El presidente de la Diputación de Valladolid ha protagonizado un discurso sobrio, breve, de poco más de 10 minutos de duración y con sentimiento en el que ha recalcado el apoyo de sus socios de Gobierno y también que ya se ha reunido, en estos meses, con más de 100 alcaldes.

La mejora de la conectividad, con Internet como eje fundamental, y las complicaciones en el día a día que tiene que afrontar cualquier persona que viva en el medio rural también han estado muy presentes en un discurso que les dejamos a continuación:

"Quiero que mis primeras palabras sean de agradecimiento para todas las alcaldesas y alcaldes, concejalas y concejales. A los que están, a los que han sido, y a los que nos han dejado, allí donde se encuentren. Gracias de corazón.

Gracias por vuestra dedicación, esfuerzo y compromiso en este tiempo tan singular, en el que un servicio tan honrado como la política se encuentra todos los días en cuestión.

Queridas alcaldesas y queridos alcaldes, hoy es un gran día de encuentro, de unidad, y de poner en valor todo lo que nos une por encima de nuestras siglas, donde la auténtica protagonista es nuestra querida provincia de Valladolid.

Un día de reconocimiento y de homenaje a todos y cada uno de vosotros, los alcaldes y alcaldesas, las concejalas y concejales que trabajáis y lucháis por vuestros pueblos día tras día.

Hoy hemos sido participes de la entrega de la Medalla de Oro de la Provincia al que durante los últimos ocho años ha sido presidente de la Diputación de Valladolid. Una medalla que ha sido concedida por unanimidad de todos los grupos políticos representados en la Institución.

Jesús Julio, todos los que te conocemos sabemos que, desde tu toma de posesión como presidente en 2011, has trabajado incansablemente por el desarrollo de nuestra provincia, y has contribuido a hacer de Valladolid una de las provincias más dinámicas y más prósperas de Castilla y León.

Te hiciste cargo de la Institución Provincial en uno de los momentos más críticos de la economía española, y te enfrentaste a ello de cara, sin miedo, y con convicción.

Algunas de tus iniciativas, de las que ya se ha hablado aquí, marcan, sin duda, un antes y un después en el futuro de la Diputación de Valladolid y de nuestra provincia. Pero tu trabajo no ha acabado.

Sé que, como te gusta decir a ti, vas a seguir luchando por las buenas gentes de nuestra provincia y por sus preocupaciones, desde tu nueva responsabilidad como consejero de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, o allí donde te encuentres.

Por todo ello, gracias. Gracias por tu trabajo durante todos estos años. Y, sobre todo, y en lo personal, gracias una vez más por tu confianza y tu amistad.

Hoy, tengo el inmenso honor de dirigirme a todos vosotros desde este escenario. Y lo hago como un vecino más de los 225 municipios y 9 pedanías que conforman la provincia de Valladolid. Lo hago como concejal, como alcalde, como presidente, pero, sobre todo, lo hago como compañero.

Hace doce años me sentaba por primera vez en esas butacas como uno más de vosotros. Desde entonces, mi único objetivo ha sido siempre ser un buen padre para mis hijas y un buen alcalde para los vecinos de mi pueblo. Nunca he tenido ninguna otra ambición.

Pero el pasado 28 de junio, mis compañeros diputados decidieron que diese un paso al frente, me remangase la camisa, y cogiese los mandos de un barco cuyo rumbo, aunque bien definido, siempre es difícil de mantener.

Acepté el mandato, queriendo tomar como referencia las cualidades de los grandes presidentes que yo he conocido. La iniciativa y la prudencia de Ramiro. El tesón y el compromiso de Jesús Julio. A todo ello, le he intentado sumar las pocas virtudes que tiene un humilde vecino de Matapozuelos, como yo. Esperando que de esta mezcla pueda salir el mapa necesario para tomar correctamente las decisiones que marcarán el devenir de nuestros pueblos.

Pero estas decisiones no las puedo tomar yo solo, os necesito a todos y cada uno de vosotros. Necesito vuestra ayuda, vuestra opinión e, incluso, vuestro consejo.

Por eso me he reunido ya con más de 100 alcaldes de la provincia. Escuchándolos y aprendiendo de ellos. Y por eso mi puerta estará siempre abierta y mi teléfono operativo para hablar con todos y cada uno de vosotros, de vosotras. Es más fácil acertar en las decisiones cuando puedes afrontar los problemas conociendo distintos puntos de vista.

Os podéis imaginar que para mí estar en este estrado no es fácil. La emoción y el simple hecho de tener que hablar delante de todos vosotros me han mantenido despierto durante la pasada noche.

Siempre me he considerado uno más. Un humilde servidor de los vecinos de mi pueblo y del resto de localidades de la provincia. Y ahora, desde el cargo de presidente de la Diputación de Valladolid, no me siento más relevante que antes. Tan solo pretendo continuar mi labor como ferviente servidor del medio rural. Sois mis compañeros. Estoy a vuestro servicio.

