J.S.C. / ICAL
Triunfó con polémica en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860 y generalmente descansa con rectitud en la primera planta del Congreso de los Diputados. Desde esta semana ha cursado una visita a sus orígenes y es la estrella de la exposición que conmemora el quinientos aniversario de la considerada por muchos historiadores primera revolución moderna de la historia. Es, a juicio de los expertos, el cuadro más famoso e importante que se ha realizado jamás sobre los Comuneros después de que Padilla dijese el 24 de abril de 1521, en la localidad vallisoletana de Villalar, aquello de 'Señor Juan Bravo, ayer fue día de pelear como caballeros, hoy lo es de morir como cristianos'.
Antonio Gisbert pintó en 1860, con 26 años de edad, el lienzo 'Los comuneros Padilla, Bravo y Maldonado en el patíbulo', adquirido al año siguiente por las Cortes Generales tras abonar 8.000 reales de entonces. Primero se llamó 'Los Comuneros de Castilla' y se convirtió en la primera gran obra maestra del género histórico realizada por Gisbert (Alcoy, 1834 - París, 1901), lo que supuso su consagración como artista de ideas progresistas en los círculos políticos de su época, según sostiene José Luis Díez, el académico y comisario de la exposición Pintura Histórica del siglo XIX en España (Madrid, 1992), la cual dedicó un lugar destacado a esta obra. El pintor escoge un argumento polémico y contradictorio de la historia de España, "que pone en entredicho la actuación de la Corona, mostrando a los que van a morir como mártires triunfantes en la defensa de las ideas de justicia y libertad", escribe José Luis Diez.
La discusión nace por el posible paralelismo entre lo que ocurrió en 1521 con Carlos V y los aconteceres del reinado de Isabel II. "Los comuneros, al haberse levantado contra Carlos V, podían de algún modo equipararse en ese momento con Isabel II, el cuadro parecía una loa contra la Corona". Así lo dice Javier Barón, jefe de Conservación de pintura de historia del siglo XIX en España del Museo del Prado.
La medalla de la discordia
El cuadro consiguió una medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1860, pero la negativa del jurado a conceder a Gisbert la distinción de honor provocó una amplia polvareda. El periódico La América abrió una suscripción popular "para regalar una corona de oro al distinguido artista español que reemplace a la medalla de honor que le ha negado el tribunal de la exposición". Los parlamentarios debatieron en las Cortes Generales sobre la importancia del cuadro y las muestras de adhesión alcanzaron al Ayuntamiento de Alcoy, institución que también participó en los homenajes a Antonio Gisbert. El noticiero La América consiguió su objetivo y el pintor recibió su corona de oro.
Salustiano Olózaga, político liberal de la época, demuestra con las siguientes palabras -pronunciadas en la entrega de la corona y recogidas en el catálogo de la exposición de 1992- el alcance del debate político suscitado: "No bastaron tres siglos de opresión para borrar del todo la memoria de las grandes luchas y de la suerte lamentable de los ilustres jefes de las comunidades; pero lo que sólo era para muchos una tradición confusa, es ahora, para todo el pueblo español, una magnífica realidad que pasará con el nombre de usted a las más remotas generaciones, recibiendo de todas ellas el culto que merecen los que sacrifican notablemente su vida por la libertad de su patria".
Las copias
Salustiano de Olózaga se enamoró del cuadro. Tanto que el político liberal encargó una réplica que posteriormente se exhibió en la Exposición de París de 1867 y que actualmente se encuentra en una colección particular de Alcoy. Otra copia, realizada en 1863 por Carlos Serrano, la muestra el Ayuntamiento de Toledo y otra más de mayor tamaño está expuesta en la Diputación de esta provincia. Existen múltiples copias y bocetos y el protagonismo de la obra llegó hasta la película 'La Leona de Castilla', realizada por Juan de Orduña en 1951, que se apoya en la obra de Gisbert para componer la secuencia de la decapitación.
Degollado en la espera
El cuadro representa el ajusticiamiento de los comuneros, levantados en armas para defender las libertades en contra de los proyectos imperialistas de Carlos V. Según lo expuesto por José Luis Díez, Juan de Padilla es el eje y centro de atracción de la escena. Gisbert introduce un tratamiento secuencial de la imagen al representar las tres fases de su desarrollo –la subida al patíbulo, la espera y la degollación-, al igual que la lectura narrativa de las pinturas medievales. Bravo aparece degollado, Padilla a punto de serlo y Maldonado instantes antes de subir al cadalso.