El tiempo está siendo este invierno uno de los principales temas entre los corrillos de gente. Siempre lo es, de hecho, pero la crudeza de este está provocando que casi solo se hable de ello.

Desde hace ya muchos días, Salamanca amanece helada ante la sorpresa de los vecinos. Y no por el manto blanco, común en invierno, sino porque cuando parece que el manto no puede ser más grande, siempre hay un día posterior. 

Las gélidas temperaturas, unidas a una niebla que ya parece parte del encanto de Salamanca, están provocando unas cencelladas de las que poco se recuerdan en los años más cercanos.

De hecho, las heladas en algún invierno fueron casi inexistentes aunque, es cierto, este año todavía no ha nevado prácticamente nada en la provincia. Tampoco hay lluvia, lo que ayuda a este frío intenso salmantino. 

Por otro lado, a falta de nieve, buenas son estas heladas para poder disfrutar de espectaculares imágenes que nos deja el crudo invierno. Casi todas iguales, donde el blanco reina, ya sea por hielo o por niebla. 

Así que hasta que lleguen las lluvias, esta misma semana, todavía hay tiempo de sacar las cámaras o el móvil y poder fotografiar la ciudad bañada por el hielo. Cuidado, eso sí, con los resbalones.