Para hacer un viaje a la pobreza extrema solo hay que cruzar el río Duero. Una vida sin dignidad, entre basura y en un lugar que además se ha convertido en un punto de recogida de residuos ilegal.
El asentamiento de Rabiche, fundamentalmente de población gitana sin ningún tipo de recursos, muestra el olvido de la sociedad. No es un lugar de paso, casi escondido y las personas que allí habitan se han convertido en invisibles para la sociedad.
Nadie se preocupa por las condiciones infrahumanas que allí se viven. Sin servicios básicos como agua caliente o baños, defecando en plena calle. Burros, cabras, caballos… pastan por la zona sin ningún tipo de control sanitario y no solo eso y lo que es más grave, una veintena de niños viven en el lugar, juegan en la zona entre pulgas, ratas, culebras… ¿Cómo pasarán esos niños el frío invierno de Zamora sin calefacción? ¿Y el verano con el sofocante calor rodeados de basura, siendo un foco para insectos y bacterias? Es su cruda realidad, pero muchos no conocen otra.
El asentamiento ha ido creciendo poco a poco y se han ido construyendo edificaciones ilegales, ¿cómo? Primero colocan unos grandes cartones, al tiempo esos cartones son retirados y ‘voilà’, ahora es una construcción de ladrillo.
Pero es que además la zona se ha convertido en un punto de recogida de residuos ilegal, con los distintos productos perfectamente separados en montones y con personas que van a recoger lo que es de su interés periódicamente.
La zona ha sufrido cuatro incendios en lo que va de año y aun así todo el mundo mira para otro lado, ¿cómo puede persistir esta dejadez de las administraciones en pleno siglo XXI? En plena ciudad están ellos, olvidados.