Así se 'cocina' un agua de calidad: la Planta Potabilizadora de Salamanca
NOTICIASCYL SALAMANCA continúa este domingo con su serie dominical de reportajes sobre los servicios municipales. Todo aquello que el Ayuntamiento de Salamanca tiene en marcha en su labor de servir al ciudadano y mantener la ciudad en el mejor estado posible. Áreas municipales de las que puede disponer cualquier vecino de Salamanca y que este diario acerca para que pueda conocerlas un poco mejor. Hoy, la Planta Potabilizadora de Salamanca.
En la avenida de La Aldehuela permanece activa desde 1984 la Planta Potabilizadora de Salamanca. Sirve a unas 240.000 personas, abarcando la capital y su alfoz. En total, 14 municipios. Con un caudal medio de salida de unos 50.000 m3, que oscila entre los 39.000 m3 en invierno hasta los 90.000 m3 en verano, su consumo es estacional. Son datos que ofrecen al pie de la instalación el gerente de Aqualia, Francisco Javier Rodríguez, y el jefe de planta, Adrián Ingelmo. Están acostumbrados. A menudo tienen visitas de centros escolares, universitarios o grupos de mayores, pero esta vez quieren acompañar a los lectores de este diario hasta cada uno de los puntos clave en su funcionamiento. Pisamos, oteamos, y sobre todo, escuchamos. La fuerza de la corriente, la intensidad de los procesos.
El agua que entra en la Planta Potabilizadora de Salamanca es captada en el Azud de Villagonzalo, aunque existe una captación de emergencia en el río Tormes, junto a la instalación. Se desplaza a través de los canales gracias a la gravedad y tarda en llegar una 17 horas. Según indica Adrián Inglemo, es de muy buena calidad ya en origen, donde se extrae a unos cinco metros de profundidad y ya se criba mediante rejillas para que ningún cuerpo voluminoso entre en el sistema y pueda obstruirlo.
Un agua de primera
Una vez entra en la planta, el agua se somete a un primer tratamiento, llamado preoxidación, en el que se le inyecta cloro, uno de los mejores desinfectantes que existen, además de sulfato de aluminio que ayuda a eliminar las partículas coloides convirtiéndolos en flóculos para destruirlos. Estas reacciones químicas ocurren en tres piscinas gigantes, llamadas decantadores, que permiten discriminar el agua más limpia que queda en la superficie y es la que continúa en el sistema. Cada medio minuto, el sistema aspira unos 30.000 litros de agua y los suelta de golpe para que se genere la presión que activa el sistema. El agua que queda en la parte inferior va a la depuradora, donde parte de ella vuelve al río y otra parte sirve para producir energía eléctrica. Nada se desperdicia.
En el siguiente punto del sistema es donde se eliminan todos los sabores y olores que pueda traer el agua del río. También aquellos compuestos que sean peligrosos para la salud. Para ello utilizan seis filtros de carbón activo granular, capaz de retener todas esas partículas, y convertir el agua en potable. Como indica Inglemo, en este punto el agua ya sería potable aunque la legislación no permite aún distribuirla. Es necesario perfeccionar el proceso añadiendo un desinfectante residual que proteja el agua en su viaje por los conductos hasta los puntos de extracción, como las viviendas. Ahí vuelve a aparecer el cloro, entre 0,2 y 1 miligramo por litro. Después, se corrige el PH para eliminar la acidez con hidróxido sódico y situarlo entre 6,5 y 9,5, ajustándose al Real Decreto que regula la calidad del agua. Marchando una de agua de primera calidad.
El GAP, adiós a las averías
Una de las principales novedades en la administración de la red de aguas de la ciudad es la implementación del Sistema de Gestión Activa de Presiones, clave en la reducción del número de averías. Según explica el responsable de redes de Aqualia, Alfonso Cañón, con los datos de consumo de los clientes en cada una de las calles se elaboró un modelo matemático que, gracias a los sensores de presión colocados en los diferentes puntos de la red, permitió elaborar una división por sectores con puntos de entrada regulados mediante válvulas reductoras. Anteriormente, recuerda Cañón, la presión no se podía regular, venía dada únicamente por la altura de los depósitos y era por la noche, habiendo menor actividad, cuando la presión aumentaba y se producían las averías.
Para comprobar el estado de la red en tiempo real, los operarios pueden seguir mediante un sistema implementado en una doble pantalla ubicada en una de las oficinas, así como en tabletas y móviles, cuál es la evolución constante de las presiones y, por lo tanto, cuándo se produce alguna avería para solucionarla. Al reducir la presión alargan la vida útil de los materiales de la red de agua y disminuyen los problemas. Según los datos que maneja la empresa, con el GAP, Salamanca ha pasado de superar las 180 averías anuales, a tener poco más de 80, una reducción superior al 54%, tal y como informó el Ayuntamiento el pasado verano, superando el objetivo inicial marcado en torno al 40%.
Aún así, en caso de producirse una avería, efectúan reparaciones todos los días del año en horario de 7:00 a 22:00, evitando la franja nocturna para no afectar al descanso de los vecinos. Una vez se detecta, se desplazan hacia la zona, cortan la red y aíslan la avería para dejar al menor número posible de personas sin agua. Desde ese momento hasta que vuelven a dar el agua pasan, de media, unas seis horas.
Salamanca, agua de calidad y cuidado del medio ambiente
El Ayuntamiento de Salamanca tiene externalizado el servicio de distribución de aguas a la empresa Aqualia. Sin embargo, es suya la responsabilidad última de que los salmantinos puedan consumir un agua de calidad. Y, según indican, lo consiguen. Así lo reconoce, en declaraciones a NOTICIASCYL SALAMANCA, la concejala de Medio Ambiente, Miryam Rodríguez, que explica cuál es su política de actuación respecto al agua en la ciudad. “Nuestro proyecto se explica en dos vertientes: la calidad del agua que consumen los ciudadanos y el cuidado del medio ambiente”.
Por esta razón, aparte de la labor que se realiza en la Planta Potabilizadora, el Ayuntamiento ha tomado otras medidas encaminadas a la sostenibilidad del sistema. Entre ellas, la telegestión de riego que permite controlarlo de forma remota, generando un importante ahorro de agua. En torno al 40%, según los datos facilitados por la edil, en función de las condiciones meteorológicas. Rodríguez recuerda, además, que no hace mucho el Ayuntamiento inauguró un punto junto al Parador y que ha servido incluso para generar vegetación espontánea en la zona.
Por otro lado, Miryam Rodríguez destaca el esfuerzo que ha hecho el consistorio en los últimos tiempos por el arreglo y la renovación de las redes. Aparte del GAP, que ha servido para aumentar en 16 años la vida útil de las tuberías, los responsables municipales aprovechan cada avería para cambiar los materiales y acabar con el fibrocemento. En definitiva, un complejo proceso que culmina con el sencillo e infravalorado gesto de abrir el grifo, que en sí mismo es un privilegio, y que encierra mucho trabajo detrás.
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