Castilla y León tiene muchos lugares por recorrer y sitios por descubrir. Hay personas a las que le encantan los planes arriesgados, con un toque misterioso y muchas incógnitas por resolver. Hay quienes huyen de visitar sitios aparentemente preciosos, rutas repletas de color verde o piscinas naturales, y se adentran en los misterios de los lugares abandonados.
¿Qué había aquí? ¿Vivió alguien? ¿Por qué está en ruinas? Estas son algunas de las preguntas que vienen a la cabeza cuando descubres un lugar que está descuidado y, muchas veces, casi derruido. Por eso, para los más aventureros, National Geographic da a conocer ocho recintos monacales que siguen transmitiendo la belleza y poderío de tiempos pasados.
En Castilla y León estos lugares tuvieron un papel fundamental en la repoblación que llevaron a cabo reyes y condes cristianos tras la Reconquista, siempre bajo ese intento de marcar territorio frente a los musulmanes. Algunos continúan intactos y de otros tan solo queda su historia.
Monasterio de San Pedro de Arlanza (Burgos)
Muy cercano al río Arlanza se puede disfrutar de uno de los monasterios más legendarios y bonitos de Castilla y León. Es el de San Pedro de Arlanza y está situado en la localidad de Hortigüela.
Se fundó en el año 912 como un eremitorio y todavía hoy se pueden ver las ruinas de la iglesia, que se construyó en 1080. También conserva una torre del siglo XII, además de una parte del claustro y sala capitular.
El monasterio burgalés en su momento fue llamado ‘cuna de Castilla’ y estuvo activo hasta mediados del siglo XIX. Su belleza e importancia es de tal magnitud que en 1931 fue declarado Monumento Histórico- Artístico. Algunas de las joyas que decoraban el monasterio fueron vendidas o cedidas y, en la actualidad, se puede disfrutar de ellas en el Museo Arqueológico Nacional y en el Museo Metropolitano de Nueva York.
Monasterio de Santa María de Rioseco (Burgos)
Muy cerca de Villarcayo aún se mantienen algunas ruinas de Santa María de Rioseco. Hoy se encuentra asentado en la comarca de Las Merindades junto al Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón, con un encanto paisajístico inigualable.
En su época acogía a un centenar de habitantes, entre los que había monjes oradores y letrados, aunque también conversos, novicios y criados.
Un conjunto que fue ampliándose hasta el siglo XVII cuando se hizo el claustro barroco. Sin embargo, fue saqueado en el siglo XIX por las tropas francesas durante la guerra de la independencia, lo que provocó que cayera en el olvido.
Unas ruinas que aún se conservan y permanecen abiertas para que todo el que quiera pueda ir a visitarlas y recordar algunos años de la historia que marcaron a la provincia de Burgos. Un espacio que se conserva en muy buen estado y que en 2019 fue declarado Bien de Interés Cultural.
Monasterio de San Antón (Burgos)
Este monasterio se encuentra en el pueblo de San Antón. Fue fundado por los monjes antonianos de la Orden del Císter en 1146 y, posteriormente, vendrían las dependencias monacales del siglo XIV.
La comunidad de religiosos que se encargaba de ocuparlo se dedicaba al cuidado de los enfermos que hacían el Camino de Santiago. Un recinto que, incluso, estuvo bajo protección real. Motivo por el cual, aún pueden verse algunos escudos reales en la portada de la iglesia y en las claves de las bóvedas.
Tuvo mucha importancia en tiempos medievales con una veintena de casas-monasterios-hospitales adscritos. Unas ruinas que siguen impresionando a los turistas y que, más allá de la belleza que desprenden, cuentan una parte importante de la historia castellana y leonesa.
Monasterio de Santa Cruz de Ribas (Palencia)
El monasterio de Santa Cruz de Ribas está ubicado en la vega del río Carrión, entre las poblaciones palentinas de Ribas de Campos y Monzón de Campos. Se creó en 1176 cuando el rey Alfonso VIII de Castilla llevó a la orden premonstratenses del monasterio de Santa María de Retuerta, hoy en Valladolid.
