En la ecuación gatos + árbol de Navidad solo hay una posible solución y esta es que el gato despeja el árbol. No importa la cantidad de juguetes, rascadores o entretenimiento que pueda tener a su disposición, que es entrar un árbol de Navidad por la puerta y todo lo demás se vuelve invisible.
Pepper, el protagonista de esta historia, es un gato extremadamente juguetón que, si puede, convierte casi cualquier cosa en un juego. Ante este panorama, su dueña, Mikaela O'Neil, considera una tarea difícil decorar su casa para Navidad, por lo que ni se plantea si quiera poner un árbol.
"A Pepper le encanta saltar desde bien alto y caer sobre cualquier cosa que crea que puede alcanzar", dijo Mikaela a The Dodo.
Los árboles de Navidad son para los gatos una especie de parque de atracciones. En ellos pueden trepar, jugar con sus adornos y cazar sus ramas. ¿Qué más? Tienen todos los estímulos necesarios para apelar a sus instintos. El problema es que puede resultar peligroso si el árbol se cae sobre ellos o sobre alguien más.
Mikaela, sin embargo, no quiso renunciar a la idea de poner un árbol de Navidad este año en su casa y pensó en algunas alternativas. Así, encontró un tapiz con la imagen de un frondoso árbol verde de Navidad decorado y hasta con luces que no dudó en colgar en su pared.
Al principio, Pepper observaba de lejos hasta que se dio cuenta de que también podía jugar con él.
Comenzó a examinarlo.
Continuó descubriendo que podía jugar al escondite detrás de él.
Y trató innumerablemente de derribarlo.
Y, por increíble que parezca, lo logró. Tardó en conseguirlo, pero, tal y como confesó su dueña a The Dodo lo logró.