Traemos a nuestra sección de entrevistas a un personaje popular en el ámbito político que ha marcado una época al frente del consistorio pucelano. Odiado y amado, látigo implacable con sus adversarios políticos -sobre todo del Psoe- y también con los suyos -Partido Popular-. Pero hombre cabal.
De los que no se ha llevado ni un euro de la política. Acusado y a veces vilipendiado, ha sido sometido a juicios paralelos por la opinión pública y por sus adversarios que no enemigos, pero siempre salió intacto. Por eso lleva a gala decir lo que le plazca y cuando le plazca. Nada tiene que temer, salvo a Dios, ya que es católico practicante.
Vamos, pues con esta extensa e intensa entrevista donde hemos intentado extraer lo máximo del personaje para que Uds. -los que no lo han tratado- lo conozcan a fondo. León de la Riva se ha explayado y se ha sentido a gusto en todo momento durante nuestra conversación. Lo que sí está claro es que el antiguo regidor no deja a nadie indiferente.
P.- Genio y figura, este ginecólogo y profesor universitario dejó su vocación por la política cuando Aznar llamó a su puerta. ¿Cómo fue aquello, Javier?
R.- Durante toda la carrera fui delegado de curso, delegado de facultad, secretario general de los estudiantes de medicina de toda España, es decir siempre tuve especial preocupación por los intereses comunes. Al terminar la carrera fui presidente del sindicato médico de Valladolid y en esta época fui invitado a asistir a las comisiones de sanidad de alianza popular; después de varios meses, en diciembre del 84, decidí darme de alta en el partido al tiempo que dimitía como presidente del sindicato médico. Nunca tuve ficha de ningún partido político hasta ese momento, y mi época de estudiante tenía una nutrida ficha en la brigada político social.
Santiago López Valdivielso me incorporó al comité ejecutivo provincial, y cuando se nominó a Aznar como candidato para las elecciones autonómicas del 87 yo pregunté, inocentemente, si no había ningún castellano leonés apto para ser el candidato. Esto motivó la curiosidad de Aznar y se puso en contacto conmigo. Tuvimos una entrevista les expuse como veía yo el problema sanitario en Castilla y León y me encargó redactar el programa de sanidad para las siguientes elecciones autonómicas.
P.- ¿Encajaron bien los compañeros del PP su rápida ascensión?
R.- Salvo dos o tres personas, nadie cuestionó lo que llamas mi ascenso político y aquellos que inicialmente pudieran tener aspiraciones para entrar en el Gobierno de Aznar al final se pusieron de mi lado.
P.- ¿Llegó Ud. a mandar, de verdad, en el partido?
R.- Ni he mandado nunca en el partido ni lo he pretendido hacer; jamas concurrí a las elecciones políticas dentro del partido. Fui nombrado presidente de la comisión regional de sanidad cuando era consejero, y posteriormente vicepresidente de la comisión nacional de sanidad. Durante unos años presidí el comité de disciplina y garantías del partido a nivel regional y en todo este tiempo hice un sólo expediente a un afiliado que concurrió en las listas de otro partido.
P.- Procurador, consejero con Aznar, portavoz en las Cortes, aspirante a la alcaldía, -y se la “roban” los comunistas- y por fin alcalde de Valladolid con mayoría absoluta ¿Qué sintió en ese momento?
R.- Efectivamente desempeñe todos esos cargos. Cuando se iban a convocar las elecciones municipales del 87, López Valdivielso, Lucas y Aznar me propusieron ser candidato a la alcaldía de Valladolid. El partido no tenía un candidato preparado para salir frente a Tomás Rodríguez Bolaño, y hacerlo era claramente salir de caballo perdedor.
Puse dos condiciones la primera que yo hacía la lista completa y la segunda que iba del número dos en las autonómicas para de no ser alcalde repetir en el gobierno algo que fue aceptado por los tres presidentes.
Contra pronóstico ganamos aquellas elecciones, pero sin mayoría absoluta lo que motivó una vez más que el candidato socialista repitiese en alcaldía con el apoyo de Izquierda Unida. Tras largas discusiones, acepté compatibilizar ser el jefe de la oposición en el ayuntamiento, con más concejales que el propio alcalde y ser el portavoz de la mayoría en las Cortes Regionales.