Sin embargo, el final de este lugar se debe a un incendio que se produjo en 1715 y una inundación en 1739. Algunos de los restos que quedan son partes de la iglesia y sala capitular. Asimismo, la torre ha sido restaurada y hay otras zonas que están en reconstrucción. En 1931 fue declarado Monumento Histórico- Artístico de Interés Nacional y Bien de Interés Cultural (BIC).
Monasterio Nuestra Señora de los Ángeles de la Hoz del Duratón (Segovia)
En la provincia de Segovia y coronando una peña que se eleva sobre un meandro del Parque Natural de las Hoces del Duratón se pueden observar las ruinas del convento de Nuestra Señora de los Ángeles.
Fue fundado en 1231 por la orden franciscana y estuvo en activo hasta que, finalmente, se abandonó en 1835. Sin embargo, años más tarde, en 1935 se construyó el embalse de Burgomillodo y provocó que quedase anegada la parte de abajo del cañón y, por tanto, se cerraron los accesos al recinto.
Al parecer, en 1492 una tormenta derribó parte de la iglesia y fue la reina Isabel la Católica quien encargó que se reconstruyera. Aún quedan en pie algunos lienzos de fachadas y arcos. Asimismo, fue declarado Bien de Interés Cultural y, en la actualidad, quien quiera acceder debe hacerlo en una barca por el río hasta la base del peñasco.
Monasterio de San Juan de Duero (Soria)
El monasterio de San Juan de Duero está a las afueras de la capital. Cruzando un puente de piedra sobre el Duero puedes llegar al emplazamiento donde se asentó la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén. Fue construido en el siglo XII, aunque abandonado seis siglos más tarde.
Los fundadores se encargaron de reformar un pequeño templo románico que existía y levantar un monasterio en honor a San Juan Bautista. Después de haber sido abandonado, fue declarado Monumento Nacional en 1882.
Hoy en día se puede visitar una parte de la iglesia con un arco central y columnas con capiteles que ostentan relieves. Sin embargo, lo que más llama la atención son las zonas del claustro que sirvieron como lugar de sepultura.
Monasterio de la Armedilla (Valladolid)
En cenobio de Santa María de la Armedilla se ubica a tan solo cuatro kilómetros del pueblo vallisoletano Cogeces del Monte. Fue uno de los más poderosos del reino de Castilla. Fueron unos pastores quienes propiciaron el descubrimiento. Los primeros datos sobre él son del siglo XV cuando el infante Don Fernando de Antequera donó unos terrenos a la Orden de los Jerónimos.
El monasterio tuvo una vida activa hasta el siglo XIX con grandes cambios relacionados con la estructura, altura o extensión. Sin embargo, entre 1835 y 1844 comenzó su decadencia y abandono. Sus vestigios son visitables y accesibles hoy en día. Si accedes, podrás reconocer la nave central de la iglesia, el claustro, bodegas y cisternas. Además de un horno y un palomar.
Monasterio de Santa María de Moreruela (Zamora)
Este monasterio es uno de los más espectaculares de Castilla y León. Cuenta con un imponente recinto de 60 metros de largo y 26 de ancho. Se ubica a unos 50 kilómetros de la capital. Los orígenes datan del siglo XII y, al parecer, fue una de las primeras fundaciones del Císter en la península.
Mezcla el estilo románico y gótico. En la visita por este espacio repleto de belleza, destacan las ruinas de la iglesia. La sala capitular y sala de los monjes está en buen estado y, además, perduras restos de espacios domésticos como la cocina o las celdas.
Un monasterio que tuvo una vida corta pero cuyos vestigios han sorprendido, y lo siguen haciendo, a numerosas figuras importantes. Una de ellas fue Miguel de Unamuno quien escribió un artículo de prensa describiendo su admiración por el lugar tras haberlo conocido.