Su vida es de película, pero “hay que pensar un buen nombre”, comenta sonriente Ruperto Sánchez en sus primeros días viviendo en Valladolid. El militar venezolano, de 55 años que ha regresado a Pucela, la ciudad que le vio nacer tras pasar 48 en Venezuela y donde ha permanecido 7 años preso por supuesta rebelión militar contra el Gobierno chavista de Nicolás Maduro.
Se ha convertido en uno de los personajes más buscados por los medios de comunicación a nivel nacional y EL ESPAÑOL Noticias Castilla y León ha logrado hablar con él gracias a la mediación de Fundación +34, una ONG que asesora a las familias, y lucha por la calidad de vida y reinserción de los presos españoles en el extranjero.
A orillas del Pisuerga intenta comenzar con una “nueva vida”, junto a su mujer, y dos hijos. “Si algo he aprendido en la cárcel es que hay que quitar el retrovisor del auto, no puedes estar mirando con nostalgia al pasado”, comenta.
Este teniente coronel de la Aviación venezolana ha permanecido recluso en la cárcel militar de Ramo Verde, curiosamente la misma prisión donde estuvo Leopoldo López, ubicada en las afueras de Caracas. Ha descrito algunas de las torturas que sufrió durante su estancia entre rejas. Además de hablar de torturas psicológicas recuerda que durante muchos días tuvo encendida la luz durante 24 horas y sin poder salir ni ver el sol. Sánchez quedó preso el 15 de mayo de 2014 y se le vinculó con un supuesto golpe de Estado llamado 'Golpe Azul' y 'Operación Jericó'. En febrero de 2015 recibió su condena durante un juicio exprés en la Corte Marcial de Caracas, con un Tribunal Accidental, donde “hubo demasiadas irregularidades”. Ahora ya es libre para comenzar un nuevo proyecto lejos de su tierra.
En ese libro habría un capítulo especial para las ‘anécdotas’ vividas que dan para titulares. Por ejemplo, el fue el encargado de esposar al mismísimo Hugo Chávez en 1992. “Le puse los grilletes por 20 segundos, luego los altos militantes me gritaron que se los quitara”, recuerda. O el hoy famoso Hugo Armando Carvajal, el ‘Pollo’, al que no duda en calificar de “delincuente”, “por él, me metieron preso en dos ocasiones”. Pero detrás de estos titulares hay una historia de lucha, de reivindicación, de integridad y de honestidad.
En Venezuela era militar hasta que le metieron por tres veces en la cárcel, arrebatándole sus empresas, su finca y su vida. ¿Su delito? Pensar diferente. “Como decía Simón Bolívar, no hay cosa más peligrosa que la artillería del pensamiento. Cuando tú expresas lo que piensas, te conviertes en el enemigo número uno y quieren eliminarte”, en alusión a la dictadura comunista que está viviendo su país desde hace ya décadas. “La izquierda quiere dominar el mundo y a ellos no les gusta que veas las realidades, ellos viven de tu dinero y lo que quieren es perpetuarse en el cargo durante toda la vida”.
Venezuela, en extrema pobreza
A Sánchez le duele en el alma cuando habla de su país. “Allá la situación es crítica. Hay pobreza extrema, vi gente comiendo de las basuras, incluso en la cárcel hemos comido gatos y perros. La economía está quebrada, es un país rico, pero con gente pobre”, afirma y piensa que él es uno de los seis millones de venezolanos que han salido de su nación y “meter en una maleta de 23 kilos toda su vida”. Mientras tanto, “muchos hacen la vista gorda” y no quieren contar “lo que hay” porque “hay más de 500 mil millones de dólares venezolanos repartidos por el planeta”.
Sin embargo, no todo el mundo ve esta realidad de Venezuela. Otros defienden y legalizan la situación política de Maduro, incluso algunos han llegado a reconocer que en España hay más trabas y límites a la libertad que en el país sudamericano. Para todos ellos, tiene un mensaje: “Gracias a Dios, España no tiene comparación con lo que está pasando en Venezuela. Solo hay que ver la inflación. Aquí los que se quejan de la luz, de la comida que vayan allí”.
Eso sí, ojo avizor, advierte de una situación que vivió hace años en su país: “Todo empezó hace 22 años, subiendo el precio de la electricidad, quitando libertad a los ciudadanos y censurando a cierta prensa” en alusión a la presencia en el Gobierno nacional de partidos afines a los ideales chavistas.
En busca de trabajo
En España se ha encontrado con la burocracia como la principal barrera. Aunque se ha encomendado a Javier Casado, de la Fundación +34, como “su ángel de la guarda”. Han visitado la gerencia territorial de Servicios Sociales, la dirección general de Acción Exterior de la Junta donde se entrevistó con Francisco Igea, y Cruz Roja donde le han habilitado una casa en el barrio de Las Delicias para comenzar “su nueva vida”. Lo que reclama es un puesto de trabajo “de lo que sea” ya que “no quiere vivir de ayudas”.
Preso político
Lo curioso es que al aterrizar en España, y al contar con la nacionalidad española, no se ha podido acoger al estatus de refugiado político. Esta posición te la otorga el Ministerio de Interior y para ellos, “ningún ciudadano español puede tener estatus de refugiado. “No hay en España un preso que sea más político que él”, apunta Casado. Mientras que Sánchez bromea al decir que se siente “como un extraterrestre”, porque “para las administraciones no soy español, pero para las organizaciones de inmigrantes no soy un inmigrante. Es una situación difícil”. La misma que está viviendo su esposa.
El exmilitar ya se imagina echando raíces en la tierra que le vio nacer, porque la única solución para volver a Venezuela “es que el régimen se vaya por las buenas o por las malas. Para el resto no hay solución, ahí tienes a Cuba”. De tierras sudamericanas “echa de menos su vida”, en Valladolid, “solo quiere trabajar” luego ya tendrá tiempo de degustar los placeres de esta tierra.