Las medidas adoptadas por el Ayuntamiento de Valladolid, ayudadas por la bajada de las temperaturas, han provocado que la ciudad registre los valores más bajos desde principios de julio, lo que ha llevado al Consistorio a desactivar la situación dos, de aviso, y la situación uno, preventiva.
El Ayuntamiento de Valladolid ha tomados esta decisión ya que no se superaron los valores en el día de ayer de 100 microgramos por metro cúbico y, además, se registraron los valores más bajos octohorarios y los máximos horarios más bajos desde el 2 de julio, día en el que comenzó el episodio de contaminación por ozono, según ha informado el Consistorio en un comunicado remitido a Europa Press.
La concejala de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, María Sánchez, ha recordado que en los niveles de ozono influye de forma determinante el clima, por ello estos niveles altos se están produciendo en muchas otras ciudades en las que también se ha optado por prohibir la circulación de los vehículos "más contaminantes o reducción de la velocidad".
La situación uno se activó el día 5 de julio por la superación de este valor durante tres días consecutivos y esta situación se ha mantenido hasta el día 25 de julio con la superación de este valor durante 24 días consecutivos, además, se ha superado el valor de 120 microgramos por metro cúbico como valor máximo de las medias móviles octohorarias 14 días durante este mes.
Sólo en dos ocasiones se ha superado ese valor durante tres días consecutivos, del 10 al 12 y del 22 al 25 de julio, y en ambas ocasiones el Ayuntamiento de Valladolid activó la situación dos, de aviso, con las consiguientes medidas de restricción del tráfico, dos días con limitación de velocidad a 30 kilómetros por hora y una jornada con restricción completa en el casco histórico.
La inhalación de altos niveles de ozono provoca un incremento del riesgo de enfermedades respiratorias agudas y de reducción de la función pulmonar, así como agrava las patologías cardiovasculares, tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que entre 1.600 y 1.800 personas fallecen cada año en España por la exposición a niveles de ozono altos.