Mi deseo es ver crecer a mis hijas en una provincia próspera. Ver cómo los hijos de nuestros pueblos, esos que en muchas ocasiones han tenido que marcharse lejos en busca de nuevas oportunidades laborales, tienen la oportunidad de crecer felices en las casas de sus padres, en las de sus abuelos, conviviendo con sus seres queridos, mirando de frente a la despoblación sin tener miedo. 

Hoy, 16 de noviembre, puedo decir con convicción que hemos hecho lo posible por adaptar la Diputación de Valladolid a estos grandes retos a los que se enfrentan nuestros pueblos, creando una nueva estructura orgánica que ya está en funcionamiento. En este sentido, quiero agradecer el esfuerzo y el trabajo de todos y cada uno de los funcionarios y trabajadores de la Institución Provincial, personas indispensables. Sé a la perfección que no ha sido fácil y que sin el compromiso de muchos de los trabajadores de la institución no habría resultado posible.

Pero a partir de ahora comienza una nueva etapa. Un mandato que, estoy convencido, dará sus frutos. Con la ayuda del equipo de Gobierno, formado por primera vez por dos grupos políticos y al cual agradezco el enorme trabajo realizado hasta el momento, hemos creado un proyecto para los próximos cuatro años.

Ello tiene su primer reflejo en el Proyecto de Presupuestos para el ejercicio 2020, ya presentado, en el que apostaremos por el desarrollo económico y el empleo; lucharemos por garantizar el funcionamiento de las políticas sociales y los servicios de calidad; y avanzaremos en los compromisos asumidos con los agentes económicos y sociales dentro del marco del Dialogo Social.

Pero como eje de todo este proyecto, debo destacar la apuesta clara y decidida por la transformación digital de nuestra provincia como elemento indispensable para hacer de Valladolid un espacio de oportunidades para todos.

Como conocedor de primera mano de las necesidades de nuestros municipios, acepto como reto personal hacer que Internet llegue a todos nuestros pueblos. Los municipios más pequeños, en muchos casos, tienen desventajas para que operadores privados desplieguen infraestructuras para implantar redes de alta velocidad y ultrarrápidas, con criterios basados en la rentabilidad.

No podemos ni debemos consentir que los vecinos de los municipios rurales tengan menos posibilidades de desarrollo que aquellas personas que deciden vivir en las ciudades.

Nuestra labor debe perfilar el modo de intervención y la colaboración que la propia Diputación debe desarrollar con entidades públicas y privadas para minimizar o eliminar la brecha digital detectada en el medio rural, estableciendo un modelo de prioridades de actuación, seguimiento y evaluación, para que los pueblos estén perfectamente adaptados a las necesidades de nuestro siglo. No somos vecinos de segunda.

Tened claro que por esta razón estamos todos nosotros hoy aquí. Y aun no siendo competencia nuestra, nosotros, como Diputación, tomaremos las medidas necesarias durante este mandato para iniciar los procedimientos adecuados, y comenzar a poner soluciones a este problema.

Conectar a las personas, engancharlas al futuro y a las oportunidades de desarrollo, es nuestra responsabilidad. Nos encontramos ante un reto que no puede esperar más. Y por eso os digo que pondré todo mi empeño en este objetivo. Se trata de un objetivo legítimo de todos los pueblos, pero también de un desafío personal. Es algo en lo que no podemos fallar.

Por supuesto, y como ya he mencionado, la apuesta por el empleo y por el desarrollo económico seguirá siendo una de nuestras grandes prioridades desde la Diputación de Valladolid. Creo firmemente en que el empleo es la solución a la inmensa mayoría de los problemas actuales de nuestra sociedad.

El empleo es necesario para luchar contra las desigualdades, contribuir a que funcionen nuestros servicios sociales, o garantizar nuestro sistema de pensiones. El empleo también nos ayuda al asentamiento de población en nuestros pueblos. Es la auténtica fuente de generación de riqueza y causa de la desaparición de desigualdades.

Por eso, este equipo de Gobierno continuará con la labor de encontrar los mejores cauces para la llegada de nuevos negocios, para la creación de nuevas pymes y la búsqueda de emprendedores que contribuyan a aumentar la riqueza de nuestros pueblos.

No concibo la prosperidad de nuestros municipios sin empresas pujantes que enfaticen nuestras fortalezas en segmentos económicos tan relevantes como la agroalimentación, la enología y el turismo.  Debemos redoblar nuestros esfuerzos para que Valladolid se convierta en un destino gastronómico de primer nivel.

Son millares las personas que llegan a nuestros pueblos en busca de nuevas experiencias enogastronómicas y todos sabemos que Valladolid cuenta con atractivo suficiente para situarse en los primeros niveles del escalafón nacional en este ámbito.

Hemos remarcado también la importancia que tienen las políticas sociales en nuestra provincia. El compromiso con nuestros mayores, con los más vulnerables, y con las personas con capacidades diversas, sigue siendo una de nuestras razones para subsistir. Nos apoyaremos en el envejecimiento activo y en la promoción de la autonomía personal, luchando así contra la soledad no desaseada de nuestros mayores, contra la falta de recursos o cuidados, y contra la falta de empleo.

