Los bomberos forestales de Castilla y León siguen sintiendo un gran "desánimo" por la situación que desde hace unos meses asola a Castilla y León. "Ver que, por parte de los responsables, tanto políticos como técnicos, no se reconoce la labor y no se ponen las medidas adecuadas para que todo funcione como debería, es triste", asegura el bombero forestal Román García.
Desde el 2006 lleva realizando labores en los montes de la Comunidad como conductor de autobomba y ahora como guarda forestal. El trabajador del operativo de extinción de incendios lo tiene claro: "Los incendios no se pueden evitar, pero si los puedes mitigar para que no se conviertan en intolerables como el de la Sierra de la Culebra. Esas llamas, si se hubiesen atajado, no hubieran pasado de una anécdota", asegura.
"El 15 de junio solo se había llamado al 25% del operativo. Que se haga el llamamiento no significa que las personas estén trabajando. La Junta incorpora a la gente con vacaciones obligatorias porque consideran que hasta el 1 de julio no hay incendios. Deberían pasar el reconocimiento médico en enero, no en junio. En nuestros convenios están los llamamientos extraordinarios para una emergencia, con un máximo de 48 horas. Estas situaciones se están provocando por la mala gestión de la Junta", asevera García.
Uno de los puntos donde los bomberos forestales son más críticos es con el modelo operativo del plan Infocal, que data de 1999 y en el que se establece que el verano "se limita a dos meses" y que son "cortos y suaves". "El tiempo ha cambiado después de 23 años, ¿no?", lamentaba García. Respecto al cambio climático asegura que "no existe discusión".
"Cualquier incendio que salga del control inicial se puede convertir en estos pavorosos que no habíamos visto hasta ahora. La culpa no es solo del cambio climático, hay que adaptar el modelo de Infocal; implementar nuevas herramientas tecnologías, distribución del personal, centrarse en la prevención de las labores en otoño y primavera para que el fuego no se propague. Hay mucho combustible en los montes, si esto no existe, los incendios no se propagan", según el guarda forestal.
Román García fue uno de los muchos que decidieron aparcar sus vacaciones y volver al trabajo por la grave situación en la que Castilla y León se encontraba. En su caso, fueron las llamas de Monsagro las que le obligaron a vestirse de nuevo y acudir a primera línea de la tragedia: "Una vez que entró en Salamanca, tanto mi compañera como yo, decidimos incorporarnos. Los que tenemos experiencia, sabíamos que iban a ser unas llamas peligrosas. Nos presentamos allí con el ofrecimiento de manera oral y escrita. Salió de nosotros al ver que la logística y la intendencia del operativo era un desastre, cargamos el coche de botellas de agua y las íbamos repartiendo por nuestra cuenta a todos los miembros del operativo".
Las carencias en el avituallamiento
El avituallamiento de los bomberos forestales ha sido uno de los temas más reseñables de estos meses. Los que se jugaban la vida, a pie de fuego, recibían unos escasos bocadillos con los que tenían que pasar más de 16 horas de trabajo. Mucha polémica se ha vivido en redes sociales con las denuncias de los afectados y las respuestas por parte de la Junta, que aclaraban que los hechos no estaban siendo así.
"La Junta no se ha dignado a dar más que unos bocadillos, por llamarlos de alguna forma, secos. No ha sido un bulo sino una realidad que yo he vivido. Ha habido gente que ha estado 16 horas sin avituallamiento. La realidad es que, si no hubiera sido por los vecinos del pueblo y la organización del chef José Andrés, mucha gente se hubiera quedado sin nada. Los únicos que se han volcado han sido los vecinos; estando olvidados por parte de la Junta, ellos han sido conscientes y nos han ayudado", afirma el bombero forestal.
Asimismo, ha hablado de una gran "descoordinación", por ejemplo, respecto a los relevos. Durante esta época de incendios ha existido "mucho puesto de mando avanzado y mucho técnico", sin embargo, "los incendios se apagan a pie de llama, no desde una pantalla". Muy contundente se ha mostrado en sus palabras respecto a las faltas de previsiones que han existido: "No ha faltado el avituallamiento, ni el agua fresca ni el aire acondicionado en los puestos de mando. Nosotros somos los que nos dejamos la piel, y a toro pasado, todo vuelve a la normalidad".
Condiciones "tercermundistas"
Las condiciones en las que se encuentran las tilda de "tercermundistas". Él, que convive con las cocheras de los coches autobombas, asegura que antes eran "graneros o cuadras" y que no existe ningún "enchufe de luz o punto de agua". "Las torretas de vigilancia no tienen cuarto de baño, luz eléctrica, incluso la gente se lleva los 'walkie-talkie' a sus casas para cargarlos. La Junta tiene totalmente desatendidos a los miembros del operativo", asevera García.
Una profesión muy vocacional. Un sentimiento que les hace estar al pie del cañón cada día y jugarse la vida para poder salvar a la Comunidad. Todos los años, alguien abandona porque considera que "no le merece la pena para unos meses". La mayoría está porque sabe que "si no se quedan ellos, ni políticos ni técnicos van a poner interés para extinguirlos".
"Divide y vencerás"
"Lo ideal sería que no hubiera distinción entre los miembros del operativo. La Junta vive en un continuo divide y vencerás", afirma el guarda forestal. Precisamente, hace una semana se manifestaban frente a la Consejería de Medio Ambiente de Castilla y León para pedir una igualdad en las condiciones de todos los que forman el operativo de extinción de incendios.
"Unos tienen más y otros menos", un hecho que provoca que "no haya unión porque piensan que algunos están favorecidos". Reivindican que todos deberían estar 12 meses en activo para la prevención porque esa es la verdadera “inversión”; cada euro en prevención, "es un ahorro en extinción".
Las tres categorías que forman el operativo: peón de montes, conductor de autobomba y escuchas, "deben estar todo el año" haciendo trabajos silvícolas para garantizar que una vez que llega el verano, no se producen los incendios tan graves que se están viviendo este verano.
"Nuestra sensación es que los sindicatos mayoritarios como UGT, que son rehenes de las subvenciones púbicas, no van a luchar con la fuerza necesaria cuando hay otros que no las reciben y sí que pueden negociar con más libertad", lamenta Román García.
Miedo a las represalias
No es raro ver cómo muchos de los bomberos forestales cuando se manifiestan, acuden con la cara tapada. Es el "miedo a las represalias" que tiene el colectivo. Por su parte, el conductor de autobomba asegura que ha recibido "advertencias por escrito" diciéndole que "me limite a hacer lo que debo". Confirma que existen “muchas presiones” para que la gente no hable y que es "importante visibilizar" la situación en la que se encuentran. Aunque sea "con la cara tapada, lo importante es hablar".
Finalmente, no ha querido dejar escapar la oportunidad de poder hacer hincapié en la categoría de bombero forestal que aún no tienen reconocida. Un hecho que vienen reivindicando desde hace tiempo. Asegura que tienen "garantías de seguridad y salud, en cuanto a formación" y "anticipación" en la edad de jubilación por ser un trabajo "penoso, peligroso y en el que tratan con numerosos productos carcinogénicos". Una exposición que supone un "riesgo a medio y largo plazo" para los trabajadores.