El número de licencias de armas en Castilla y León se ha estabilizado en los últimos años alrededor de las 116.000 tras descender un 18,5 por ciento en la última década, al pasar de las 142.909 de registradas en 2012 a las 116.442 de este año, cifra similar a la registrada en 2016.
La caza menor es la que esta detrás de esta caída. Las escopetas de cartuchos, que suponen seis de cada diez armas de fuego de la Comunidad, mantienen su tendencia a la baja, y solo desde 2018 acumulan un descenso superior al seis por ciento, ya que de las 75.481 de 2018 se ha pasado a las 70.872 de este ejercicio.
Por provincias, León se sitúa en cabeza con 30.522 licencias, seguida a mucha distancia por Salamanca (17.076), Burgos (14.467), Valladolid (12.026) y Zamora (11.570). En el lado opuesto se sitúa Segovia, con 6.548 licencias, seguida de Soria (7.150), Palencia (7.309) y Ávila (9.774).
En cuanto al tipo de arma, las escopetas de caza menor suponen el 60,9 por ciento, con 70.872, mientras que los rifles de caza mayor, con 36.512 licencias, representan el 31,4 por ciento. En tercer lugar, pero solo representando el 2,1 por ciento, aparecen las licencias concedidas al personal privado de seguridad, que suman 2.388, por delante de las armas de tiro olímpico, con 1.646 (1,4 por ciento).
El interventor de armas y explosivos de la Comandancia de la Guardia Civil de León, el teniente José Blanco, recalca en declaraciones a Ical que el descenso del número de licencias es progresivo por la falta de un relevo generacional entre los cazadores, y cada vez son más las personas mayores las que se acercan a depositar sus armas por falta de uso.
En este sentido, explicó que si hace cinco años la Comandancia de León organizaba todos los meses pruebas para la obtención de licencias a las que se presentaba una media de cuarenta aspirantes, ahora estos exámenes se programan cada dos meses con un media de asistentes que no supera la veintena.
No obstante, el presidente de la Federación de Caza de Castilla y León, Santiago Iturmendi, aseguró que la crisis del sector es historia y reconoció que en los últimos años las licencias de caza de la Comunidad se han estabilizado en torno a las 100.000, después de un bajón, especialmente en las últimas dos décadas del pasado siglo, cuando Castilla y León llegó a contar con 170.000 cazadores federados.
Iturmedi indicó que las previsiones que maneja la Federación señalan que el número de practicantes de la caza menor se mantendrá en los próximos años, a la vez que se producirá un incremento de la caza mayor. En este sentido, destacó que al igual que en otros sectores de la sociedad, la incorporación de la mujer también es una realidad en la caza y cada vez son más las que se presentan a los exámenes de cazador. Un ejemplo de este cambio, según explicó, es el hecho de que al frente de la Federación de Caza de Valencia esté una mujer.
Adiós a las subastas
Por otra parte, desde la transposición de una normativa de la Unión Europea aprobada en agosto de 2020 a raíz de unos atentados terroristas cometidos en Francia en los que se utilizaron armas rehabilitadas, las tradicionales subastas que venían organizando las comandancias de la Guardia Civil y que se celebraban, como mínimo, una vez al año y en las que se podían encontrar auténticos chollos, han pasado a la historia. En la provincia de León la última subasta se celebró en noviembre del pasado año.
El teniente Blanco explica a Ical que ahora, cuando a una persona le ha caducado la licencia o bien la ha perdido por un mandato judicial, tiene la obligación de depositar el arma que, antes de ser achatarrada, estará en depósito en dependencias de la Guardia Civil durante un año por si el propietario quisiera recuperarla, siempre que su situación legal se lo permita.