El vicepresidente y portavoz de la Junta de Castilla y León, Francisco Igea, publica un decálogo, que titula a “propósito de Ciudadanos”, en el que sostiene que un partido no puede resolver sus crisis con expulsiones o exclusiones, pide autocrítica y aboga por un liderazgo en el que no todas las decisiones las tome el líder porque los errores también serán suyos.
Igea ya manifestó ayer que la dirección de Ciudadanos, que se reúne el lunes, motivo por el que se ha aplazado la visita de Inés Arrimadas a Valladolid, debe tomar decisiones después de la crisis abierta con la fallida moción de censura en Murcia, tras la marcha de tres transfugas para mantener el gobierno con el PP en esa región.
En su cuenta de twiter, en un hilo de diez reflexiones y propuestas, asegura que los partidos no existen sin sus militantes y las organizaciones territoriales y considera que el esquema en que todas las decisiones las toma el líder “infantiliza” a la organización y sus militantes y convierte en “crisis sistémica cada acción local”.
Defiende que la posición de un partido la debe determinar su programa y el contenido de sus acuerdos, no quienes son sus socios. “No somos de centro porque pactemos un día con unos y otro con otros. Deben ser nuestras políticas las que marquen nuestra posición”, explica.
“Un partido no puede resolver todas sus crisis con expulsiones o exclusiones. Esta mutilación sistemática no produce más que empequeñecimiento y miedo. El miedo no produce más que rencor y el rencor es el motor de la venganza”, escribe.
También, señala que en política la bondad no consiste en proclamar tu pureza, sino en establecer las condiciones necesarias para imposibilitar el avance del mal y facilitar el progreso del bien. “En política si no eres útil, no eres bueno”, resume.
Por otro lado, indica que la política es una acción colectiva que exige liderazgo y añade que éste solo se puede ejercer desde “el convencimiento, la empatía y la escucha” y defiende que el eje no es izquierda o derecha, sino “populismo vs democracia liberal”. “Hacer depender los gobiernos del populismo está triturando a los partidos constitucionalistas atrapados en su red de exigencias iliberales”, reseña.
“Un político que necesita un argumentario es un político sin argumentos. No es lo mismo el guiñol que el teatro”, sentencia, a la vez que aboga por ejercer “la autocrítica más que la venganza, el análisis más que la descalificación, la reflexión más que la acometividad”. “Los españoles están muy cansados de la descalificación. Los españoles no viven twitter”, remata.