Vaya que se nota que estamos en campaña electoral, lo llevamos notando desde finales del año pasado. La verdad es que resulta lamentable que todo se desmelene y se desbarate de manera permanente con los procesos electorales. Si hacemos un análisis rápido de lo que sucede podemos constatar que cuando se celebran elecciones hasta que echan a andar los correspondientes equipos, primero es necesario conformarlos y hacer las presentaciones pertinentes de los programas de gobierno, la toma de contacto directa con los medios con los que cuentan y otras cuestiones de intendencia como conocer los presupuestos que tienen y demás aspectos de funcionamiento. Esto supone que desde que se celebran unas elecciones hasta que se empiezan a tomar decisiones se pasan mínimo entre 6 y 8 meses y esto contando con que no sean necesarios pactos o coaliciones de gobierno, cada vez más frecuentes y que prolongan estos tiempos.
Una vez en marcha, cuando se acerca el final de una legislatura empiezan los balances de lo realizado, los movimientos a cerca de quien va a ser el candidato que obedecen a los más variados criterios, la mayoría absolutamente arbitrarios y carente de fundamentos relacionados con el mérito y la capacidad, salvo contadas ocasiones. Le siguen la elaboración de las listas que es el momento en el que nos encontramos ahora. En definitiva, de trabajo efectivo de los cuatro años que dura una legislatura aproximadamente dos años y medio son de trabajo efectivo.
Nos pasamos la vida convocando elecciones y poniendo en marcha nuevos equipos de trabajo para desarrollar políticas que necesitan los ciudadanos.
¡¡Esto algún día tendrá que cambiar!! Llevamos desde finales del 2022 en campaña, ya lo vimos con la elaboración de la Ley de Presupuestos del Estado para 2023, plagada de decisiones encaminadas a contentar a los grandes colectivos de este país con las medidas adoptadas: subida de las pensiones, subida a los funcionarios, subida del SMI….. Todo ello dirigido a obtener sus votos, mientras que el bolsillo de los españoles padece la inflación más alta de los últimos tiempos. Se ha convertido en una misión imposible garantizar la compra de todos los alimentos sin dejar el sueldo en ello.
Y seguimos asistiendo a la continua campaña electoral en la que se habla de temas puntuales que afectan a determinados territorios o sectores, pero no se habla de lo que afecta a todos los ciudadanos y preocupa de forma general, que es fundamentalmente como vivir todos los días con las necesidades básicas satisfechas.
Hemos asistido al culebrón de Ferrovial, intentando poner puertas al campo a una decisión empresarial, que hasta donde la información me permite analizar y conocer no pagan demasiados impuestos en España. Han mantenido el pago de dividendos a sus accionistas mediante desinversiones para garantizar la pervivencia de la compañía y han trabajado en su internacionalización para no perecer. Es un asunto puntual que se debería resolver de forma discreta favoreciendo a la Compañía en todo aquello que el Gobierno pudiera para apoyar su crecimiento. Ahora bien, inexplicablemente, se ha hecho todo lo contrario.
Por otro lado, continuamos con la polémica por la “Ley del si es si” y en esto no hay ni prisas, ni presiones a los responsables de esta barbaridad, la señora Montero, Ministra de Igualdad, sigue tan tranquila en su puesto.
Mientras nos hemos enterado de que ya van más de 1000 casos que han visto las condenas rebajadas o han salido a la calle por reducción de la misma.
Hasta la legalización de los regadíos en Doñana ha saltado ahora al panorama nacional y europeo, siendo este un tema muy viejo que podía haberse tratado en una mesa de trabajo para intentar buscar una solución razonable que tenga en cuenta todos los aspectos a valorar: la protección del parque y los intereses de los agricultores. Siempre es posible consensuar una solución si se trabaja en ello.
Y nos queda un mes y medio de ausencia de gestión de lo que nos importa, de lo que afecta a nuestra vida diaria. Hasta el 28 de mayo esto ira in crescendo y después se tienen que constituir Ayuntamientos y Diputaciones para finales de junio, momento en el que ya empiezan las vacaciones y volveremos en septiembre con las elecciones generales a la vista para finales de año. Se nos habrá pasado el año “sin atar una escoba”, pero eso sí, habremos hecho la declaración de la renta, que ya estamos en plazo, y habremos pagado a Hacienda religiosamente nuestros impuestos para seguir contribuyendo a que se celebren elecciones en nuestro país.