ya fallecidas.
Junto a la citada pericial, no concluyente, aunque ya el primer día las acusaciones advirtieron de que la violación podría haberse cometido con el dedo u otro objeto, "pero algo que no era pequeño", como así advirtió el letrado de Clara Campoamor, Luis Antonio Calvo, la jornada desarrollada este viernes en la Audiencia de Valladolid ha contado igualmente con la declaración de distintos testigos, amigos de los dos acusados, a propuesta de las defensas.
La controlaba el móvil
Entre ellos, una antigua novia de Roberto, con quien mantuvo una relación de tres o cuatro años a la que ella puso fin en 2016, ha asegurado, en declaraciones recogidas por Europa Press, que el procesado fue en todo momento cariñoso con ella como con su hija, por aquel entonces de entre 6 ó 7 años, si bien ha reconocido que tuvo que denunciarle porque empezó a controlarle el teléfono móvil.
De hecho, la testigo, Luz F.B, ha explicado que descubrió que Roberto le había "robado" el correo electrónico y que incluso le "clonó" el Whatsapp mediante una captura del código de su terminal, como asegura que más tarde le explicó la policía. La denuncia terminó en una sentencia condenatoria de conformidad contra su entonces novio.
También han testificado hasta tres militares, antiguos compañeros de trabajo de Davinia M.G., cabo del Ejército destinada en el Palacio Real de Valladolid.
Su declaración, a propuesta del defensor de la acusada, tenía por objeto demostrar que Davinia era una buena madre y que se preocupaba por Sara y su otra hija mayor, Andrea, cosa que han reconocido todos ellos, al igual de lo apuntado por la novia de un sobrino de ella que nunca vio nada anormal en su comportamiento con las pequeñas, todo lo contrario.
La defensa de Roberto, por su parte, ha llevado al tribunal a distintos amigos de su cliente para que éstos ratificaran los trabajos que durante ese verano, en fechas próximas a los trágicos hechos, realizó a sus vehículos, dada su condición de mecánico, con la particularidad de que ninguno de ellos ha recordado que el presunto violador se hubiera producido lesión alguna en su manos y antebrazos durante dichas labores.
El defensor pretendía justificar de este modo que los arañazos que la policía objetivó en sus dos manos y antebrazos, recogidos en un reportaje fotográfico, no son fruto de la defensa, sin éxito, de la niña cuando ésta trató de evitar la supuesta violación sino de las lesiones que se produjo Roberto en su condición de mecánico.
A modo de anécdota, un cuñado de Davinia, cuya testifical había sido propuesta por la defensa de ella, se ha acogido a su derecho de no declarar. "No quiero declarar porque no tengo nada que decir", ha sentenciado el testigo.
El juicio contra Davinia y Roberto, que se exponen a una condena de prisión permanente revisable, proseguirá el martes de la próxima semana con la décima jornada, en la que se prevé, entre otras, con la prueba pericial forense, que será practicada a puerta cerrada pero de la que se emitirá señal de sonido para los medios de comunicación.