Miquel Ortega (Barcelona, 1963) está considerado como uno de los directores españoles de su generación más apreciados en el mundo de la ópera. Este catalán ha dirigido en el Gran Teatre del Liceu y el Palau de la Música de Barcelona, Teatro de la Zarzuela y Auditorio Nacional de Música de Madrid, en el Kennedy Center de Washington, Teatro Colón de Buenos Aires, Théâtre du Capitole de Toulouse, Lindbury Studium de la Royal Opera House, Covent Garden de Londres, King’s Theater de Edimburgo, y muchos más. Su labor como compositor merece un capítulo aparte, pues su catálogo de obras es muy extenso (canciones, música instrumental, de cámara, sinfónica, óperas, etc.). Su música ha sonado en salas como el Carnegie Hall de Nueva York, la Philharmonie de Berlín o el Teatro Real de Madrid.
Este reconocido director y creador llega por primera vez a Zamora, con el estreno a nivel mundial y en exclusiva de la versión en español de su obra ‘Aprés moi, le Déluge’. La presentación se realizará dentro del Festival Little Ópera mañana a las 21.30 horas en el auditorio Fundos-La Marina de la capital. NOTICIASCYL habla con él para descubrir todos los detalles de esta obra contemporánea y que ofrecerá al público una ópera de cámara con toques modernos y muchas sorpresas.
P: Para empezar podemos afirmar, como se suele decir de los festivales de música, que es la cabeza de cartel de Little Ópera, ya que llega a Zamora con un estreno mundial nunca visto. ¿En qué consiste este estreno?
R: La exclusiva es que vamos a hacer el estreno de la versión en castellano de mi ópera ‘Aprés moi, le Déluge’. El encargo de esta obra originalmente lol hizo el teatro Nacional de Cataluña en 2017, porque esta ópera está basada en una obra de teatro de Lluïsa Cunillé, una autora catalana, muy reconocida. De hecho, esta obra cumplía en 2017 diez años desde su estreno y se hizo lo mismo, una traducción al castellano para representar en Madrid.
P: Cuénteme un poco de que trata la obra.
R: Lo primero a destacar es que toca un tema muy importante que es el ninguneo o el desprecio que hace el primer mundo al tercero. Todo ocurre en una habitación de hotel de Kinsasa en África, entre un hombre de negocios y la interprete que viene a traducirle, para hacer un negocio con otro hombre negro y tullido, que nunca aparece en escena.
Esto me parece un recurso teatral fantástico, donde cuando se supone que este entra en la habitación la atmósfera cambia, porque los personajes pasan de mantener una charla trivial, donde el hombre de negocios incluso está intentando seducir a la traductora, de una forma muy burda, a iniciar una supuesta traducción. El giro magistral viene en que la interprete le indica al empresario que este personaje entiende el idioma, pero no lo habla. Con lo cual, es un recurso buenísimo para no tener que estar repitiendo las cosas dos veces.
Y el otro recurso teatral que me fascinó cuando me encargaron la obra, es que hay un momento en el que parece que la interprete transmutara en este hombre africano, que está intentando ‘vender’ a su hijo al empresario para que se lo lleve a Europa. De hecho, llega un momento en el que se habla de cosas muy terribles que ocurren en África, se habla de los horrores de la guerra, de los niños soldado… Y hay un punto de ficción, casi al final de la obra, donde este hombre de negocios echa de la habitación al hombre negro de mala manera. Desde ese momento, se quedan de nuevo el empresario y la interprete con su charla trivial, y así termina la obra. En clara referencia a la frase de Luis XIV, que da título a la obra: después de mí, el diluvio. Y esa es la moraleja de la obra.
P: Tuvo que ser todo un reto ponerle música.
R: Sí, porque es un texto muy denso, con muchos cambios de intención. La primera parte es más liviana, pero la segunda tiene momentos muy dramáticos.
P: ¿Cómo se adapta una obra de teatro a ópera?
R: Tengo que decir que para mí el teatro musical es un árbol con sus distintas ramas: musical, opereta, zarzuela, ópera… En mi caso concreto, yo soy un gran amante del jazz y lo usé para mostrar el mundo imperialista, de este personaje que viene del primer mundo. Por lo que hay muchos momentos de jazz, ragtimes, piezas ligeras, pero también muchos momentos muy dramáticos, con música expresionista. Yo uso siempre un poco la instrumentación para que vaya dibujando una especie de banda sonora, explicando lo que va ocurriendo en la escena. Creo que, igual que los primeros compositores de bandas sonoras bebieron de los grandes autores de ópera, nosotros tenemos también que alimentarnos de ellos, para hacer música que haga entender al público lo que ocurre.
P: Por lo que entiendo, esta ópera va en la línea de Little Ópera que es acercar al gran público la ópera de cámara.
R: Intento con la música reflejar todas las situaciones densas y complicadas que se generan en la obra y llegar al público de la mejor manera posible, eso sí, sin hacer concesiones. En mi carrera como compositor he utilizado una música bastante directa para el público, pero tampoco hago concesiones.
