Este mensaje sutil fue el inicio de toda una serie de reivindicaciones del movimiento contra el cambio climático llamado Extinction Rebellion, el cual se inició en Salamanca en septiembre de este año.
Con las mascarillas y el escrito de la representación molecular del “dióxido de carbono”, el colectivo deja un mensaje claro que refleja la preocupación por la contaminación atmosférica en el municipio, la falta de protocolos y la existencia de medidores de calidad del aire, que situados en las afueras de la ciudad, restan credibilidad a las mediciones. Por supuesto, el resultado es que quedan ocultos los datos reales de la emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) junto con otros perjudiciales para la salud (micropartículas, óxidos de nitrógeno y otros).
A nivel mundial, el CO2 representa más de un 70% en el inventario respecto a los demás GEI, que son el metano, óxido de nitrógeno y gases fluorados. Por otra parte, este gas, considerado el principal responsable del cambio climático, procede de actividades tan diversas como la producción energética, el transporte, la alimentación y el consumo en general
Con esta acción, el movimiento quiere transmitir un mensaje también de exigencia, tanto al ayuntamiento de Salamanca como al gobierno central, de que se comprometan con acciones verdaderamente ambiciosas para mitigar los efectos de la emergencia climática.
Extinction Rebellion (XR) es un movimiento social de desobediencia civil no violenta que se manifiesta en contra de la extinción masiva como consecuencia de la actual crisis climática que estamos ya viviendo. Se inicia en el 2018 en Inglaterra a través de la firma de un llamamiento de acción por parte de cien académicos y académicas. En España también comienza con pequeños pasos en ese año aunque es en el 2019 cuando se consolida. Su última gran acción fue realizada el 7 de octubre (7O) a través de un bloqueo al puente Nuevos Ministerios en Madrid. Esta acción formó parte de una ola de desobediencia civil pacífica que ocurrió en más de 50 países en ciudades como Londres, Buenos Aires, Nueva York, París, Berlín o Praga...
El movimiento exige que los gobiernos cumplan con sus tres demandas
-Que digan la verdad acerca de la urgencia de la situación climática actual.
-Que se reduzcan a cero neto las emisiones de gases de efecto invernadero para 2025, limitando la huella ecológica por debajo de la biocapacidad del territorio a través de una movilización de emergencia masiva y una transición justa.
-Que se creen asambleas regionales, nacionales e internacionales para crear una democracia directa y participativa que permita llevar a cabo los objetivos propuestos.