Estos cuatro años en la oposición municipal me sirvieron para conocer el funcionamiento del ayuntamiento y patearme a diario la ciudad. Después, en las elecciones del 95, obtuve la mayoría absoluta que repetimos en las cuatro convocatorias electorales siguientes, para volver a ganar en 2015, pero esta vez sin mayoría absoluta lo que motivó un tripartito de izquierdas que hizo alcalde a quien había llevado al partido socialista a los peores resultados de la democracia municipal desde el 79. Obviamente el triunfo del 95 supuso el reconocimiento de un trabajo serio, hecho durante cuatro años en la oposición.
P.- ¿Lleva Ud. a gala lo de ser el alcalde más longevo de su ciudad?
R.- Entré en el ayuntamiento con la convicción de mantenerme allí mientras los ciudadanos y mi familia lo aguantara, y efectivamente así estuve 20 años y si no hubiera habido alguna interferencia externa hubieran sido otros cuantos más. Ciertamente batí récord pues mi predecesor estuvo 16 años, aunque tan sólo en tres ocasiones había ganado las elecciones y solamente una vez por mayoría absoluta.
P.- ¿Había soñado Ud. con ello?
R.- La verdad es que nunca me planteé dedicarme íntegramente a la política, ni mucho menos soñé con ser el alcalde de mi ciudad, que es sin duda lo más importante a lo que se puede llegar en política.
P.- Durante los 20 años al frente del Consistorio ha tenido Ud. numerosos ataques de todos los frentes y colores por su facilidad de “meterse” con las gentes. Le han tachado de: "machista", "misógino", "autoritario", "soberbio", "astuto" y "muy trabajador".
R.- 20 años en la alcaldía supone estar expuesto a todo tipo de críticas y comentarios. Ciertamente admito lo del carácter serio e incluso a veces autoritario, lo que puede dar apariencia de soberbia; en modo alguno admito lo del machismo o lo de misógino, Y desde luego hasta desde la oposición reconocían mi capacidad de trabajo: decían en la casa consistorial que era el primero en entrar y el último en salir, algo que me temo no pueden decir en estos últimos cinco años del titular de la alcaldía. A lo largo de toda mi vida profesional mi hora de iniciar el trabajo no fue nunca más tarde de las 8:00 de la mañana.
P.- Expláyese con esta pregunta, doctor. También, en sus dos decenios como alcalde habrá recibido parabienes ¿De qué está más satisfecho, en general?
R.- En primer lugar de que mis paisanos reconozcan que me entregué en cuerpo y alma a los intereses de la ciudad, pasando por encima de los intereses del partido, e incluso de los intereses de intentar mejorar una carrera política. Con mis aciertos y mis errores siempre hice lo que creía que tenía que hacer, y al menos nadie ha dudado de mi honradez en esos 20 años. Decirte que me siento más orgulloso es difícil, es como preguntar al niño si quiere más a papá o a mamá.
En el área social estoy muy satisfecho de haber hecho desaparecer el asentamiento del Camino de Obregón y el Poblado de la Esperanza. Haber creado el albergue de indigentes, haber aumentado y modernizado el comedor social, haber puesto en marcha el mayor huerto ecológico municipal de toda España, haber construido multitud de centros cívicos, bibliotecas, centros de día, centros de mayores, polideportivos, miles de plazas de aparcamiento, teatros, museos, salas de exposiciones y haber potenciado el turismo en Valladolid apostando por la gastronomía y la enología además de la lengua. La lista sería interminable porque 20 años trabajando seriamente dan para mucho.
P.- ¿Le sigue parando la gente por la calle?
R.- Salir por la calle es una auténtica romería, que a veces resulta molesta a quienes me acompañan, pero no oculto como uno tiene su corazoncito le parece un reconocimiento incluso a veces exagerado.
P.- ¿Y qué es lo que más le comentan?
R.-”Adiós, alcalde, cuánto te echamos de menos, alcalde tienes que volver. Estos de ahora están destrozando todo lo que hiciste tú“. Estas y otras frases similares son las habituales cuando me cruzo con las personas que me conocen y me reconocen.
P.- ¿Qué es lo más fuerte que le ha dicho algún vecino en su etapa de alcalde?
R.- Al salir de uno de los juicios, a la puerta del edificio de juzgados, un conocido activista de izquierdas me preguntó dónde estaban los 400 millones de la sociedad Valladolid Alta Velocidad. Cuando le respondí que en los talleres, en los desvíos, en los enlaces en el túnel del Pinar...se dio la vuelta y no pudo contestar nada.
P.- ¿Y lo mejor?
R.- Cuando me dicen, y ha sido en varias ocasiones, que después de Miguel Íscar he sido el mejor alcalde de la historia de Valladolid.