Finalmente, profundizaremos en el desarrollo y la modernización de nuestros municipios. Para ello, entre otros recursos de cara a 2020, hemos aumentado la partida destinada a los tan necesarios Planes Provinciales, que son una de las piedras angulares sobre las que se sustenta el cuidado y la mejora, de nuestros municipios más pequeños.

Unos Planes Provinciales que volveremos a financiar en solitario, por lo que reclamamos una vez más la colaboración de la Junta de Castilla y León y del Gobierno de España en el que es, sin ninguna duda, el principal elemento de inversión y modernización de nuestros pueblos. En tiempo de incertidumbre económica, necesitamos, tal vez más que nunca, la aportación de los ejecutivos regional y nacional para afrontar nuestras necesidades, generar empleo en nuestras localidades y dotar de más y mejores servicios a nuestros vecinos.

También reclamamos al Gobierno de España un modelo de Financiación Local justo, estable y suficiente. Cuarenta años después de las primeras elecciones municipales democráticas ya es hora de aprobar una asignatura que ha estado demasiado tiempo pendiente y que debe aportar certeza al trabajo que realizamos desde las administraciones más cercanas a las personas.

Todos vosotros conocéis el esfuerzo que supone prestar competencias impropias sin la financiación necesaria. Es un debate que la sociedad española, a través de sus representes en las administraciones, debe afrontar de una vez por todas y solventar.

Pero para poder llevar a cabo todas estas actuaciones, como he mencionado con anterioridad, necesitamos colaborar todos juntos, remar en la misma dirección.

La defensa de las personas y de los municipios es el nexo común de todos los que hoy estamos aquí, independientemente de nuestro signo político. Somos aquellos a los que nuestros vecinos han otorgado la confianza para garantizar su calidad de vida y velar por sus necesidades.

Por eso, quiero reiterar la oferta que realicé en mi toma de posesión a los grupos políticos de la Institución para que juntos sigamos trabajando con responsabilidad, generosidad, respeto y humildad, y juntos continuemos haciendo del diálogo y del consenso el principal instrumento para seguir emprendiendo un camino de propuestas y soluciones que mejoren la vida de los vecinos de la provincia de Valladolid.

No duden de que, desde el Gobierno de la Institución, tienen mi palabra, no pararemos en este empeño. La Diputación es la casa de todos.

Las circunstancias políticas actuales hacen pensar a muchos ciudadanos que el interés por el servicio público siempre esconde réditos más allá de los puramente altruistas.

Pero, mirando a los ojos de todos y cada uno de los alcaldes y concejales que hoy estáis aquí presentes, se puede ver claramente la bondad en vuestras pretensiones y vuestro trabajo desinteresado. Vuestro interés solo responde a un entendimiento de la política como algo necesario, algo verdadero. Una actividad que aplicada de una manera honrada, como todos vosotros lo hacéis, solo sirve para garantizar la subsistencia de nuestra cultura y nuestras tradiciones, así como para preservar la felicidad y el orgullo que le corresponde a todo aquel que siente y ama su pueblo.

Yo quiero aprovechar mi primer discurso como presidente de la Diputación en el Día de la Provincia para daros las gracias. Muchos de vosotros me conocéis, sabéis que me desvivo por mi pueblo. Lo sabes especialmente tú, Macu, que lo sufres cada día.

Sabéis que entiendo que no hay nada más gratificante que mirar a tus vecinos satisfechos, contentos por ver un objetivo cumplido, por conseguir un nuevo servicio o una nueva dotación, por la finalización de unas fiestas patronales cargadas de emoción y alegría. Esa es mi vida. Esa quiero y pretendo que sea la vida de todos los habitantes del medio rural.

Y os doy las gracias de corazón porque sé que colaboráis día a día con vuestro sacrificio y esfuerzo en la consecución de ese logro tan preciado. La felicidad de vuestros vecinos.

Yo presumo y me siento orgulloso de ser de Valladolid y de ser de pueblo. Es un orgullo especial, un sentimiento vivo. No existe una provincia como la nuestra. Es por ello que os pido que seáis los embajadores más entusiastas de nuestra tierra, que promocionéis nuestra cultura, nuestras raíces, a nuestras gentes y sus logros.

Decía Don Miguel Delibes, del que el próximo año celebraremos el centenario de su nacimiento, que “en la literatura nada hay más difícil que la sencillez”, y humildemente me atrevo a añadir, que en la política de hoy en día también.

Nos empeñamos en hacerlo todo difícil, cuando lo más lógico sería buscar la sencillez en nuestros actos. Y así me siento yo ahora mismo ante vosotros. Sencillo. Mostrando todo lo que soy y todo lo que quiero. Dejando que veáis que me siento uno de vosotros, un alcalde más.

Muchas gracias, y buen día". 

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