La guerra interna desatada en el Partido Popular este jueves ha supuesto un duro varapalo para las aspiraciones del presidente en funciones de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, de gobernar en solitario. Solo unas horas después de que Mañueco ofreciera a Vox un “pacto programático” y descartase ser investido solo con abstenciones –ante lo que la formación de Santiago Abascal aún no se había pronunciado– estalló la bomba en el seno del PP nacional. La filtración del supuesto espionaje de Génova a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, para investigar la adjudicación de un contrato público a su hermano, hizo saltar la unidad del partido por los aires y pilló a Mañueco con el pie cambiado.
El cruce de acusaciones entre Ayuso y la dirección nacional, que anunció la apertura de un expediente y amenazó de forma velada con expulsarla del partido, ha generado una situación de inestabilidad y debilidad no vista en décadas en el Partido Popular, y Mañueco puede pagar los platos rotos en Madrid. Con todo, esta crisis también puede suponer una ventana de oportunidad para el presidente en funciones, ya que el foco de Génova ya no está en Castilla y León, y este abandono le puede servir para tener más libertad para tomar decisiones y plantear la posibilidad de incorporar a Vox en el Gobierno y evitar la repetición electoral. De hecho, Mañueco lleva varios días presumiendo de su “independencia” y “personalidad propia”.
Las elecciones en Castilla y León: tregua entre Casado y Ayuso
Las elecciones en Castilla y León supusieron una tregua en la lucha fratricida desatada en el PP en los últimos meses. La intención del líder popular de poner freno al auge de Ayuso, generado tras su arrolladora victoria en las elecciones madrileñas del pasado 4 de mayo, llevó a que la dirección nacional del partido comenzara a poner todas las trabas posibles a la elección de Ayuso como presidenta del PP de Madrid, su principal aspiración. Casado tenía la intención de utilizar una victoria en los comicios de Castilla y León como demostración de que los triunfos del PP van más allá de Ayuso, pero la pírrica victoria obtenida por Mañueco, a diez escaños de la mayoría absoluta, hizo desmoronarse todo el argumentario que pretendía utilizar la dirección nacional.
Durante la campaña electoral ya se había comenzado a vislumbrar el cese momentáneo de hostilidades entre Casado y Ayuso. A pesar de algunas reticencias iniciales a que la presidenta madrileña tuviera excesivo protagonismo en campaña, finalmente, y sobre todo ante las encuestas internas desfavorables que empezaban a conocerse, la dirección nacional dio vía libre a Ayuso para participar junto a Pablo Casado en los actos principales de la recta final de campaña, consciente de la proyección de la figura de la presidencia madrileña. Pero esta tregua resultó ser un espejismo.
Ayuso pide pactar con Vox y contradice a la dirección del partido
Nada más cerrarse los colegios electorales en la región y conocerse los resultados de las elecciones, con la victoria insuficiente de Mañueco, comenzaron de nuevo las diferencias entre Ayuso y la dirección nacional. Las espadas volvían a estar en alto. Pablo Casado ató en corto a Mañueco, que horas posteriores a conocerse los resultados no descartaba ningún posible pacto o escenario, y aseguró que el Gobierno debía ser “fuerte y en solitario”, algo que el presidente en funciones de Castilla y León asumió sin rechistar. Desde ese momento, todos los cargos del partido y pesos pesados históricos como José María Aznar comenzaron a entonar ese discurso al unísono, pero una voz discrepó: Isabel Díaz Ayuso.
La presidenta madrileña pidió el martes a Mañueco un pacto con Vox que buscara “con otros” lo que les une. “Que no nos importe lo que piense la izquierda de nuestros pactos”, afirmó con rotundidad Ayuso, lanzando la acusación velada a Casado de estar rechazando el pacto con Vox por miedo a la opinión pública de izquierdas. “Espero que haya pronto un gobierno basado en la suma de intereses frente a este proyecto totalitario que está destrozando España”, añadía la presidenta madrileña, enmendando así la posición de la dirección nacional.
Mañueco había iniciado la jornada del jueves seguro de sí mismo y de sus posibilidades de gobernar, y presumiendo de independencia. “Si por algo me caracterizo es por tener mi propia personalidad”, aseguraba el presidente en funciones. La situación generada por la explosión de la crisis interna, sin embargo, puede debilitar su posición de cara a las negociaciones que se inician la próxima semana. Mañueco quiere un Gobierno en solitario pero apoyado desde fuera por Vox, una vez alcanzado un acuerdo programático que partiese de la base del programa del PP. La formación encabezada en la región por Juan García-Gallardo continúa exigiendo formar parte del futuro Ejecutivo y la presidencia de las Cortes de Castilla y León, y el jueves por la tarde fuentes del partido aseguraban a este medio que no harían declaraciones, por el momento, respondiendo al ofrecimiento de Mañueco.
La crisis del PP refuerza la posición de Vox
El estallido de la guerra abierta en el PP, sin embargo, puede disipar las pocas dudas que pudiera tener Vox sobre si aceptar o no investir a Mañueco a cambio de un pacto programático. La formación de Santiago Abascal sabe que hacerlo supondría dar un balón de oxígeno a un partido que se encuentra en sus horas más bajas en mucho tiempo y que, sin embargo, la repetición electoral podría favorecerles. Si se mantienen en sus trece y Mañueco no acepta incluirles en el Gobierno, unas elecciones anticipadas podrían atraer hacia Vox a gran parte del sector ayusista del partido, descontento con las medidas tomadas contra la presidenta de Madrid por parte de la dirección nacional del PP, que podrían conducir incluso a su expulsión. En la manifestación de ayer frente a la sede del PP en la calle Génova de Madrid uno de los gritos más escuchado fue “para esto voto a Vox”.
Además, la formación no tendría difícil culpar al presidente en funciones de esa posible convocatoria anticipada al no haber querido incluirles en el Ejecutivo teniendo 13 procuradores, mientras que Ciudadanos obtuvo cuatro consejerías y la vicepresidencia en 2019 habiendo obtenido un escaño menos. Vox, por tanto, puede utilizar la guerra interna del PP para reforzar su posición y afrontar las negociaciones manteniéndose en sus peticiones de máximos, sin que los riesgos de pérdidas sean demasiado elevados.
Mañueco puede reforzar su independencia
Por otro lado, Mañueco puede utilizar la crisis interna para marcar distancias con Génova y pilotar con mayor libertad las negociaciones de cara a formar el nuevo Ejecutivo. La dirección nacional del PP, que hasta hace unos días estaba llevando la batuta y marcando el posicionamiento del partido en la región, ha reducido su interés en Castilla y León durante las últimas horas, y ha centrado el foco en la crisis abierta en Madrid.
Esto puede ayudar a Mañueco a reforzar esa “independencia” de la que ya lleva varios días haciendo gala y afrontar las negociaciones con una mentalidad más abierta, quizás incluso considerando la posibilidad de incluir a miembros de Vox en el nuevo Gobierno para evitar una posible repetición electoral que sería letal para sus intereses. Este viernes, el presidente en funciones pidió “que la verdad se abra paso por encima de todo” y que “se aclare” la situación de crisis generada en el seno del partido. Una crisis que puede ser, a la vez, un lastre y una ventana de oportunidad para Mañueco.