P.- Sinceramente, Javier. ¿Está Ud. arrepentido de haberse presentado a la alcaldía en las últimas elecciones, sabiendo que tenía pendiente los temas judiciales?
R.- Justamente me presenté por eso, ya que de no haberlo hecho la gente podía entender que reconocía haber cometido alguna irregularidad. Se me ofreció un puesto en alguna otra lista, a lo que renuncié y se me dijo “serás el candidato pero la lista la hará el partido”. Así se hizo y el resultado fue que volvimos a ganar las elecciones, pero sin mayoría absoluta, y un pacto de izquierdas nos proporcionó un gobierno municipal tripartito, presidido por quien había llegado al partido socialista al peor resultado de su historia en las municipales de Valladolid.
P.- ¿Se sintió abatido cuando tuvo que dejar su acta de concejal?
R.- Ninguno de quienes habíamos ido alcaldes de capital de provincia con el Partido Popular recogimos el acta de concejal de oposición; en mi caso, además, había una sentencia de la que prefiero no hablar, inhabilitándome por haber tardado en cumplir una sentencia de una sala que tenía más de 2000 sentencias sin cumplir y no pasaba nada, y en el caso mío además la propia sala reconocía que ya estaba cumplida.
Curiosamente la denuncia sobre el incumplimiento de esa sentencia se presentó en la fiscalía anticorrupción en Madrid ante un fiscal que había estado en Valladolid dando una conferencia invitado por la propia asociación que después me denunció. Las competencias urbanísticas las tenía delegada, pero la concejala responsable de urbanismo no fue admitida ni siquiera como testigo por el tribunal.
P.- ¿Y cuando salió absuelto, a quién se quería “comer el león”?
R.- En el juicio de las “confort Letter”, el actual alcalde de Valladolid pretendió, además de inhabilitarme para no tenerme enfrente en unas nuevas elecciones, meterme en la cárcel y arruinar a mi familia. Afortunadamente dos sentencias unánimes de dos tribunales distintos, la audiencia Provincial de Valladolid y el TSJ de Castilla y León declararon mi inocencia. El Ayuntamiento tuvo que pagar los honorarios de mi defensor cuando lo razonable es que lo hubiera tenido que pagar el propio alcalde denunciante.
P.- ¿Es tan fiero el “león” como lo pintan?
R.- Alfonso Guerra dijo en un mitin electoral que el alcalde de Valladolid era un león que se había quedado sin garras. Ciertamente, reconozco que en ocasiones tengo un pronto un tanto fuerte, pero como el buen champán una vez descorchado llega las burbujas mejoran el buen sabor.
Como la cabra tira al monte, uno se va por sus derroteros taurinos. Ud. ha sido el alcalde que más ha defendido la tauromaquia en Valladolid en su historia: “Ciudad Taurina”, Museo Taurino, apoyo económico a los toros por San Pedro Regalado, etc. El cambio de fechas -La Virgen de San Lorenzo por San Mateo, que aquí no pintaba nada- también fue una “bendición taurina” porque evitó de forma sistemática el agua en los toros…y en la ciudad. Esto benefició a todos los sectores implicados en las fiestas.
P.- ¿Cómo se le ocurrió tal idea?
R.- El cambio de las fechas lo decidí cuando en la inauguración de la feria de las casas regionales la lluvia y el viento transformaron aquello en un auténtico sufrimiento, y la entonces presidenta de la Casa de Navarra me preguntó que por qué celebrábamos a San Mateo como patrono de las fiestas cuando realmente no lo era.
Ciertamente aquello me lo hizo pensar y esa misma tarde, creo recordar, se suspendió la corrida por lluvia y viento y en una tertulia televisiva dije que me estaba planteando el tema del cambio de las fiestas, puesto que efectivamente el patrono de la ciudad era San Pedro Regalado, por cierto también patrono de los toreros, y la patrona es la Virgen de San Lorenzo y que por lo tanto poco pintaba San Mateo.
Al día siguiente, precisamente en los toros, se me acercó Tomas Rodríguez Bolaños, por entonces jefe de la oposición en el ayuntamiento, y me dijo que si llevaba la propuesta al pleno, él y su grupo la respaldarían y así fue.
Ciertamente una decisión un tanto arriesgada, pero al final los años y el tiempo me dieron la razón. Mi afición a los toros me viene desde que tenía pantalón corto cuando mi padre me cedía su abono para la corrida de los caballos que no le gustaba y poco a poco le fui cogiendo gusto al tema.
