Cuatro elementos arquitectónicos muy distantes en el tiempo y muy diferentes entre sí, pero les une el estado de ruina y abandono en el que se encuentran, por lo que han entrado en la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra y que recoge cerca de 1.100 monumentos españoles que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Son los siguientes:
Espadaña de la iglesia de Torremoronta, Santa María del Campo
En el actual despoblado de Torremoronta existió en el pasado un monasterio un castillo medieval, cuyos dueños acabaron trasladándose a la Casa del Cordón que se levanta en el municipio próximo de Santa María del Campo. Junto al altar mayor de la monumental iglesia de Santa María se encuentra el sepulcro de los señores de Torremoronta, además de una custodia y una cruz que también se cree que proceden del poblado abandonado.
Desde la carretera de Lerma-Quinta se puede divisar la espadaña en lo alto de un pequeño cerro rocoso. Es lo único que se conserva de lo que un día fue la iglesia, y cuenta con dos huecos que alojarían las campanas. La pared de piedra está rematada en forma triangular, a modo de frontón.
Según el “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar” de Pascual Madoz, a mediados del siglo XIX, Torremoronta se encontraba en un alto que baña el río Arlanza y sus únicos restos eran la pared de una torre y algunos cimientos. Asimismo, a muy poca distancia se localizaba un puente, en estado ruinoso, del cual solo se conservaban siete ojos.
Además, destaca que la población llegó a tener dos parroquias, Santa María y Santiago, que se agregaron a Santa María del Campo en 1514. No goza de ninguna protección legal específica, y si no se actúa pronto, corre el riesgo de desaparecer por completo.
Ruinas del Monasterio de San Francisco, Castrojeriz
Se trata de un edificio construido en el siglo XIV al que se trasladaron los monjes franciscanos desde su anterior emplazamiento, el actual convento de las clarisas de Castrojeriz. Se cree que este edificio se construyó en las huertas de algún rey castellano (posiblemente Pedro I), pero no hay constancia arqueológica al respecto.
Durante la Guerra de la Independencia sufrió un incendio que deterioró de manera importante el edificio, y a finales del siglo XIX, mediante una desamortización, el monasterio fue desalojado y traspasado a manos privadas. También había sido utilizado anteriormente como cementerio municipal, ubicado en el atrio.
Este edificio cuenta con referencia catastral independiente del resto de la finca a la que pertenece. Parece que los arcos contaban con plementería y bóvedas completas, pero el dueño del solar, por miedo a que se cayera, decidió desmontar dicha plementería y almacenarla por si algún día llegaba a rehabilitarse el edificio.
Hace unos treinta años las ruinas estaban bien conservadas, donde se podían observar con claridad algunos arcos agudos de la nave central y bóvedas de crucería del templo original. Sin embargo, el paso del tiempo y la falta de cuidados han provocado que la finca se haya visto engullida por maleza y árboles, lo cual amenaza con derribar los pocos arcos que quedan en pie.
Ruinas de la iglesia de San Salvador, Zamora
El municipio de Abezames (Zamora) contiene restos de antiguos pobladores, como los hallados en el cercano despoblado de Mompodre, lugar en el que se han descubierto abundantes cerámicas de la Primera Edad de Hierro y de época celtibérica. Posteriormente ese asentamiento fue romanizado.
Según la documentación conservada, existió un alfoz de una población a la que nombra como “Aveçames”. Esta población estuvo protegida por una fortaleza, datada de 1420, de la que no queda rastro alguno, que se alzaba en lo más alto de una cercana loma, donde se encuentran las ruinas de la antigua iglesia de San Salvador.
Se cree que hasta el siglo XV la iglesia del Salvador dominó el promontorio junto a un castillo, dando lugar al asentamiento urbano de “Aveçames”.
De este templo sólo se conservan parte de uno de los muros longitudinales y la cabecera, donde cuatro arcos sostenían una desaparecida cúpula. La iglesia se cerró en 1853 debido a su mal estado de conservación que no ha hecho sino agravarse hasta la total ruina que presenta en nuestros días. Recientemente se ha venido abajo el muro de la cabecera.
Escudos del Palacio del Duque de la Roca, Salamanca
Conjunto de escudos en piedra del desaparecido Palacio del Duque de la Roca, situados actualmente en propiedades del Campo de Tiro y Deportes de Salamanca. Hoy en día solo son visibles tres, pertenecientes a los Águila-Rodríguez de Ledesma, a los Monroy-Rodríguez de Villafuerte y a los Rodríguez de Villafuerte. Originalmente eran cuatro, siendo el restante el de los Monroy.
El Palacio de los Duques de la Roca se derribó en 1958, apareciendo estos escudos en el suelo del Campo de Tiro y Deportes de Salamanca. La labra de los escudos es limpia y detallista. El de Rodríguez de Villafuerte o de las Varillas se caracteriza por su sencillez, siendo los palos variantes de las llamadas “piezas honorables” del escudo, formadas por línea rectas y que alternan el oro y el gules. La bordura con las cruces de Jerusalén está fileteada en los dos bordes.
El de Monroy se encuentra roto en el flanco y cantón siniestros y cubierto de tierra, borrando casi por completo los castillos que aparecían. Los dos descritos tienen líneas rectas en los flancos, no así los de Monroy- Rodríguez de Villafuerte y Águila- Rodríguez de Ledesma, cuyo flanco diestro se aproxima a la forma valona del gótico nórdico; el primero parece de menor calidad. El de Águila- Rodríguez de Ledesma tiene igual silueta y tanto los dos animales como las lises y menguantes parecen de fino dibujo, pero ya se encuentran estropeados.
El edificio original debió de levantarse a finales del siglo XV o
principios del XVI. Perteneció a la familia de los Vázquez Coronado, señores de la Coquilla, que emparentaron con otros linajes de viejo abolengo como Monroe, Rodríguez de las Varillas, Águila o Rodríguez de Ledesma. El señorío de la Coquilla fue elevado a marquesado en 1693, denominándose así el edificio como Palacio del marqués de la Coquilla.
A principios del siglo XIX, el marquesado y la propiedad del palacio recayeron en la persona del duque de la Roca, título con grandeza de España, por lo que el edificio pasó a llamarse desde entonces, Palacio del duque de la Roca. La fachada a la calle Zamora fue reedificada a comienzos del siglo XVIII, con sólo la decoración de cuatro escudos con los antiguos linajes del propietario.
Ante la ausencia de sus dueños, el edificio fue puesto en renta con la intención de contribuir a su mantenimiento. Entre otros inquilinos acogió, desde 1863, la sede de la Escuela de Bellas Artes de San Eloy, que lo abandonó en 1907.
En 1920 la Cooperativa Cívico Militar compró el edificio al duque de la Roca, y finalmente, tras años de uso, el viejo palacio o lo que de él quedaba, fue derribado en 1958.