Arrancó el curso futbolístico. Lo de verdad. Lejos de esas pachangas de verano y esas largas giras que no sirven para más (aunque no es poco) que sacar dinero y agotar más a los equipos y si no que se lo digan al Barça de Valverde, sorprendido en San Mamés, por el gran Aduriz. 38 años de goles.
Lo hizo bien para el Real Valladolid, aunque con matices. Los tres puntos sirven para coger aire, y mucho. Más cuando las tres primeras jornadas ligueras las tienes que afrontar fuera de casa y cuando este sábado te tienes que medir a un Real Madrid renacido, con los de siempre, Bale incluido. Esta locura se llama fútbol.
El Pucela demostró que, un año más, va a tener que sufrir y mucho para mantener la categoría. Los 11 elegidos por Sergio González poco variaban con respecto al año pasado. Entraba Sandro, que duró 8 minutos sobre el terreno de juego, pero que en ese tiempo hizo cosas para ser optimistas. También lo hizo Salisu, que tuvo un fallo garrafal, compartido eso sí con Kiko Olivas, en el gol de Loren.
En superioridad numérica desde el 8, al Pucela le faltó temple en mucha parte del partido para dominar a un rival superior en lo técnico con los Fekir, Borja Iglesias, y compañía, pero que debía acusar el hecho de contar con un futbolista menos sobre el tapete impoluto del Benito Villamarín desde tan pronto, pero no fue así.
Con un Míchel con ganas pero falto de ritmo, al conjunto blanquivioleta le volvió a faltar fútbol y esa magia que el año pasado ponía Toni, hasta la lesión. Un Toni que, por cierto, ayer no jugó ni un minuto. Waldo parece haberle comido la tostada.
Con todo y con esto, volvió a tocar sufrir. Y esto, calidad a un lado, el Real Valladolid lo hace a las mil maravillas. Al son de las paradas de Masip, que lanzó un mensaje a Lunin con una actuación soberbia, el gol de Óscar Plano en el 88 volvió a abrir las entrañas de un aficionado, el blanquivioleta, que ya se temía lo peor con el 1-1 pese a la superioridad numérica.
Son muchas las cosas que faltan por pulir. El centro de la defensa. La falta de ideas, en ocasiones, en la sala de máquinas, las faltas tontas en lugares peligrosos de Óscar Plano… Sin embargo, una cosa está clara, este equipo volverá a poner hasta la última gota de sudor por lograr, una temporada más y con lo justito salvo milagro en el final del mercado, la salvación.
Agárrense los machos que va a tocar sufrir... Otra vez.
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