Con mis óperas grandes, como por ejemplo ‘La Casa de Bernarda Alba’ que se adaptó a zarzuela, es lo mismo. La crítica y el propio público comentó que la música les estaba explicando el argumento. Yo creo que una buena ópera tiene que ser así. Las óperas que admiro del repertorio clásico, normalmente, son las que en la música te está explicando la obra. Una ópera no deja de ser una obra de teatro con música, con lo cual debe estar al servicio de lo que ocurre.
P: Para la gente que nunca ha visto ópera y acuda a su espectáculo, es una buena entrada al mundo operístico.
R: Yo creo que sí. Y es que este no dejo de pensar en lo maravilloso que es que exista un festival de ópera de cámara, porque con la cantidad de repertorio antiguo y contemporáneo que hay y que no se pueda representar porque no hay festivales de este tipo.
P: Igual es un formato para exportar.
R: Yo creo que sí. Existen muchas obras, pero no hay sitios para representarlas, porque ocurre alguna vez que en algún teatro grande se representa una obra de cámara, pero no es su espacio. En cambio, esto sí.
P: ¿Por qué ha guardado su estreno en castellano de esta obra para Zamora?
R: Fue una petición expresa de la directora del Festival, Conchi Moyano. Ella sabía del estreno en Barcelona de esta ópera totalmente de cámara. Cuando me encargaron la obra, me dijeron que tenía de límite hasta diez músicos, pero yo realmente quería hacer algo muy de cámara. Nosotros somos cinco, yo mismo toco el piano y tengo cuatro músicos más. La gracia es que pensando en el mundo del jazz, el piano es un instrumento que en grupo de jazz está siempre, por lo que el resto de los instrumentos también quería que fueran de jazz: clarinete, trompeta, batería, y en lugar del contrabajo que es lo típico, yo puse un violonchelo, porque este me permite que, en los momentos que no son de jazz, tener un instrumento de cuerda que pueda cantar más y hacer los efectos que también tiene el contrabajo.
Entonces, cuando Conchi me hizo la petición de hacer la obra en castellano, nos pusimos a hacer una traducción rítmica, sin cambiar la música y que el texto sea lo más aproximado posible al original, pero que encaje con la música. La dificultad reside en que, a diferencia de la adaptación de la obra de teatro, aquí hay que encajar las sílabas en las notas, por lo que no permite una traducción literal.
P: Comentabas antes que diriges la obra y además tocas el piano en ella, ¿le da esto un punto de dificultad?
R: Un poco, porque estás tocando y a la vez dando entradas. Muchas veces dirijo con los hombros, la cabeza y en los momentos que no toco, les ayudo un poco más. Además, hay otro punto de dificultad, pero que creo que queda muy chulo que es que en el escenario estamos todos. Visto desde el público, en la parte derecha está la habitación de hotel y en la izquierda está el grupo instrumental. Entonces, yo estoy en primer término, pero de lado para verlos a todos, y los cantantes me ven a mi a través de una pantalla, porque yo tengo una cámara colocada en el piano, para no tener que estar pendientes de buscarme.
P: Normalmente se asocian las representaciones operísticas a las creaciones realizadas hace siglos, por los grandes autores, pero esta obra se creó hace apenas tres años. Toda una reivindicación de Little Ópera para normalizar la presencia de la música de creación contemporánea en la programación operística, ¿no cree?
R: La gente que no sabe mucho del mundo de la ópera cree que no se escriben nuevas óperas y no es cierto. Se escriben muchas y cada año hay estrenos de estas. Yo me considero un afortunado en España, porque algunas de mis obras no solo se estrenan, sino que se repiten. Es cierto que no hay mucha atención en general a la creación contemporánea, entonces cuando las obras se van repitiendo, es un triunfo.
De hecho, en España pasa menos, pero en Estados Unidos hay muchos directores de orquesta a los que se les encargan obras para representar, como me ocurrió a mi con esta adaptación de la obra de teatro.
P: Por último, ¿qué le decimos a los zamoranos para que acudan desde hoy y hasta el domingo a Little Ópera?
R: Que van a ver una forma musical como es la ópera pero que tiene el mismo interés que cualquier otro tipo. No hay que tener miedo a ningún género, porque mucha gente te dice es que yo no entiendo esto. Es que no hay que entender, porque se escuchan canciones de otros géneros que tampoco entienden y las escuchan y cantan.
P: Es que es aburrido, es otra de las frases habituales.
R: Eso es una mentira, no se sostiene. Igual que decir que es para relajarse o para gente mayor. Eso son tópicos a desterrar porque, al final, la gente que va sin ningún tipo de prejuicios al final le agrada. Pasa, por ejemplo, con la zarzuela que no somos lo suficientemente inteligentes para venderlo en todo el mundo. Cuando he dirigido una zarzuela fuera de España, lo primero que te dice la gente es que cómo puede ser que algo tan bonito no se conozca más. No es que esta música sea buena o sea mala, es la forma de venderlo.
P: Habrá que seguir luchando por quitarle esos prejuicios a la ópera.
R: Eso sería lo ideal. Ya mucha gente lo sabe y lo ves cuando en muchos sitios ves que el público es muy joven, pero debería hacerse un poco más de trabajo y empezar desde la escuela. Los niños no tienen prejuicios, tú los llevas sin decirles nada y ellos deciden si les gusta o no.