Cuenta la leyenda que hace siglos esta aldea del Abadengo estaba dominada por un señor feudal desde cuyo castillo tiranizaba a los lugareños. Carecía de escrúpulos. Mucho menos de piedad. Al contrario que en otros dominios, donde el poder se mostraba con respeto y vasallaje, en Hinojosa el caballero no hacía honor a su nombre. La plebe consideraba que era el mismísimo diablo reencarnado y su alabarda el tridente con el que oprimir a quien se le antojara...
Hinojosa de Duero es otra cosa -como reza el dicho- también con la representación de la‘Leyenda del Feudal’. Este sábado, el pueblo vive su particular fiesta, cuando los hinojoseros se echa a la calle como si de una mañana de los sanjuanes se tratase.
El pueblo, esta comunidad, vive fiel a sus raíces que se pasan de padres a hijos generación tras generación, como es el caso que da origen a esta particular y nueva actividad, como el baile de la bandera.
Una tradición que cuenta que en lo alto del cerro de San Pedro, en cuya falda se extiende Hinojosa de Duero, había un castillo del que hoy no queda nada más que el recuerdo. Los más ancianos aún señalan donde vieron los cimientos y acompañan el relato con leyendas de tesoros escondidos. Aún queda en pie la ermita -una joya del románico atlántico- que formó parte de la fortaleza.
En el castillo moraba un señor feudal déspota que tiranizaba con derechos humillantes para el pueblo como lo era el ‘derecho de pernada’, es decir, acostarse con la novia la noche de bodas. Hartos ya de los abusos del feudal, los hinojoseros, la noche de San Juan, se unieron y alzaron contra él asaltando el castillo. Al opresor, apenas le da tiempo a vestirse, y tras la lucha, logra huir a Portugal. Además, desde la mañana se puede comprar y visitar el Mercado Medieval.
Eso sí. El programa da una vuelta de tuerca y se reiventa. De esta suerte, ya quedan al margen las diversas representaciones para convertir al pueblo en un mercado, en el que todo comienza a las 11.00 horas y, a lo largo de la mañana, también habrá un concurso de trajes medievales.
Después, música, trovadores, lectura de la historia del feudal, mercado medieval, juegos infantiles, alardes y, finalmente, cerrando la jornada, cetreros y aves rapaces de Los Arribes.