En los últimos meses la escasez de semiconductores en la industria de la automoción ha provocado parones y ralentizaciones en la producción. La falta de esos elementos básicos para la construcción de los vehículos ha hecho que muchos trabajadores hayan tenido que quedarse en casa y no poder acudir a sus centros de trabajo. Las continuas informaciones sobre el asunto han provocado que en otros sectores se hayan encendido las luces de alarma.
Tanto que, por ejemplo, en el sector vinícola está empezando a asustar a las bodegas. Y es que ante la posible falta de materiales -ya hubo escasez de vidrio para las botellas en los meses de junio y julio- todos han optado por la previsión. Así los han confirmado fuentes de empresas de botellas a EL ESPAÑOL - Noticias de Castilla y León.
Porque, aunque la situación no sea grave, sí que se ha producido lo que denominan ‘síndrome del papel higiénico’ haciendo alusión a la escasez de este producto que se produjo durante el confinamiento. Lo que se produce es un exceso de demanda sobre la oferta que existe y sobre la capacidad productiva lo que conlleva una tensión de stocks, pero no problemas de abastecimiento.
Esas dificultades que sí se dieron en verano tuvieron como causa la concentración de una demanda muy fuerte en un periodo de tiempo muy corto. Esos problemas, ahora mismo, no existen, pero lo sucedido anteriormente ha provocado que las distribuidoras de botellas se estén aprovisionando de material en previsión a una posible escasez.
Esas mismas fuentes explican que esa coyuntura hace que las bodegas tengan más pedidos, en previsión de esa posible falta de recipientes y está generando una ‘pelota’ que se espera que en algún momento se frene. Es una dinámica provocada por un efecto en cadena impulsada por la psicosis de falta de materias primas que lo que hace es agrandar un problema que no existe a gran escala.
El etiquetado busca soluciones alternativas
Esa escasez de materiales, sin embargo, sí que afecta a otras empresas que están implicadas en la industria vitivinícola. Ese es el caso de ‘Imprenta M. Sandonís’, una compañía dedicada al servicio integral de diseño, impresión o manipulado que está sufriendo la demora en las entregas “de papel adhesivo ya que, si antes tardaba cinco o seis días en llegar, ahora estamos en esperas de entre veinte y veinticinco días”, tal y como confirmó su director comercial Enrique Carrasco.
Esta empresa vallisoletana compra a dos multinacionales, que son las que tienen este tipo de papel, y justifican sus demoras “en la falta de materias primas, tanto plástico como adhesivos y papel”. Su trabajo, fundamentalmente para bodegas y para el sector de la alimentación fundamentalmente, se está viendo afectado por esta situación y han tenido que reinventarse para poder dar servicio.
“Para que se arregle la situación de los suministros que usábamos no tenemos soluciones a medio plazo por lo que hemos empezado a trabajar con productos similares” aunque siempre con la rémora del aumento del precio. “El papel este año ha subido alrededor de un 17% lo cual redunda también en el precio final para el consumidor”. Porque en años anteriores los incrementos solían ser de entre un 1,5 y un 2% por lo que “podíamos mantener los precios a nuestros clientes hasta dos años, algo que ahora no se puede porque la situación es insostenible”.
Y el desajuste no se produce solo en el plano económico, sino también en el organizativo. “Tenemos un caos generalizado en el trabajo diario porque se nos acumulan los pedidos y nos es muy complicado trabajar si no tenemos el producto”.
Pedidos sobredimensionados de corchos
En cuanto a las cápsulas y corchos la situación tampoco difiere demasiado ya que están viviendo una “tensión importante en el mercado y en la cadena de suministro, así como en las materias primas”. Así lo subraya el jefe de ventas del Grupo Lafitte, Óscar Álvarez, suministradores de estos productos para empresas del sector del vino y del aceite que temen que se va a producir un retraso en la entrega de los pedidos que “dadas las fechas en las que estamos -cerca de la Navidad- en la que pueda faltar alguna referencia de cápsulas”.
Éstas se fabrican con aluminio y plástico, materiales que les facilitan empresas europeas, “que no nos entregan todo lo que deberían de darnos por la ausencia de materia prima”. Algo que se achaca “al exceso de demanda de otras zonas que hace que no nos puedan servir todo lo que deberían”. En este caso es el aluminio la pieza que está faltando para desatascar la situación “porque es la materia prima que ahora mismo escasea”.
Y en el caso de los corchos el problema se agrava por el aumento de los pedidos que hacen las bodegas. “Hay un exceso de información sobre este tema y hace que se genere un miedo que provoca que se sobredimensionen algunos pedidos”. Sobre todo, en previsión de que realmente se dé un desabastecimiento absoluto que dejaría a las bodegas sin poder vender su producto.