NOTICIASCYL SALAMANCA continúa este domingo con su serie dominical de reportajes sobre los servicios municipales. Todo aquello que el Ayuntamiento de Salamanca tiene en marcha en su labor de servir al ciudadano y mantener la ciudad en el mejor estado posible. Áreas municipales de las que puede disponer cualquier vecino de Salamanca y que este diario acerca para que pueda conocerlas un poco mejor. Hoy, el Club de Lectura y Escritura de Salamanca.
'¡Oh capitán, mi capitán!', exclamaban con fervor los alumnos de ficción del malogrado Robin Williams en 'El club de los poetas muertos'. Aquella historia y el popular encabezado del poema de Walt Whitman marcaron a una generación. Enseñó a los jóvenes de los noventa a prestar atención a la literatura. A apreciar el interés por la lectura. A explorarse a sí mismos para ofrecerse a otros escribiendo. A ser reivindicativos. En definitiva, a tener un pensamiento crítico. Algo que en la era de la comunicación, vil paradoja, parece de otro tiempo.
Pero en Salamanca, cada viernes, cuando la rutina semanal ha aplastado el espíritu de muchos estudiantes, emerge un espacio reservado en las entrañas del Teatro Liceo para recuperar todo aquello. El Club de Lectura y Escritura Juvenil, impulsado por el Ayuntamiento de Salamanca, se reúne en el Centro de Producción Teatral de 17:00 a 18:30 horas. Allí, una veintena de jóvenes estudiantes profundiza en el mundo de las letras y explora su creatividad bajo la coordinación del poeta salmantino, Raúl Vacas, con una decena de publicaciones a su espalda.
Está a punto de arrancar la segunda sesión. Los chicos y los chicas van entrando para ocupar un sitio en el aula mientras el escritor tiene la deferencia de atender a los lectores de NOTICIASCYL SALAMANCA. “Nos reunimos en torno a la escritura y la lectura generando un grupo, más o menos homogéneo, con chicos y chicas de diferentes centros, que buscan un espacio para compartir ese lado creativo que tienen”, explica. Ahonda, además, en la necesidad de llenar un vacío que comprende había en la ciudad. “En algunos institutos sí que hay talleres puntuales relacionados con la lectura, pero yo sentía que Salamanca necesitaba cubrir el hueco que dejó la Fundación Germán Sánchez Ruipérez”.
Vacas comparte que el mundo de las letras ha quedado un poco desplazado en la sociedad actual. No solo de la tecnología, maravillosa si se trata de comunicarse, sino de esa cultura de instantánea satisfacción vacía. Sin embargo, en este tiempo, el suyo es un mensaje de esperanza. “Creo que hay una concepción un poco 'catastrofista' respecto a los jóvenes. Mi trabajo consiste en recorrer un montón de centros de toda España y veo que sí hay chicas y chicos interesados en leer y en escribir. Pero quizá no se les acompaña lo suficiente. Ni desde el sistema educativo, ni desde los propios hogares. Creo que hacen falta esas figuras de referencia para empujarles y ayudarles a sacar ese lado creativo. En cuanto les pones el anzuelo, demuestran que son fantásticos”.
En términos prácticos, el taller se desarrolla a través de la lectura con álbum ilustrado. “Son textos sencillos que se pueden compartir y yo se los puedo facilitar. No quiero que este taller les suponga una inversión en tiempo demasiado grande porque ya tienen una carga lectiva importante, ni que tengan que hacer un gasto en libros para compartir, así que yo les proporciono esos materiales”.
En relación a la escritura, tocarán “un montón” de temas. Desde la escritura relacionada con lo doméstico a temas tan trascendentales como la muerte. Cada viernes, en sesión monográfica, abordarán tipos de escritura como el relato y el microrrelato, las poesía, los haikus... “He procurado que sea lo más variado posible. Se trata de que se ejerciten y, sobre todo, de que se diviertan. No se viene a sufrir, ni se califican los trabajos. Se viene a compartir el aspecto creativo que todos tienen y a poner en común el gusto por la lectura”.
Tras la primera sesión, la respuesta es inmejorable. “Conozco a muchos de sus profesores y me cuentan que han llegado felices después de estos primeros encuentros. Llegaron con un cierto miedo, no sabían muy bien de qué se trataba. Pero han visto que aquí tienen la oportunidad de conocer a otos, sobre todo para reforzar la idea de grupo y luego compartir otros espacios y otras actividades”.
Y explica ese vacío que ha quedado en torno a los jóvenes en la ciudad. “Esto se puede convertir en un motor. Cuando hablo con las bibliotecas o con otros centros me cuentan lo difícil que es captar a la gente joven. Y en realidad no se programan demasiadas cosas para este público. Antes, las asociaciones vecinales, las parroquias o los centros culturales agrupaban a los jóvenes en torno a temas diferentes. Ahora toca también construir un poco de ciudad y si nosotros como grupo podemos ejemplificar la necesidad de trabajar por y para los chicos, pues genial, aquí va a haber un grupo comprometido”. Suerte, pues, en esta travesía, '¡Oh capitán, mi capitán!'.