Las denominaciones de origen de los principales vinos de Castilla y León mostraron su satisfacción por las lluvias caídas durante el mes de junio, tras la prolongada sequía de abril y mayo, al otorgar a la vid “reservas hídricas” para el proceso de crecimiento y maduración de la uva, aunque centran el trabajo más inmediato en tratar de evitar las posibles enfermedades fúngicas que puedan surgir en el cultivo, como el oidio y el mildiu, debido a la mayor humedad generada por las precipitaciones.
Así lo explican a Ical los responsables técnicos de tres de las principales denominaciones de la Comunidad, Ribera del Duero, Rueda y Cigales, ante una meteorología “descolocada” que ha dejado temperaturas por encima de los 30 grados a finales de abril, heladas en el mes de mayo y precipitaciones abundantes, en ocasiones acompañadas de granizo, durante el mes de junio, si bien dicho granizo, aseguran, ha afectado solo a “zonas puntuales” de los viñedos que nutren los vinos de estas tres DO.
El responsable del Servicio de Viticultura y Enología de la Denominación de Origen Ribera del Duero, Alberto Tobes, destaca que, pese a todas estas inclemencias meteorológicas, la afección en las vides de su DO “no ha sido demasiado marcada”. No obstante, pese a la sequía de primavera, la pluviometría en el otoño y el invierno ha sido “más generosa que otros años”, por lo que existía “reserva de agua suficiente en el suelo” para que las plantas la aprovecharan durante la brotación primaveral.
“El desarrollo, en ese sentido, ha sido perfectamente normal”, afirmó Tobes, que consideró positiva, en todo caso, la llegada de la lluvia en junio para evitar la situación de estrés hídrico que vivió la vid el pasado año y que se prolongó hasta la vendimia, lo que provocó “una cosecha y un grano de la uva menor”. No obstante, el responsable del Servicio de Viticultura y Enología de la Ribera del Duero recordó que “las lluvias siempre tienen dos caras” para la vid y es que, junto a la positiva que supone dotar a la planta de reservas hídricas, también “unas lluvias repetitivas a lo largo de una serie de días pueden facilitar el desarrollo de enfermedades fúngicas”.
A este respecto, Tobes matizó que “no tiene que haber ningún problema con un manejo de la vegetación adecuada” porque estas enfermedades “se suelen ver” para ser tratadas y que tengan “muy dificultado su desarrollo”, por lo que “si esas lluvias no inciden ni suponen un mayor ataque por posibles enfermedades, la sanidad de la uva será perfecta” para acometer su crecimiento y maduración, toda vez que ahora es “cuando se está formando el pequeño grano de la uva".
En cualquier caso, lo que Tobes sí señaló es que, por un lado, aunque el granizo “ha hecho daño” ha sido en áreas “muy localizadas”, en unos términos municipales que suponen “el 5 o 10 por ciento de la Denominación de Origen” pero donde “no significa que se dé la cosecha por perdida, sino disminuida”. Por otro, apuntó que “para hablar de calidad de esta cosecha es demasiado pronto”, aunque sí afirmó que “se espera una uva de buena calidad”. “Pero falta mucho, lo importante es que vamos bien de tiempo, en fechas, incluso un poco adelantados y, si todo va normal en la climatología, todo debería salir bien”, concluyó.
“Nuevas brotaciones” tras las heladas
Fue más allá el director técnico de la Denominación de Origen Rueda, Jesús Díez, al apuntar que “si no se presenta enfermedad o las que se presentan están controladas, las lluvias serán beneficiosas para la calidad del viñedo porque está vegetando en condiciones de pluviometría suficientes para el crecimiento y maduración de la uva”.
Y es que, para Díez, las lluvias de junio “vienen muy bien para el estado fenológico” de la vid, que “estaba empezando a cerrar racimos”, porque cubren con las “necesidades hídricas importantes” para el crecimiento vegetativo, siempre y cuando no se dé una “proliferación de enfermedades, por la humedad y las altas temperaturas” que llamó a controlar con “tratamientos”, aunque recordó que los viticultores de la DO “saben cómo hay que hacerlo y, si no hay descuidos, estaría controlado”.
Como controlados parecen estar los daños por las heladas, que se han “limitado a zonas no muy grandes” de la Denominación de Origen Rueda y que, por el momento en que se produjeron, permitieron “la recuperación con nuevas brotaciones” y, en menor medida, las provocadas por el pedrisco, que ha afectado aunque a “zonas pequeñas” de la DO, por lo que ahora el trabajo se centra en “evitar la proliferación de hongos tradicionales como el oídio y el mildiu, que pueden afectar a la producción”.
Posible adelanto de la vendimia
Por su parte, la directora técnica del Consejo Regulador de la Denominación de Origen Cigales, Águeda del Val, quiso destacar, en declaraciones ofrecidas a Ical, el trabajo que, durante los últimos días, están realizando los viticultores de la DO frente al oídio y la mildiu, al tratar “a todo trapo” los cultivos frente a unas temperaturas altas que, tras las lluvias, “están favoreciendo” la aparición de estos hongos.
“Sí ha aparecido algo de oidio y de mildiu, pero este último han logrado sujetarlo y el oídio lo están tratando y salvando también”, confesó, reivindicando la labor de los viticultores ante esta situación provocada por la gran cantidad de “humedad y calor” por unas lluvias que, en el lado contrario, han dado “una buena carga hídrica en el subsuelo que nos va a venir muy bien ante un verano que nos están prometiendo muy caluroso”.
“Ese acopio de agua va a servir para salvar la situación”, aseguró Del Val, que esperó mejorar con ello la producción y que incluso la lluvia “afecte positivamente a la calidad” tras un año, el pasado, en el que “estábamos más que asustados, pero la cosecha se arregló al final”. Por eso, hizo un llamamiento a la prudencia porque las previsiones de cosecha y calidad “no las veremos hasta dentro de un mes”. “Lo que sí puede ocurrir, con un verano con cantidad de agua y cálido, es que se adelante la vendimia”, concluyó.