Crónicas camperas…de toros, de amigos y de gastronomía (3ª parte)
Tras recorrer casi todos los rincones de la finca nos trasladamos a Ledesma para visitar a los padres de Nacho. Había visitado de pasada en su casa, pero el anfitrión nos mostró todos los recovecos. Realmente asombroso!
Todo un museo en el centro de la localidad, con una entrada a la antigua usanza a modo de zaguán, que distribuye el acceso al resto de la casa, enorme casa. El espacioso patio, con los árboles desnudos por el otoño, delata que en verano es idóneo para comer en el porche…y sestear.
En el piso de abajo una cochera con un automóvil de colección y una calesa de dos ruedas que “Tiri” lució en sus buenos tiempos. La antesala a una pequeña pero completa bodega, muestra una colección de aceiteras, lecheras y vasijas varias.
En una pequeña habitación seguardan los recuerdos en forma de legajos, escrituras varias, diarios de todos los tiempos, cachivaches varios. En fin. Algo que al bejarano Santonja le entusiasmará cuando se decida a aceptar la invitación del ganadero ledesmino.
Ya en el interior, varios toneles de pequeño tamaño llenan la sala dedicada al vino y a los licores. De sus paredes cuelga una colección de romanas antiguas para el pesaje. Y subiendo a la zona noble, Nacho nos señala algunos cuadros que inundan la escalera de arte.
El recorrido arrancó por el magnífico y espacioso corredor, desde donde se divisa el bello patio antes citado. Y aquí te puedes encontrar desde lo antiguo -excelentemente conservado- hasta lo más contemporáneo como un futbolín donde juegan Nachito y Lola, los nietos de “Tiri” y Mari Carmen.
Gramófonos, radios, calentadores, maquinillas de liar tabaco, cámaras fotográficas, un pequeño altar dedicado al Sagrado Corazón. Y cuadros. Y fotos, infinidad de fotos que recogen momentos ganaderos de los antepasados de la familia. Nacho nos mostró una placa que conmemora la construcción de un puente en la finca en 1917, donde figura el nombre de su bisabuelo: Andrés López-Chaves Tabarés.
Amplio y largo paseo por las numerosas habitaciones y salas que reúne esta casa, que más parece un museo por lo que atesora. Camas del siglo XIX que son auténticas reliquias, conjuntadas con armarios de caoba y ornamentos varios. No faltan los lavabos de la época en alguna habitación.
Y en el armario del comedor principal se guardan celosamente vajillas de loza de Talavera donde figura el apellido del abuelo de Nacho: López-Chaves Lamamié de Clairác. Y cuadros en todas las estancias de la casa. Y magníficos bargueños de la época, algunos con trampa de doble fondo…
Nacho nos mostró con orgullo el aposento que utilizaba su tío abuelo Víctor, y con él una serie de recuerdos como el escritorio, que permanece inalterable.
Destaca la foto de un conjunto de erales, auto biografiada por su hermano Cándido y dedicada a su padre (Andrés López-Chaves Tabares), en la que menciona que “el encierro de los 20 erales destinados a El Escorial ha sido el mejor de todas las épocas”.
En otras estancias aparecen fotografías en plenas tareas ganaderas y agrícolas, con aquellos bueyes tan poderosos que tiraban de enormes carros. Y toros, muchos toros, unos amparados y otros a veces hostigados por los caballistas.
Y una foto muy curiosa en una de las habitaciones más “modernas” de la casa como son tres niños vestidos de torero: Ignacio padre, Ignacio hijo e Ignacio nieto. La saga continúa.
En fin, ha sido una delicia la visita a la casa familiar de los López-Chaves ledesminos. Todo un compendio de historia ganadera y taurina, pero también de sencillez y de generosidad. No todos los días se abren las puertas de algo tan íntimo. Y sobre todo gracias por haber sabido guardar estos tesoros del legado familiar, pero también un legado para la historia.
En nuestro último tramo, la cuarta y última parte, mostraremos la cara más directa e íntima de nuestro amigo Nacho, con Loly, su esposa y Lola, el juguete de la casa. De “Tiri”, el patriarca. De Ignacio, (Nachito) el hijo mayor, hablaremos de pasada porque ese día tenía fútbol. Pero lo recordaremos en nuestra anterior visita al herradero donde se puso delante de las becerras.
Gracias, familia.
FOTOS: NATALIA CALVO