El comisario provincial de Salamanca, Luis Esteban, aborda la lucha policial contra el tráfico de hachís en el Estrecho de Gibraltar y la actividad de los 'narcos' a través de la ficción con 'Moroloco', su cuarta novela.

Esteban, que estuvo destinado durante año y medio en Algeciras en el momento "álgido" del narcotráfico, reconoce que la situación "ha mejorado mucho" gracias a la "dedicación" de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, a la dotación de mayores recursos por parte de la Administración y a la adopción de medidas legislativas específicas. "Antes había una situación muy delicada, ahora está muy controlado", ha apuntado el comisario, quien ha subrayado que "cuando el Estado pone el foco en erradicar o minimizar algo, lo consigue".

La novela, publicada por Suma de Letras, traslada al lector a la comarca gaditana de Campo de Gibraltar y la Bahía de Algeciras, donde un poderoso narcotraficante conocido como Moroloco verá amenazado su poder por la llegada de un nuevo comisario, Gabriel Zabalza, empeñado en acabar con los grupos organizados que operan en la zona.

A medida que trascurra la trama, sus vidas se cruzarán incluso en lo personal, mientras las traiciones en uno y otro bando y las interferencias de la política se colarán en la relación entre ambos personajes.

El comisario Zabalza --del que Esteban reconoce que se inspiró en un compañero al que admira "en lo personal y lo profesional"-- llega para asumir de forma interina el mando en la Comisaría de Algeciras huyendo de Madrid, donde su situación familiar se hace insostenible.

Allí se enfrentará a Moroloco, un gaditano de padres marroquíes criado en una barriada humilde de la ciudad que ha logrado construir un imperio a través del hachís, aunque su posición se ve comprometida no sólo por la acción policial, sino también por la competencia de otros 'narcos', algunos de los cuales mantienen conexiones con el terrorismo yihadista y con el tráfico de personas.

CAMPO DE GIBRALTAR

En una entrevista concedida a Europa Press, Esteban subraya las peculiaridades de Campo de Gibraltar, puerta de entrada a la Unión Europea, con elevadas tasas de paro que llegan a superar el 30 por ciento, con una tradición de la actividad del contrabando con la colonia británica de Gibraltar y separado por una estrecha franja de mar del mayor productor de hachís del mundo, como es Marruecos, lo que lo convierte en una zona "sin parangón" para el tráfico de drogas.

A pesar de ello, el autor reconoce como una de sus peculiaridades frente a otras zonas con elevado paso de sustancias estupefacientes las menores tasas de homicidios, lo cual achaca a una cuestión sociocultural que lleva a estos delincuentes a "preferir un mal acuerdo a un homicidio peor", si bien esto no es óbice para que en determinados momentos se hayan producido episodios de violencia, en ocasiones relacionados con sicarios de terceros países contratados por estos grupos y que muchas veces operan en la vecina Costa del Sol.

Estos grupos operan a través de 'collas' que incluyen puntos de vigilancia para garantizar la ausencia de agentes de Policía, Guardia Civil o Vigilancia Aduanera en los desembarcos de la 'narcolanchas' o 'gomas', pero que no funcionan como organizaciones estables, sino que se basa en una especie de "pequeñas subcontratas".

El argot delincuencial, el modus operandi de estos grupos y el trabajo de la Policía son algunos de los rasgos de la novela, en la que el narcotraficante es el único personaje que habla al lector en primera persona, una forma de ofrecer un punto de vista del 'narco' distinto con el que Luis Esteban pretende "escapar de algunos tópicos de la novela negra".

También el papel de la prensa tiene su eco en el relato a través de un periodista de investigación ficticio llamado Agoney Bencomo, sobre lo cual el autor sostiene que "fue el foco mediático" sobre la situación de Campo de Gibraltar el que marcó en su día "el punto de inflexión" en la toma de conciencia sobre este problema.

Las redes que el narcotráfico tiende sobre la zona para conocer cada movimiento de las fuerzas del orden es tanto en la novela como en la realidad, como explica el comisario Esteban, una de las principales dificultades para los agentes, pero ha defendido que "la vocación y el arrojo" de estos servidores de la ley contribuyeron a que "no fueran suficientes" esas redes para el triunfo del 'narco'.

DE ALGECIRAS A SALAMANCA

El comisario Esteban, que a pesar de su labor literaria no concibe otra profesión que la de policía, ha reconocido el cambio tan fuerte que supuso trasladarse de Algeciras a Salamanca, una de las ciudades "más bonitas de España" y donde su trabajo es "muy distinto", pues aunque presenta tasas de criminalidad "más bajas", la presencia de turistas y universitarios, muy sensibles hacia las cuestiones de seguridad ciudadana, hace que se preste una mayor atención y exigencia hacia delitos a los que en otros lugares se pueda prestar una menor atención social, como los hurtos.

En cualquier caso, este zaragozano nacido en 1972 se ha referido a su etapa en Campo de Gibraltar como una de las "más apasionantes", junto con los 16 años que pasó destinado en Cataluña, donde disfrutó "mucho" y aprendió "a ser policía".

Sobre la dificultad de compatibilizar la labor literaria con la profesión policial y la conciliación familiar, Luis Esteban admite que implica "robarle muchas horas al sueño" y sacrificar tiempo libre y fines de semana, por lo que al terminar una novela, lo cual le suele llevar "unas 1.000 horas", acaba "agotado" y requiere "cerca de un año" antes de poder empezar con otro proyecto, hasta el punto de que al terminar "siempre" cree que "ésa es la última".

A pesar de ello, con 'Moroloco' recién llegada a las librerías, el novelista reconoce que ya tiene "un par de ideas en mente", alguna de las cuales probablemente acabe desembocando en una nueva novela.

Además de 'Moroloco', este comisario licenciado en Derecho es autor de 'El inspector que ordeñaba vacas', 'La vida contra las cuerdas' y 'El río guardó silencio'.