Es una pena, que por la presión de los socios radicales del gobierno tripartito, el alcalde “okupa” se vio obligado a cerrar el Museo del Toro, (por cierto lleva 5 años cerrado), suprimir el trofeo San Pedro Regalado, y negar el pan y la sal a los empresarios del coso del Paseo de Zorrilla.
Ahora, jubilado, se le nota feliz y satisfecho a sus taitantos rodeado de sus hijos y nietos. Y muy activo en las redes sociales.
P.- Le seguimos y da Ud. mucha caña a diestro y siniestro -léase adversarios de partidos, sobre todo pesoeistas y podemitas-, pero también le hemos leído algún varapalo a sus compañeros del PP en el consistorio, subliminal, pero no deja de ser varapalo.
R.- Efectivamente ahora tengo mucho más tiempo libre y me entretengo comentando en algunos medios lo que veo, lo que pasa en mi ciudad, en mi región, en mi país y a veces hasta en el mundo entero.
Y como siempre he hecho o he pretendido hacer, diciendo lo que pienso guste o no guste a propios y extraños. Y cuando tengo que decir que el equipo de gobierno municipal de Valladolid no ha hecho absolutamente nada en cinco años, más que vender humo y pintar ciclo carriles estoy diciendo la verdad, puesto que la única obra civil que hicieron fue el centro cívico del Barrio de la Victoria, que por cierto dejé yo contratado, a lo que hay que sumar los destrozos que han hecho en el Puente del Poniente, en el Puente Mayor y, últimamente con ese desenfreno de peatonalización sin consultar con nadie, con la única obsesión de eliminar el coche particular de la ciudad. en una ciudad que precisamente vive del automóvil.
Y cuando tengo que criticar la labor del Partido Popular en el Ayuntamiento, que dicho sea de paso me parece más bien escasa, lo hago con absoluta tranquilidad. Me ofrecí a colaborar con ellos, incluso a cerrar las listas, pero algunos “listos” les aconsejaron lo contrario. Les ofrecí ponerles al día de los problemas que yo veía en Valladolid después de 24 años en el Ayuntamiento y despreciaron mi oferta y la presencia de ninguno de los concejales que habían formado parte de mis equipos de gobierno, rechazaron mi colaboración en la campaña electoral... y el resultado fue la primera derrota del Partido Popular en unas elecciones municipales desde el año 91, y o cambian muchas cosas o no será la última.
P.- ¿Sigue Ud. conversando de política con asiduidad con Aznar?
R.- Hace mucho tiempo que no hablo con Aznar, pero no creo que piense volver al primer plano de la política.
P.- ¿Le ha comentado que volverá, tal y como dijo en su día “si hiciera falta”?
R.- Los políticos actuales, salvo excepciones, no les llegan ni de lejos a los de la transición y los primeros años de la democracia. Siempre dije que para vivir de la política hay que haber vivido de la propia profesión, y mira como está el panorama...
P.- ¿Qué opina de la política actual?
R- Aunque no pienso volver a la política, y ofertas no me han faltado, retomaría lo que hice durante 30 años: tratar de hacer lo que digo y patear la calle que es donde un alcalde conoce los problemas de su ciudad y de sus ciudadanos y, por qué no decirlo también, donde se ganan las elecciones que no desde los despachos por muy importantes que estos sean.
P.- Sería injusto no recordar a Tomás Rodríguez Bolaños (†), su eterno rival.
R.- Tomás Rodríguez Bolaños fue un buen alcalde, un buen socialista y lo que es más importante, una mejor persona en la política local e incluso en la nacional; todo el mundo conoce las buenas relaciones que manteníamos Tomas y yo, e incluso eran puestas de ejemplo en ciudades en las que el alcalde y el jefe de la oposición no se dirigían la palabra.
A título de ejemplo, cuando Tomás dejó el ayuntamiento le organicé una comida de despedida con toda la corporación y los altos funcionarios de aquella casa, y le entregué como recuerdo un bastón de alcalde. Cuando yo dejé el ayuntamiento, el actual alcalde me presentó una denuncia en el juzgado y trató de meterme en la cárcel. Que cada cual juzgue.
P.- ¡Métase con Óscar Puente, que a Ud. le encanta!
R.- Creo que en la respuesta anterior defino perfectamente al personaje que hoy ocupa el sillón de la alcaldía en nuestra ciudad.
Pues gracias, Francisco Javier León de la Riva. Ha sido un placer.