La denomianda como 'Puerta de Los Arribes', Villarino de los Aires, celebra sus fiestas patronales en honor de San Roque, que transcurrirán hasta el 19 de agosto. Los encierros con sus novilladas y las verbenas, los ingredientes principales a los que se suman las peñas.

Villarino de los Aires está de fiesta, pero una fiesta, en el Día del Patrón, cargada de sentimiento, devoción, recuerdos de los amigos y familiares, de penitencia por el que sufre y mucha emoción. San Roque y su festividad tienen ese duende tan especial que hasta una procesión se convierte en sentimiento a flor de piel.

Las celebraciones festivas en Villarino de los Aires en sus fiestas patronales tienen cuatro componentes esenciales que conforman el tiempo de San Roque -conocido protector contra la peste nacido en 1285 en Montpélier (Francia), gran parte de las fiestas a él dedicadas tienen su origen, precisamente, en algún voto efectuado en momentos difíciles de epidemia, sobre todo entre los siglos XV y XVI, aunque está bien recordar que la peste atacó muy fuerte a este pueblo de La Ribera a finales del siglo XIX-: la procesión del Santo, las verbenas y rondas, los toros y las peñas.

Hoy, día grande local, con un sol radiante, se han celebrado los actos religiosos, que tienen su esencia tradicional en la característica procesión al mediodía, cuando revolotean las golondrias en el campanario y el pueblo huele a hierbabuena, tomillo, rosas y romero. Cientos de vecinos honran al Santo tanto en la eucaristía, en la que no falta el cántico local, como es el ancestral ‘Kirie’ por los hombres del pueblo y la jota castellana -estamos en el viejo Reino de León-. Mientras, a la puerta de la iglesia, mientras los padres discursean, el carrilano entabla conversación con 'eminencias' locales como Antonio 'Quiacer' y Evaristo. Son los recuerdos y las vivencias de otros tiempos que, por desgracia, se han ido sin billete de vuelta.

Tras la misa comienza la más intimista procesión a ritmo de gaita y tamboril, a cargo de jóvenes tamborileros locales y también Fernando, en la que, junto al Santo que ha sido bajado de su ermita en el Campo Santo, desfilan hombres y mujeres ataviados con el lujoso, preciosista y detallista traje de La Ribera -una reliquia que reposa en arcas alcanforosas-.

El paso de la procesión por las calles del pueblo retrotrae en muchos rincones a épocas pasadas. Balcones y balconadas que lucen mantones y colchas, tiestos que cuelgan como racimos de colores en paredes y ventanas, higueras y rosales que adornan los torales, construcciones de piedra y puertas en las que se ha detenido el tiempo, mientras que asciende el aroma de la hierbabuena que se esparce por las calles junto al tomillo y los pétalos de rosa. En Villarino es un Santo, pero también se podría cantar aquello de “Barre la calle,/ Que va a pasar por ella./ Salada y ole/ Cuerpo salado déjate querer,/ Que va a pasar por ella/ Cristo y su Madre ay, ay, ay”. Es el estribillo del ‘Bolero de Algodre’, son tierras zamoranas, pero también hermanas.

Ya en la Plaza Mayor, los vecinos degustaron fresca sangría, altramuces -chochos-, aceitunas y pastas ofrecidas por el Ayuntamiento, que preside el popular Julián Martín Jiménez, como convite de San Roque.

Y esta noche la Ronda de San Roque para esperar los toros, si tercia, ay!

REPORTAJE GRÁFICO LUIS FALCÃO